La plebe reza, canta, gime o blasfema hacinada al
pie de la muralla, aunque a veces los adecanes del poder realizan un sorteo
aleatorio que permite a los agraciados franquear la puerta
Sin que la podamos ver, puesto que sus muros son
muy transparentes, ante nuestros ojos se está levantando con levas de esclavos
modernos una nueva Ciudad Prohibida, que alberga al emperador de la dinastía
financiera celestial cuyo poder es omnímodo, férreo e igualmente invisible. La
Ciudad Prohibida de Pekín, rodeada de una muralla de color sangre y protegida
por un foso ancho y profundo, contenía un laberinto de 9.999 estancias. En el
palacio central, llamado de la Armonía Suprema, se elevaba el trono del emperador.
Esa ciudad estaba habitada por guardias muy armados, sacerdotes, altos
funcionarios, adivinos, sanadores, cocineros y cientos de concubinas atendidas
por eunucos.
Sólo algunos cortesanos gozaban del privilegio de acercarse al
trono de oro para recibir las órdenes del emperador sin levantar los ojos del
suelo ni darle nunca la espalda. Fuera de la ciudadela la gente corriente vivía
al margen de esta organización del Estado imperial como mano de obra esclava y
carne de cañón. En nuestros días es muy difícil discernir esa nueva Ciudad
Prohibida rodeada por una muralla de sangre muy transparente, que se está
construyendo en medio de nuestra sociedad, pero todo está ya dispuesto para que
a ese recinto hermético, sagrado e invisible sólo puedan acceder los señores de
la guerra, los economistas agoreros, los dueños del dinero, los sacerdotes
servidores directos del poder. La plebe reza, canta, gime o blasfema hacinada
al pie de la muralla, aunque a veces los edecanes del poder realizan un sorteo
aleatorio entre la ciudadanía común, que permite a los agraciados franquear la
puerta. A estos elegidos se les exige el juramento explícito de fidelidad ciega
al sistema de la Suprema Armonía, acompañado del esfuerzo de no menos de tres
carreras, cuatro másteres y cinco idiomas. Dentro de esta ciudadela sus
habitantes se reproducen por sí mismos para ser cada día más fuertes, más
inaccesibles, más blindados; fuera de ella los pobres se fecundan entre sí y se
multiplican para ser cada día más pobres, más desesperados, a quienes el poder
les reserva una sopa de caridad si se someten a su destino o la verga de la
policía si se rebelan. Por su parte la historia ya está preparando el caballo
de Troya para que esta Ciudad Prohibida sea asaltada.
http://elpais.com/elpais/2014/05/31/opinion/1401547510_304347.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario