ÁLVARO DEL AMO
"Reponds a ma tendresse!", le ruega Dalila a Sansón en una
trasposición lírica del boudoir parisino al relato bíblico, como si dos
franceses de 1877, con su sensibilidad, su experiencia erótica y su estrategia
de seducción jugaran a disfrazarse
con el prestigio de figuras míticas del Antiguo Testamento. Un capricho
o una concesión a la moda que configura la obra con una rigidez imposible de
sortear: los amantes desgarrados
por la traición y cómplices en una sensualidad incendiaria, tienen que
resolver su conflicto en un contexto político y religioso ajeno y remoto, que
la sutileza musical del refinado compositor intenta equilibrar, sin conseguirlo
del todo. La ópera de Saint-Säens, como algunas de su compatriota Massenet,
desde la perspectiva del espectador presente, remite a la ampulosidad, abrumada
por el cartón piedra y perfumada de kitsch, de la película de Cecil B. De Mille
sobre la misma pareja.
La puesta en escena de La Fura dels Baus subraya la
opresión del pueblo hebreo con imágenes proyectadas, linternas sobre la cabeza
de cada siervo, sin olvidar un cinturón explosivo. Los amantes debaten su drama
en un difícil abrazo, amenazados por manos que simulan serpientes, sobre la
alarma de una peana insegura. Las convenciones decimonónicas se agitan y
manipulan sin romperse del todo, gracias a la coherencia de un estilo bien probado.
Un momento de la representación de 'Sansón y Dalila' en el
Palau de les Arts, en Valencia EFE
El eje de la obra es Dalila, precursora de la figura literaria de la mujer
fatal, un muy jugoso papel, del que la joven mezzosoprano armenia Varduhi Abrahamyan se apropia con autoridad.
Una hembra de carácter, transida en la fragilidad de sus sentimientos heridos,
cruel a la hora de manejar las tijeras de la venganza, y muy sabia en presentar
ante las autoridades filisteas su papel de instrumento político cuando solo el
despecho motiva sus actos. Gregory
Kunde, algo áspero al comienzo, encontró la angustia de Sansón cuando se
encuentra ante su obsesión; su "Te
quiero, Dalila", más allá del propósito amoroso, es la confesión de
un pecador, el grito de un reo y la certeza de que la muerte y el infierno nada
son ante la inminencia del abrazo.
André Heyboer, como Sumo Sacerdote, Alejandro López como Abimélech, y
los demás apechugan valientes con sus papeles, todos alcanzados por el frío
dardo del tópico.
El coro, a tientas en la semioscuridad impuesta por Padrissa o en festivos
retozos orgiásticos bajo luces parpadeantes, demostró su poder tanto como
ejército invasor como cuando le tocaba lamentarse como masa de esclavos.Plácido Domingo, que ha sido un muy
frecuente y óptimo protagonista, dirigió
la excelente orquesta en un acto que mucho tenía de mutuo homenaje. Su
flamante cumpleaños número 75 fue cálido, amistoso y merecidísimamente
aplaudido.
'Sansón y Dalila'
Autor: Camille Saint-Säens/ Director musical: Plácido Domingo/ Dirección de
escena: La Fura dels Baus - Carlus Padrissa/ Videocreación: Marc Molinos/
Reparto: Varduhi Abrahamyan, Gregoy Kunde, Alejandro López/ Producción de la
Ópera de Roma/ Orquesta y Coro Titulares/ Escenario: Palau de les Arts de Valencia/
Fecha: 20 de enero.
http://www.elmundo.es/cultura/2016/01/22/56a13dee22601dc7358b46ae.html
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