Pablo Ordaz Roma
Marco D’Amore, a la izquierda, y Salvio Esposito, en una escena de la
serie.
En las últimas semanas, el mundo de la Camorra, la feroz mafia
napolitana, ha recibido tres grandes golpes. En orden cronológico, el primero
fue la decisión de
colaborar con la justicia de Antonio Iovine, uno de los capos del
poderoso clan de los Casalesi, y el tercero la victoria en las elecciones
municipales de Casal del Príncipe —cuna y feudo de los Casalesi— de Renato
Natale, un médico conocido por su frontal oposición a la Mafia. En medio, desde
el 6 de mayo hasta ahora, el canal de pago Sky ha emitido Gomorra-La
serie, 12 capítulos de 50 minutos inspirados en la novela del
periodista Roberto Saviano con una calidad y un ritmo que resisten la
comparación con la ya mítica The
Wire. Las primeras dos noticias —el arrepentimiento de un capo y
la victoria electoral de un luchador anti-Mafia— constituyen sendos golpes
claros a la Camorra, ¿pero por qué habría de serlo también una serie televisiva
de ficción?
La respuesta está en las palabras de Marco D’Amore, un actor de 32 años que
encarna a Ciro El Inmortal, un asesino despiadado que se convierte en
protagonista de la serie dirigida por Stefano Sollima: “A mi personaje lo odian
todos. Me parece que es el mejor premio: no se puede admirar a un personaje
así”. La clave de Gomorra-La serie, además de una trama y una
realización que ha mantenido a los abonados a Sky pegados al televisor semana
tras semana, está en haber superado un reto muy difícil: lograr que ninguno de
los personajes fascinantes del clan —el patriarca que intenta seguir manejando
los hilos del poder desde prisión, la esposa que encarna la fuerza de las
mujeres de la Mafia, el hijo que se sobrepone a sus propias limitaciones para
mantener la cuota heredada de poder y de sangre...— se convierta en un modelo.
Esto mismo lo explica el
propio Roberto Saviano:
“El desafío era contar el mal desde dentro, manteniendo la credibilidad del
relato, aligerando la narración pero sin suscitar empatía en ningún momento. No
queríamos contar la Camorra al mundo, sino contar el mundo a través de la Camorra.
Y nuestro punto de partida era el siguiente: todos los personajes eran malos.
Porque en ese mundo no hay personajes positivos, ninguno con el que el
espectador pueda solidarizarse ni identificar. Ningún bálsamo de consuelo.
Ningún respiro de alivio”.
Y eso es Gomorra-La serie. Un viaje sin respiro a través del
poder y la crueldad de la mafia napolitana. El resultado es que la serie,
producida por Sky, Cattleya, Fandango, La7 y Beta Film, ha sido vista por
822.000 espectadores de media, con una permanencia del 90%, un share del
3% —no hay que perder de vista que Sky es un canal de pago y no precisamente
económico— y una repercusión considerable en las redes sociales: más de 13.000
mensajes en Twitter han comentado en las últimas horas el final de la primera
temporada. Según Andrea Scrosati, jefe de la oferta de cine, entretenimiento y
noticias de Sky, Gomorra ya es “la serie más vista del canal, tres veces
más que Juego de tronos
y cinco veces más que House of Cards”.
Scrosati incide en que, con todo, el aspecto más interesante es el consenso del
público al percibir el verdadero carácter de la Mafia: “Ha quedado claro que no
hay indulgencia en el mal”.
La mala noticia para la Camorra procede además de que la serie en la
que sale tan mal parada ha sido ya vendida a más de 50 países y que en Italia
crece la expectación por verla. El actor Marco D’Amore, que ya tendrá que vivir
un buen tiempo asociado al personaje de Ciro El Inmortal, cuenta que no ha
tenido problemas al regresar a Scampia, el barrio de Nápoles donde se
desarrolla el libro de Saviano y también buena
parte de la serie. “He vuelto”, cuenta, “como Marco, como el
ciudadano, el amigo, no como Ciro El Inmortal, pero la mirada de la gente ha
cambiado. Creo que han apreciado la honestidad con la que he interpretado el
mal. Me lo han agradecido diciéndome: ‘muchas dinámicas las hemos entendido
gracias a ti”. Suele contar Saviano que lo que provocó su condena a muerte por
parte de la Camorra no fue el libro en sí, sino el éxito que tuvo. Hoy celebra
el éxito de la serie desde su exilio de Nueva York.
Hay un momento en que cualquier atisbo de fascinación por el poder y el
dinero de la Camorra, por esa versión criminal del vive rápido, muere joven y
deja un cadáver bonito, se viene abajo de forma abrupta. Es a la altura del
capítulo ocho, cuando Gomorra-La serie reproduce el asesinato de
Gelsomina Verde, una muchacha de 22 años torturada durante horas y asesinada de
tres disparos en la nuca en 2004. El cadáver de Mina fue luego quemado en su
propio coche, en un intento de borrar las huellas de la tortura, al percatarse
los sicarios del clan Di Lauro de que la agonía de aquella muchacha inocente
indignaría a la gente. A medida que el capítulo de Gomorrase iba
desarrollando, Twitter se llenó de mensajes de espanto: “¿Es verdad esta
historia?”.
No solo era verdad, sino que fue peor. El asesinato de Mina no fue un
crimen más de la Camorra. Fue un ejemplo de la barbarie de la que es capaz la
Mafia. Y la serie cumple aquí una función crucial y muy eficaz: matar el
olvido.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/12/television/1402593795_735214.html
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