Tommaso Koch Madrid
SCIAMMARELLA
¡Acción! Un coche avanza por el Buenos Aires de los setenta. De golpe,
aparece un puesto de control. En la Argentina de Videla, no puede significar
nada bueno para sus pasajeros. Quizás los retengan, o algo peor. Jorge Mario Bergoglio es el primero en intuir los riesgos. Así
que se lanza del vehículo en marcha y, tras una voltereta, aterriza en un lugar
escondido, a salvo. Y… ¡stop!
El alto no es del director, sino de un periodista. De hecho, Nello
Scavo detuvo la secuencia antes de que naciera. Y lo mismo hizo con las ofertas
que le llovían para adaptar La lista de
Bergoglio (Editorial Claretiana), su libro sobre aquellos
que el futuro Papa salvó durante la dictadura argentina. “Querían hacer una
serie en EE UU con mucho peligro. Tuve propuestas de Holanda o Francia, para
contar la pasión del Papa por el tango o la novia de su juventud”, relata el
italiano, del diario católico Avvenire. Por muchos ceros que
lucieran los contratos, contestó que no. Entre otras cosas, porque ya había
dicho sí. La lista de Bergoglio sería un filme, pero respetuoso
con su investigación y dirigido por la que él considera una garantía: Liliana
Cavani.
“Me gustó el libro, simple e inteligente”, recuerda la cineasta. Tanto
que llamó a Claudia Mori y la animó a producir ese filme. Cavani (que retrató
en la pantalla a San Francisco) se pasará el otoño rematando el guion con Scavo
y Umberto Contarello, escritor de La gran belleza. El equipo espera
rodar en la primera mitad de 2015 y estrenar en la segunda parte del año.
El entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio viaja
en el metro de Buenos Aires en 2008. / AP
Aunque a la sazón será el segundo Bergoglio ficticio en la pantalla.
Porque Call me Francisco se filmará a partir de octubre —en español,
entre Argentina, Italia y Alemania— y llegará a las salas en abril de 2015,
según su productor, Pietro Valsecchi. El director, Daniele Luchetti (Mi
hermano es hijo único), está cerrando el casting en Argentina.
¿Y quién será Bergoglio? La respuesta mezcla evasivas y off the
record. Al parecer, hay varios actores en torno a la cuarentena y con
premios estudiando el borrador de La lista de Bergoglio. “Tenemos
contactos avanzados con un gran intérprete inglés”, detalla Mori, que
baraja ofertas internacionales de coproducción. En el otro bando, tras soñar
con Banderas, ahora suena Rodrigo de la Serna. “Es una opción concreta”,
explicó ayer Luchetti. Valsecchi añade que “la mayoría del reparto será
argentina” y que venderán el filme en el mercado de Cannes.
Cierto secretismo envuelve a ambos proyectos. “Sé cómo arrancará el
filme, pero no se lo voy a decir”, se ríe Contarello. Y Valsecchi esboza una
secuencia sobre cómo Bergoglio acaba en una iglesia, tras jugar al fútbol con
los amigos, y descubre su camino. Ya puestos, más misterios aún rodean a una
tercera obra: Nicola de Angelis también quiere producir una película sobre
Bergoglio. Desde sus oficinas cuentan que el filme, aún sin director, estará
inspirado en textos del Papa y analizará su visión espiritual.
Así, los bergoglios de cine suben a tres, además del reciente
documental Francisco de Buenos Aires. Hay que sumar el pontífice que el
director Paolo Sorrentino retratará en The young Pope, una serie de ocho
capítulos y 22 millones sobre Lenny Belardo, un imaginario papa italoamericano.
Eso sí, queda mucho para que las ideas se hagan realidad. De ahí que la Santa
Sede rechace comentar los proyectos: “¿Cree que el Vaticano va a opinar de algo
que ni tiene guion?”.
Aún así, varios hilos unen las dos películas principales. El
presupuesto es parecido —al menos ocho millones—, así como el formato: un largo
que luego pase, extendido y por entregas, a la televisión. Ambos filmes están
basados en libros de periodistas: el de Luchetti cuenta con Francisco. El
Papa de la gente (Aguilar), de Evangelina Himitian, de La
Nación. Aunque Valsecchi quiso hacerse primero con el libro de Scavo. “Hubo
falta de corrección, no por mi parte”, dice el productor. El periodista responde
que “nunca hubo nada escrito, ni se habló de dinero o plazos”.
Michel Piccoli (centro), en un fotograma de
'Habemus Papam'.
La Iglesia considera a Pedro como el primer Papa. Entonces el cine ni
existía ni se le esperaba. Pero no pasó ni un año entre su nacimiento y el
estreno papal: en 1896, se proyectaba Sua Santità papa Leone XIII, de
Vittorio Calcina.
