miércoles, 9 de enero de 2019

SUPONGO. NADIE NOS ADVIERTE, PERO EL INFIERNO VIVE EN NOSOTROS BAJO LA FORMA DE LA INDIFERENCIA


LEILA GUERRIERO


Una pareja durante su boda. GETTY IMAGES

Supongo que creen que siempre tendrán ganas de comprar los primeros jazmines de la primavera. De llenar la casa de flores. De estrenar ropa. Supongo que creen que siempre tendrán deseos de vivir un tiempo en un país extranjero. De tomar un tren. De salir con amigos. De ir a bares, al cine, a la montaña, a pasar diez días junto al mar. Supongo que creen que siempre querrán viajar a Nueva York, conocer las islas Fidji. Ir a Laos y a Myanmar. Mirar caballos sueltos en el campo. Escuchar música, podar las plantas cuando sea la época, hacer regalos. Supongo que creen que siempre querrán cocinar para alguien, vestirse para alguien, tener sexo con alguien, despertar con alguien, decirle a alguien “Me importás mucho”. Dormir abrazados. Supongo que creen que siempre tendrán afecto y que lo querrán. Vida y que la querrán. Días por delante y que los querrán. Supongo que creen que siempre sentirán el tirón del deseo, que siempre responderán con la caballería del entusiasmo. Que nunca se mirarán al espejo y pensarán “lo mejor ya pasó y ni siquiera me di cuenta”. Supongo que creen que nunca estarán cansados. Cítricamente cansados. Como una piedra muerta. Supongo que creen que la vida les va a durar toda la vida. Que la alegría les va a durar toda la vida. Supongo que suponen que nunca estarán unidos a cada una de las horas por el hilo flojo de la desesperación. “Vas a dejar cosas en el camino / hasta que al final vas a dejar el camino. / Vas a estar estancado pero sin cultivar enfermedad. / No te vas a pudrir, ni vas a provocar fermentación. / Lo que renueves, se renovará por sí. Lo que no circules, se renovará por sí. / No vas a promover conflictos: / nadie se pelearía por vos. Vas a carecer de valor”, escribe el poeta argentino Mariano Blatt. Nadie nos advierte, pero el infierno vive en nosotros bajo la forma de la indiferencia.

https://elpais.com/elpais/2019/01/08/opinion/1546959872_808431.html

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