Sinopsis
Saúl Auslander es uno de los muchos judíos que malviven en el campo de
concentración de Auschwitz en 1944. Obligado a trabajar en los hornos
crematorios del complejo, su misión consta de quemar los cadáveres de los
habitantes de su propio pueblo. En un encomiable ejercicio de moral, Saúl
intentará salvar de las llamas el cuerpo del que piensa es su hijo y buscará un
rabino para enterrarlo. De este modo, Saúl hará lo posible por salvar los
restos de un hijo del que nunca se ocupó cuando vivía. El cortometrajista
húngaro Lazlo Nemes debuta en la pantalla grande con El hijo de Saul, un drama
ambientado en la segunda guerra mundial en el que se introduce al espectador en
el núcleo de un campo de concentración. Lo hace con una historia que huye de la
grandilocuencia de otras producciones de esta época para contarnos una historia
íntima en torno a su protagonista. Tal es la obsesión con acotar el relato, que
el director apuesta por una fotografía con poca profundidad de campo y una
reducida cantidad de información, visual y de hechos, tanto para sus personajes
como para el público. Gran triunfadora en el Festival de Cannes, donde
consiguió cuatro premios (entre ellos, el de mejor película) El hijo de Saul
llega, además, como una de las grandes favoritas a ganar el Oscar a la Mejor
película de habla no inglesa. Buena parte de culpa la tiene la alabada
interpretación del debutante Geza Rohrig, que da vida a un personaje que,
privado de su humanidad, encuentra la esperanza y el afán por sobrevivir en una
hazaña aparentemente vana e inútil. Le secundan Levente Molnar (Morgen) y Uwe
Lauer (La revolución de la Sra. Ratcliffe).
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