jueves, 26 de febrero de 2015

EL SUEÑO DE JULIO VERNE. UNA MUESTRA PONE EN DIÁLOGO OBJETOS DEL ESCRITOR CON EL ARTE DE ERIC FONTENEAU

SERGIO C. FANJUL Madrid 


El globo terráqueo que fue propiedad del escritor francés Julio Verne es parte de la exposición en La casa del Lector de Matadero Madrid / BERNARDO PEREZ

Julio Verne (Nantes, 1828; Amiens, 1905), considerado junto a H.G. Wells padre de la ciencia ficción, supo prever, gracias a su rigor científico y su mente lógica, muchos avances tecnológicos y conquistas de la Humanidad: el submarino, los viajes a la Luna, la conquista de los polos o el descubrimiento de las fuentes del Nilo. Al poner los productos de su fértil imaginación en negro sobre blanco en una serie de novelas titulada Viajes extraordinarios, consiguió sembrar de prodigios y amor a la ciencia, la aventura y la literatura a todas las generaciones que le hemos sucedido.

La exposición Nuevos viajes extraordinarios. Julio Verne / Eric Fonteneau, que se puede ver en la Casa del Lector de Matadero desde hoy hasta el 19 de julio, pone en diálogo algunos de los objetos del escritor, procedentes del Museo Julio Verne de Nantes, con la obra del artista francés Eric Fonteneau (Cholet, 1954) inspirada en la literatura del primero. “Es una charla de un contemporáneo nuestro con un escritor de otro tiempo, aunque este escritor, debido a su imaginación, era tanto o más contemporáneo que nosotros”, dice César Antonio Molina, director de la Casa del Lector. “Hay escritores que son de su tiempo y su país”, continua Molina, “pero otros los sobrepasan y son de toda la Humanidad. Es el caso de Verne: es una lectura imborrable de nuestra juventud que nos ha enseñado a vivir, a ver el mundo, a ver cómo la fantasía y la ciencia podrían llevarnos más allá”.
La muestra incluye notables objetos de Verne como el globo terráqueo en el que se ven las muescas que hacía para calcular sus viajes imaginarios o el mapa de la isla misteriosa que fue trazando a mano al tiempo que se inventaba su geografía. Viendo sus manuscritos comprendemos que desarrollar una prosa clara y sencilla también es un arduo trabajo de reescritura que jalona las hojas de correcciones y tachones. También se revela la exigencia de su editor, Pierre-Jules Hetzel, que mandaba eliminar párrafos enteros e introducía sus propias ideas. Están aquí los cuadernos de poesía de Verne, que nunca sacó a la luz, o los instrumentos de medición científica con los que se aseguraba de la verosimilitud de sus historias. Y maquetas del submarino Nautilus o del capitán Nemo con escafandra, procedentes de 20.000 leguas de viaje submarino.
Y alrededor laS obras de Fonteneau: “La obra de Verne tienes muchos aspectos: Pero yo he querido privilegiar la parte geográfica", explica. Así vemos obras inspiradas en las ilustraciones que acompañaban las novelas de Verne, en las que los protagonistas son árboles o montañas, o la obra Archipiélago. Da la bienvenida la obraBiblioteca, “porque todos los viajes comienzan en una biblioteca, a través de mapa, guías o libros de viajes”, explica el artista. “Además siempre me fascinó la idea de que en el Nautilus hubiera una biblioteca, una biblioteca que navega bajo el mar”.
Explica Agnès Marcetteau, directora del Museo Verne de Nantes, que Verne fue en su época considerado más como un narrador de historias que como un escritor. Aunque se pudo ganar la vida escribiendo historias con gran éxito, su literatura nunca fue reconocida como de calidad. Algo así como lo que en el día de hoy llamaríamos un best seller. “Y eso le hizo sufrir mucho. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX comienza su recuperación, a través del ensayo Michel Butor de 1949 o los elogios de Julien Gracq o del grupo de experimentación literaria Oulipo. Hace pocos años llegó su consagración definitiva con su entrada en la colección La Pléiade”.


http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/02/25/madrid/1424894344_385994.html

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