Más recientes son el Julio II de Rex Harrison en El tormento y
el éxtasis (1965), de Carol Reed o el Leon I que convence a Atila de
que no invada Roma en Hombre o demonio (1954), de Pietro
Francisci.
Luigi Magni multiplicó al Santo Padre en la pantalla de En
nombre del papa rey (1977) a Sed buenos... si podéis
(1983).
En los noventa, El padrino III mostró la muerte de Juan
Pablo I y El marqués del grillo, de Mario Monicelli, retrató a un
Pio VII humillado por Alberto Sordi.
En Amén (2002), de Costa-Gavras, Marcel Jures hizo de Pio XII,
acusado de no oponerse a los nazis.
De 2009 es La mujer papa, con la dirección de Sönke
Wortmann. El mismo personaje aparecía en La papisa Juana (1972),
de Michael Anderson.
Nanni Moretti retrató en 2011 al huidizo cardenal Melville,
interpretado por Michel Piccoli (en la foto), en Habemus Papam.
Las series Los Borgia, de Neil Jordan con Jeremy Irons,
y Borgia, de Tom Fontana, han llevado a los papas hasta la
pequeña pantalla.
Tanta tensión no es lo que predica Bergoglio, un hombre capaz de recolocar la
Iglesia en el centro de los focos. “Por primera vez un papa me habló
también a mí, que soy laico. Aunque al recibir el proyecto pensé que no habría
nada que contar. ¿Qué interés tendría la vida de un hombre que siguió la
carrera eclesiástica? Sin embargo su historia no es solo la de alguien que
llega a ser papa, sino de un argentino, de un personaje político y religioso,
de la dictadura”, defiende Luchetti. Y ese agujero negro de Argentina es otro
punto en común: ambas películas tratarán el periodo en el que Francisco era el
provincial (el responsable) de los jesuitas y el régimen se tragó a miles de
almas. Los setenta son el núcleo de La lista de Bergoglio y uno de los
pilares de Call me Francisco. “La idea es arrancar desde su infancia,
centrarse en su formación y en la dictadura, narrar su vida como arzobispo y la
elección a papa”, aclara Himitian.
Justo la sinopsis encierra una de las diferencias. La lista de
Bergoglio sigue a un periodista que, tras el habemus papam,
investiga en Argentina su rol en la dictadura y descubre que muchos se salvaron
gracias a su ayuda. En el libro —del que prepara una secuela—, Scavo relata
episodios con nombres y apellidos y narra la resistencia de varios testigos. Al
principio, sospechó que Bergoglio escondiera algo. Pero concluyó que el
silencio de los ayudados se debía a que “él no quiso presumir”.
Francisco. El Papa de la gente es una biografía, narrada a
través de su entorno más cercano. Una obra privilegiada ya que el padre de
Himitian es amigo de Bergoglio y la autora, evangélica, le entrevistó varias
veces. Hasta pudo entregarle el libro: “Al llegar al Vaticano no estaba en la
lista así que no podía entrar. Salió él y les dijo a los guardias que me
dejaran pasar”. Se trata del sello de Bergoglio, un papa cercano, “conservador en lo dogmático pero progresista
en lo social”, según Himitian, que se ha ganado la simpatía de todos. “Están
los que son pobres, y luego la nada. Él defendió a la nada”, agrega Valsecchi.
Con tantos elogios y dos equipos de algún modo ligados a la Iglesia, ¿no se
reducirá todo a mera apología del Papa? “No haremos un santino [una
estampita], sino un filme”, promete Valsecchi.
Pietro Valsecchi, productor de Call me Francisco
Eso sí, los entrevistados protegen a Bergoglio de los ataques que
sufrió tras su nombramiento. El periodista Horacio Verbitsky le acusó de no
oponerse a la dictadura y el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, en el
prólogo del libro de Scavo, exculpa a Francisco pero subraya que “no participó
entonces en la lucha por la defensa de los derechos humanos”. Los entrevistados
pasan de atribuir las críticas a los opositores de Bergoglio a colocarle en lo
que Alfredo Somoza, uno de los salvados por Francisco, llama el “tercer grupo”:
esa parte de la Iglesia que ni resistió hasta la muerte ni fue cómplice, sino
que, sin condenar el régimen públicamente, ayudó a salvar a mucha gente.
En el campo de minas del pasado, ambas películas se pasean con
cautela. Habrá libertad creativa, pero no en lo histórico. Y, juran, no habrá
carrera hacia la taquilla. “Puede ocurrir, pero parecen comprometidos con el
proyecto”, se sincera Himitian. Los dos equipos aseguran no notar el peso de un
personaje tan trascendente. Aunque Valsecchi confiesa: “Podemos hacer una
estupidez o una obra maestra. Será lo segundo. Y que Dios nos asista”. Nunca
mejor dicho.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/08/19/actualidad/1408470595_619404.html
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