Juan José Millás
NOS INTERESA este Papá Noel, nos interesa la calle que cruza, nos
interesan los coches aparcados, las luces encendidas, los grafitis, los
aparatos del aire acondicionado. Nos interesa la noche. La noche oscura del
alma, añadiríamos, que se cierne sobre el personaje solitario y sobre nosotros
también, sus turbados espectadores, que podríamos formar parte del cuadro, que
quizá acabamos de desaparecer por el punto de fuga de la perspectiva lineal
obtenida por el fotógrafo. “Oh, qué dulce cosa es la perspectiva”, exclamaba
Paolo Uccello hace ya cinco o seis siglos, no sé, y todavía la frase conserva
su vigencia porque la perspectiva, como aquella bebida energética del anuncio,
nos da alas, nos señala un horizonte, nos permite imaginar que quizás a la
vuelta de la esquina, en vez de un atracador, haya un ángel que nos guíe hacia
la felicidad, a, a, a, a.
Nos interesa este Papá Noel, decíamos, porque somos morbosos y nos
recreamos en las imágenes de la derrota. He aquí un hombre hecho polvo que
seguramente vuelve de unos grandes almacenes donde ha procurado un rato de
felicidad a los niños (y niñas) que se han sentado en sus rodillas. Hay
jornadas laborales que agotan, sobre todo si el trabajo consiste en regalar una
dicha de la que careces. No sabemos si Papá Noel es feliz, no da la impresión,
pero es desde luego un hombre de orden, pues incluso con la calle vacía utiliza
el paso de cebra para atravesarla. Íbamos a decir algo también de la maleta,
pero es tan triste esa maleta y añade al conjunto tales cantidades de desamparo
que quizá sea mejor dejarlo aquí. Feliz 2019.
https://elpais.com/elpais/2018/12/28/eps/1546013942_494134.html
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