Teatro de La Zarzuela. Madrid, 14 de
enero de 2019., 11.30 horas
Se trata de una
oportunidad para que los pequeños (el día de autos tenían entre 6 y 7 años
aproximadamente), tras el extraordinario éxito de la pasada temporada, en la
que más de 1.200 niños y mayores “tomaron” el Ambigú del histórico recinto del
Teatro de la Zarzuela, vean la reposición de ‘Perdida en el Bosco’.
Es una deliciosa y
etérea historia infantil, con títeres, con animales, con instrumentos de época
y explicaciones sobre el tratamiento de ellos y de la música tradicional poco
frecuentada. Los niños tienen al final, la oportunidad de establecer un diálogo con los actores- músicos, en un clima
cercano, distendido, sentados sobre una alfombra muy mullida roja y almohadones
a juego, todos ellos laureados con una gran zeta blanca: la reconocible marca
de la casa.
El famoso Ambigú de
La Zarzuela es un espacio de usos múltiples, donde a ratos, y según la ocasión,
se toma una copa entre los actos de las funciones vespertinas, se realiza una
presentación a la prensa o un espectáculo con formato ad hoc y a diferentes
horas de una jornada, llena de cosas, como es habitual en esta institución
pública de la capital madrileña.
“Perdida en el
Bosco” serán 12 funciones -diez escolares y dos abiertas- del 14 al 20 de enero,
las escolares (del 14 al 18 de enero) y dos abiertas al público familiar:
sábado 19 y domingo 20 de enero, ambas a las 13h00. Todas ellas en el Ambigú
del coliseo, para espectadores a partir de 6 años. Es una coproducción entre el
Teatro y la compañía hispano-canadiense Claroscvro, y está firmado por Julie
Vachon y Francisco de Paula Sánchez.
La historia, cuyos
personajes cobran vida gracias a unos asombrosos títeres, se desarrolla a lomos
de una música también muy peculiar: Cantigas de Alfonso X el Sabio, Codex
Calixtinus o Llibre Vermell de Montserrat, y otras composiciones medievales, interpretadas
en directo por Sara Marina y Emilio Villalba, que también participan como
“ángeles”, todos con trajes de época, sencillos y funcionales, en esta fantasía.
Como aseguran todos
los que acompañan los proyectos colectivos del teatro (técnicos, auxiliares de
sala, músicos, gestores, prensa, entre otros, )”desde que Daniel Bianco
asumiera la dirección del Teatro de la Zarzuela, tanto niños como jóvenes son
objetivo prioritario en el proyecto artístico y educativo de La Zarzuela. El propósito
es que este público aún sin prejuicios, poco a poco adquiera el hábito de
recrearse en el alma misma de nuestro patrimonio musical y teatral, sin apenas
esfuerzo, utilizando la diversión inteligente como vía de aprendizaje”.
La temática de la
obra y la naturaleza de sus personajes hablan a los más pequeños, entre otros
muchos valores y de forma directa, del respeto a la diversidad en su sentido
más amplio. Y lo hace a través de unas asombrosas y originales marionetas que
van desarrollando la historia entretejida con música medieval: Cantigas de
Alfonso X el Sabio, Codex Calixtinus o Llibre Vermell de Montserrat, que
interpretan en vivo Sara Marina y Emilio Villalba, quienes también participan
como “ángeles” en esta fantasía.
Dejar de ser adulto
en ocasiones, ofrece unas oportunidades enormes: volver a sentir sin
cortapisas, al natural, disfrutar por la piel y los meros sentidos, libre, sin
que, necesariamente, todo pase por un proceso de elaboración cognitiva más o
menos erudita o apriorística, la de la escucha domesticada, razonada, entrenada
por horas y horas de estudio en conservatorio o de audiciones, muy regladas y
canónicas en las salas de conciertos. El mundo musical de los mayores cultos,
en fin…
Los maestros
acompañantes pudieron disfrutar también de una relación diferente con sus
alumnos, habitualmente recluidos en clases con un aprendizaje por materias,
bastante más codificado, interminable. El personal presente de La Zarzuela,
distendido como nunca, sonreía viendo cómo los pequeños se asombraban,
comentaban la obra, aplaudían o se asustaban por las peripecias del cuento.
Puro Bruno Bettelheim (“Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, Grijalbo,
Crítica.), ya se sabe.
Personalmente disfruté
como una más, sentada en un sillón maravilloso de terciopelo rojo dispuesto
para la ocasión, privilegiada autora de esta reseña y relatora y testigo
encantada del encuentro, como una reinona maga rezagada, de vuelta a la
infancia.
Alicia Perris
No hay comentarios:
Publicar un comentario