viernes, 8 de agosto de 2014

BAILARINES DEL NEW YORK CITY BALLET. DANZA FESTIVAL DE VERANO CAVIAR EN LA ENSALADA


 
JULIA MARTÍN San Lorenzo del Escorial 

¿Es que no hay programadores e instituciones con sentido común? ¿Qué circunstancias pueden haber conducido a programar este magnífico y estimulante espectáculo de Danza al modo de caviar en la ensalada, un solo día y perdido dentro de un llamado "festival de verano" sin pies ni cabeza, ni explicación alguna sobre las' churras y merinas' que le da por juntar?.
Fue un lujo. Por la calidad de los bailarines -ocho solistas del histórico ballet que fundara Georges Balanchine en los años treinta y que aún conserva unas líneas de estilo inconfundibles-, por el acierto del programa, de dos genios como Balanchine y Robbins, que quitaron el polvo al ballet para ponerlo como reflejo de su tiempo y 'contaminarlo' con cualquier otro estilo o inspiración, con un resultado elegante, optimista y depurado. Con ellos nació esa 'escuela americana libre de cargas históricas, para poner el ballet a la altura de una Norteamérica que construía su propia idiosincrasia.
Joaquín de Luz es el más desconocido de esa Generación de Oro que sacó el maestro Ullate, y después de integrar su Ballet, pobló las mejores compañías. El bailarín está en una madurez fantástica y además baila con la misma generosidad y el mismo talante vital que conquistaba con veinte años. Pero suma la experiencia de primer bailarín en el American ballet y después más de diez años como estrella del NYCB.
Con Ashley Bouder, elegante, y fluida en el juego expresivo, el español brilló en la preciosa 'estilización' de Other Dances, con un estupendo ejercicio aéreo. Robbins depura las líneas y genera una ligereza permanente pero alejándose del espejo romántico de Las Sílfides de Fokin para componer con los valses y mazurcas de Chopin, un delicioso baile de pareja en demi-caractère.
Después del juguete diabólico la Tarantella 'balanchiniana' que muy pocos se atreven a activar y Ashley Isaacs y Spartak Hoxa lo consiguieron con nota, ágiles, veloces y humorísticos, se disfrutó de Joaquín de Luz a solas, en una pieza hecha para su personalidad, que daba lucimiento a sus momentos de bravura y a su personalidad teatral. De Luz, no sólo firmó una ronda de dobles tours en l'air y varios momentos de control de energía perfectos: conquistó con un estado de ánimo especial, transparente y agradecido (encima) por bailar en su tierra.
El también español, Gonzalo García es el prototipo de bailarín apolíneo, elegante y bello como actor del Hollyvood de los años cincuenta. Perfecto en el modelo de 'neoclasicismo' del Apollo, con sus insertos de formas 'modernas', su armonía 'clásica' y el precioso pulido de líneas 'art decó'. Bordó su complejo e imaginativo diseño de danza, igual de Sterning Hyltin, Ashley Isaacs y Gretchen Smith en las graciosas variaciones de las musas.
El 'regalo' de Joaquín de Luz terminó con Who Cares, el homenaje que 'Mr. B.' rindió en 1970 al Nueva York de los años treinta retratando a su manera balletística, los ritmos ligeros de las canciones de Gershwin (1924 a 1930). Un brillante bailarín, Amar Ramasar acompañó a las cuatro chicas en esa actitud desenfadada y esa técnica de precisión y velocidad, que sólo ellos pueden manejar así de resuelta, sin rastro de tensión. Porque aquí la dificultad está recubierta de glamur, naturalidad y ganas de diversión. Es Broadway y es ballet, en una vertiginosa borrachera de movimiento, con los acentos estáticos precisos y apropiándose del espacio con un aire de dominio y libertad asombroso. ¡Qué gusto!

http://www.elmundo.es/cultura/2014/08/07/53e3416522601d38168b4572.html

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