jueves, 17 de enero de 2019

EL TEATRO DE LA ZARZUELA DE MADRID REPONE “PERDIDA EN EL BOSCO” UN MÁGICO SUEÑO DE MARIONETAS Y MÚSICA MEDIEVAL EN VIVO PARA EL PÚBLICO INFANTIL (...Y NO TANTO).


 Teatro de La Zarzuela.  Madrid, 14 de enero de 2019., 11.30 horas
Se trata de una oportunidad para que los pequeños (el día de autos tenían entre 6 y 7 años aproximadamente), tras el extraordinario éxito de la pasada temporada, en la que más de 1.200 niños y mayores “tomaron” el Ambigú del histórico recinto del Teatro de la Zarzuela, vean la reposición de ‘Perdida en el Bosco’.


Es una deliciosa y etérea historia infantil, con títeres, con animales, con instrumentos de época y explicaciones sobre el tratamiento de ellos y de la música tradicional poco frecuentada. Los niños tienen al final, la oportunidad de establecer un  diálogo con los actores- músicos, en un clima cercano, distendido, sentados sobre una alfombra muy mullida roja y almohadones a juego, todos ellos laureados con una gran zeta blanca: la reconocible marca de la casa.


El famoso Ambigú de La Zarzuela es un espacio de usos múltiples, donde a ratos, y según la ocasión, se toma una copa entre los actos de las funciones vespertinas, se realiza una presentación a la prensa o un espectáculo con formato ad hoc y a diferentes horas de una jornada, llena de cosas, como es habitual en esta institución pública de la capital madrileña.
“Perdida en el Bosco” serán 12 funciones -diez escolares y dos abiertas- del 14 al 20 de enero, las escolares (del 14 al 18 de enero) y dos abiertas al público familiar: sábado 19 y domingo 20 de enero, ambas a las 13h00. Todas ellas en el Ambigú del coliseo, para espectadores a partir de 6 años. Es una coproducción entre el Teatro y la compañía hispano-canadiense Claroscvro, y está firmado por Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez.

La historia, cuyos personajes cobran vida gracias a unos asombrosos títeres, se desarrolla a lomos de una música también muy peculiar: Cantigas de Alfonso X el Sabio, Codex Calixtinus o Llibre Vermell de Montserrat, y otras composiciones medievales, interpretadas en directo por Sara Marina y Emilio Villalba, que también participan como “ángeles”, todos con trajes de época, sencillos y funcionales, en esta fantasía.

Como aseguran todos los que acompañan los proyectos colectivos del teatro (técnicos, auxiliares de sala, músicos, gestores, prensa, entre otros, )”desde que Daniel Bianco asumiera la dirección del Teatro de la Zarzuela, tanto niños como jóvenes son objetivo prioritario en el proyecto artístico y educativo de La Zarzuela. El propósito es que este público aún sin prejuicios, poco a poco adquiera el hábito de recrearse en el alma misma de nuestro patrimonio musical y teatral, sin apenas esfuerzo, utilizando la diversión inteligente como vía de aprendizaje”.



La temática de la obra y la naturaleza de sus personajes hablan a los más pequeños, entre otros muchos valores y de forma directa, del respeto a la diversidad en su sentido más amplio. Y lo hace a través de unas asombrosas y originales marionetas que van desarrollando la historia entretejida con música medieval: Cantigas de Alfonso X el Sabio, Codex Calixtinus o Llibre Vermell de Montserrat, que interpretan en vivo Sara Marina y Emilio Villalba, quienes también participan como “ángeles” en esta fantasía.
Dejar de ser adulto en ocasiones, ofrece unas oportunidades enormes: volver a sentir sin cortapisas, al natural, disfrutar por la piel y los meros sentidos, libre, sin que, necesariamente, todo pase por un proceso de elaboración cognitiva más o menos erudita o apriorística, la de la escucha domesticada, razonada, entrenada por horas y horas de estudio en conservatorio o de audiciones, muy regladas y canónicas en las salas de conciertos. El mundo musical de los mayores cultos, en fin…

Los maestros acompañantes pudieron disfrutar también de una relación diferente con sus alumnos, habitualmente recluidos en clases con un aprendizaje por materias, bastante más codificado, interminable. El personal presente de La Zarzuela, distendido como nunca, sonreía viendo cómo los pequeños se asombraban, comentaban la obra, aplaudían o se asustaban por las peripecias del cuento. Puro Bruno Bettelheim (“Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, Grijalbo, Crítica.), ya se sabe.

Personalmente disfruté como una más, sentada en un sillón maravilloso de terciopelo rojo dispuesto para la ocasión, privilegiada autora de esta reseña y relatora y testigo encantada del encuentro, como una reinona maga rezagada, de vuelta a la infancia.
Alicia Perris

No hay comentarios:

Publicar un comentario