La Primera Dama quiso divorciarse tras el cúmulo de infidelidades de JFK.
El estudio desvela que su gran meta era tener a su lado un hombre rico
PABLO
SCARPELLINI Los Ángeles
Delicada como el cristal, elegante
como la aristocracia que nunca tuvo el imperio, víctima de los abusos del
clan al que decidió sumarse para convertirse en leyenda. Suena a canción de
Sabina, o a descripción a grandes rasgos del percibir general del público de la
Primera Dama más venerada de todos los tiempos, de Jacqueline
Kennedy Onassis, una mujer que, además de todo eso, también fue
astuta, frívola y ambiciosa, empeñada a toda costa en emparentar con el poder.
Así dibuja su retrato un nuevo
libro sobre su figura que está a punto de ver la luz, 'Jacqueline Kennedy
Onassis: A Life Beyond Her Wildest Dreams', una obra de dos conocidos
biógrafos como Darwin Porter y Danforth Prince, dando cuenta, además, del
hartazgo de la mujer del Presidente después de décadas de infidelidad y
traición.
Vienen a decir, a grandes
rasgos, que la bala que le estalló en la cabeza aquel 22 de noviembre de 1963
en Dallas al mandatario evitó un escándalo en puertas. Fue un final
cruel e inesperado para un hombre al que, quizá sin saberlo del todo, le
esperaba un sonado divorcio con consecuencias políticas impredecibles,
acostumbrado a hacer lo que le venía en gana en cuestiones de faldas desde
antes incluso de conocer a su mujer.
No solo fue su asunto con
Marilyn Monroe, indudablemente su affaire más publicitado, sino sus
múltiples escarceos con otras mujeres en aquellos años de Guerra Fría y de
crisis de los misiles con Cuba que marcaron su presidencia, una trayectoria
suficiente para que la elegante
Primera Dama dijera «basta».
El pequeño John John jugando con las perlas de su
madre.
La obra de Porter y Prince
refleja una fascinante etapa de la historia americana, que no sólo tuvo
profundas implicaciones para un mundo dividido entre los egos de las dos súper
potencias, sino que vivió entre bastidores asuntos muy comprometedores para la
Casa Blanca. Incluso Joe Kennedy, el padre del mandatario, tuvo que intervenir
para frenar lo que veía inevitable. «Hay peligro de que te conviertas en una
mujer católica divorciada», le dijo a su nuera. «Te sugiero que te saques
la idea del divorcio de la cabeza».
El asunto fue mucho más allá
de un simple consejo, puesto que el patriarca del clan le llegó a ofrecer un
millón de dólares a cambio de desistir de sus intenciones y hasta 20
millones si su hijo decidía volver a casa con una enfermedad venérea por
acostarse con quien no debía.
Matrimonio
lleno de engaños
Es una situación que podría
haber sucedido incluso antes de que Kennedy accediera a la presidencia tras
imponerse a Richard Nixon en las elecciones de 1960. Ya siendo senador, la
ambiciosa señora Kennedy quiso romper con ese matrimonio lleno de engaños y
decepciones, lo que sin duda hubiera arruinado el sueño del clan de
Massachusets de tener a uno de sus miembros sentado en el sillón del despacho
oval de la Casa Blanca. Los implicaciones políticas pasaban también en aquella
época por el dormitorio.
Además hubiera truncado las
esperanzas de la propia Kennedy, una mujer ambiciosa que logró que su primer
marido la convirtiera en Primera Dama del país y que el segundo la llevara a
ser una de las mujeres más ricas del mundo, esposa de Aristóteles
Onassis como fue hasta la muerte del magnate en 1975.
La biografía sobre la mujer
nacida en Southampton, Nueva York, en 1929, describe los inicios de esa
ambición, que la transportaron a las más altas cotas del estamento social
siendo antes una modesta fotógrafa de prensa para el ya desaparecido
Washington Times-Herald. Se sabe que estaba escribiendo un guión sobre la
cuarta primera dama de Estados Unidos, Dolley Madison -que nadie en Hollywood
le quiso comprar, por cierto-, y que era adicta al tabaco de mascar, todo ello
mientras tramaba cómo llegar hasta un hombre rico para dedicarse
a mejor vida que la de una asalariada del periodismo de calle.
White da cuenta en el libro
del deseo de Kennedy de cazar un marido interesante
«No tengo planes de casarme
con un reportero, pero quizá, a través de conexiones, puede que conozca a un
hombre que sea rico», dijo en una ocasión. Algo que llegaría pronto tras
conocer al brillante político de la mano de un colega, Charles Bartlett, el
hombre que no sólo le presentó a Kennedy, sino que pudo presumir de haber
salido antes con Jacqueline Lee Bouvier.
«Era muy mona, muy dulce e
impecable, o al menos eso pensé en aquel momento», dice Bartlett. La joven
Bouvier tuvo que ver también con John White, un empleado del Departamento de
Estado que llegó a estar locamente enamorado de Kick Kennedy, hermana del
futuro presidente y que falleció en 1948 en un accidente de avión.
White da cuenta en el libro
del deseo de Kennedy de cazar un marido interesante. «Prefiero que sea
americano, pero me conformaría con un hombre británico, quizá un francés.
Si es británico, quiero que se parezca al príncipe Philip», dijo entonces la
aspirante a gran dama de la alta sociedad. Son voces que han ayudado a
construir un perfil de una mujer que supo colmar sus ambiciones, pese a las
humillaciones continuas de su primer marido.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/06/08/539433f6ca4741da2a8b4573.html
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