viernes, 20 de junio de 2014

SIEMPRE GINSBERG




Hay quienes dicen que Allen Ginsberg  (1926- 1997) fue un verdadero gran poeta. Otros lo juzgan un excelente “showman” –quizás un algo pirado- que , eso sí, estuvo en todas las guerras. O contra todas las guerras. Defendió a los judíos (él lo era) pero también culpó a Israel de las matanzas de palestinos. Probó todas las drogas, lideró todos los antisistemas con poesía que recitaba muy bien o incluso salmodiaba. Su novio de toda la vida, Peter Orlovsky (que le sobrevivió unos años) no era óbice ni para su promiscuidad gay ni para los tríos consentidos, por ejemplo con Jack Kerouac, el otro gran “beat”, el otro gran mito… Creo que Mailer lo dijo bien: “No diría que es un gran poeta sino que es nuestro gran poeta americano”. Muchos carismas ha de tener para que Anagrama (que tiene pavor a la poesía) haya editado -y muy bien, bilingüe- los libros más famosos de Allen, “Aullido” (1956) y “Kaddish” (1961) que acaba de salir en la más completa edición española…
Hay poemas de Ginsberg que parecen desastrados, o fruto de un visionarismo sin meta, pero a veces logra magníficos poemas directos o esos dos himnos bravos que son “Aullido” y “Kaddish” que es el nombre de una oración judía, escrita en arameo, que se reza en público y que según los muy ortodoxos precisa, por tanto, la presencia de diez varones. 

 El “Kaddish” es una exaltación y una súplica a dios, por eso el “Kaddish” a los difuntos es el más famoso. Cuando en 1956 murió la desdichada Naomi (la madre de Ginsberg) tras años de padecimientos y locura, no le pudieron entonar el “kaddish”, por falta de quórum de varones. Su hijo pagó esa falta y el amor y la desolación hacia su madre, escribiendo  el largo himno que abre el libro: súplica, desorden, ensoñación, amor, relato de la destrucción de una emigrada rusa…  (“Es extraño pensar en ti ahora, lejos sin corsé ni ojos, mientras camino por el soleado pavimento de Greenwich Village…”) Ginsberg, que es un gran poeta desmedido pero que llevó el poema más lejos (lo que importa) pertenece, claro, a la tradición de Whitman o de otro norteamericano, Vachel Lindsay, que recorría los  caminos recitando… Pero también es plenamente moderno, porque “Aullido” es un peldaño de la modernidad, como antes lo fue (en rada distinta) “La tierra baldía”. En el libro “Kaddish” hay poemas que pueden caerse en su delirio (“Gas de la risa”) pero otros, aparte del principal, enseñan maneras oníricas nuevas en la época: “Ácido lisérgico”. 


De algún modo Ginsberg, defensor de todas las rebeldías, sensual sin cortarse, enseñó también otro camino a la mística, no por la ascesis ni por el “satori”, sino por el desarreglo sensorial no razonado (Rimbaud decía razonado) que lleva a metas transestelares, viajes por el universo, sin dejar de vivir el hoy o el sexo… Como Kerouac, Ginsberg resulta imprescindible. A todos se les ocurre que tiene una película intelectual, visionaria y gay, y la tiene. Es curioso que el actor (gay) que hace de Ginsberg sea Daniel Radcliffe, el que hizo de “Harry Potter”. Ahora la magia es distinta. Pero lean y sientan que la Poesía lo llena todo y de todo puede hablar. No es una mujer seca y sola teñida de viejo hermetismo.

http://luisantoniodevillena.es/web/articulos/siempre-ginsberg/

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