Tendrá su primera versión
operística en el Teatro Real de la mano del compositor Mauricio Sotelo
Con la
participación de los cantaores Arcángel y Jesús Méndez, el bailaor Rubén Olmo,
Cañizares, en la guitarra y Agustín Diassera, en la percusión
Dirección
musical de Pablo-Heras Casado
La nueva
ópera de Mauricio Sotelo cuenta con libreto del escritor y músico Andrés
Ibáñez, muy fiel a la esencia del drama de García Lorca.
La
partitura presenta una rica paleta de universos sonoros, en los que se articula
la tradición operística occidental con el flamenco y las modernas técnicas
electrónicas, para evocar las distintas dimensiones de la obra.
Un
equipo artístico multicultural con el director de escena chicano Robert
Castro, el coreógrafo afroamericano Darrell
Grand, el escenógrafo alemán Alexander
Polzin y el figurinista polacoWojciech Dziedzic,
evocarán la universalidad de Lorca.
Un
grupo de intérpretes muy diverso, junto con la prestigiosa orquesta Klangforum
de Viena y el Coro Titular del Teatro Real actuarán bajo la batuta de Pablo
Heras-Casado, Principal Director Musical Invitado del Teatro Real.
Coincidiendo
con el estreno mundial de El Público, el Teatro Real ofrecerá
el 28 de febrero el concierto de flamenco ‘Ritos y geografías para Federico
García Lorca’, protagonizado por Rocío Márquez, Pepe Habichuela y Arcángel, y
el 1 de marzo un concierto dedicado a la Generación del 27 integrado en el
ciclo ‘Domingos de cámara’.
La
Residencia de Estudiantes de Madrid, el Instituto Cervantes y la Fundación
Federico García Lorca se han unido al Teatro Real programando actividades en
torno a la ópera.
Se
ofrecerán 8 funciones de la El público, con un solo reparto, los
días 24 y 26 de febrero y 1, 4, 6, 9, 11 y 13 de marzo.
La ópera será grabada en DVD con distribución internacional y ofrecida en
canales de televisión e internet.
INTRODUCCIÓN A ‘EL PÚBLICO’
POR EL AUTOR DEL LIBRETO, ANDRÉS IBÁÑEZ
Vivir
de acuerdo con el propio deseo, bajo una norma de belleza
Federico García Lorca
El Público es la obra más difícil y misteriosa de Lorca y uno de los grandes mitos e
hitos del teatro español moderno. El poeta granadino la escribió en Cuba en
1930, justo después de su viaje a Nueva York, en una época de intensa
experimentación artística y vital.
Lorca llamó a este
drama, junto con Así que pasen cinco años,
La destrucción de Sodoma y Comedia sin título, como “teatro
imposible”, que él consideraba su teatro más verdadero pese a saber que no
podría ser representado en la España de entonces. Se dedicó a escribir
paralelamente otro tipo de textos teatrales como Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera, o La casa de Bernarda Alba, con la
esperanza de que en el futuro, en una anhelada España más moderna y abierta,
pudieran subir a escena sus obras más “irrepresentables”.
Si vemos la reacción
de la prensa conservadora de la época ante una obra como Yerma, las acusaciones de obscenidad y de blasfemia, los insultos
personales o las frases denigrantes hacia su autor, comprendemos que los
temores de Lorca no eran infundados.
Es probable que Lorca
nunca llegara a terminar el texto definitivo de El Público. La versión final jamás ha aparecido y quizás nunca
existiera. En julio de 1936 el poeta se marchó de Madrid y le dejó a su amigo
Martínez Nadal un paquete con papeles entre los que estaba el manuscrito de El Público, un mero boceto, que es todo
lo que tenemos en la actualidad. Da la impresión que Lorca guardaba este
proyecto artístico inacabado con la intención de terminarlo en el futuro. Un
futuro que, desgraciadamente, no existiría para él.
Sin embargo, después
de un letargo de 50 años, la obra fue estrenada por Lluis Pasqual en Milán, en
1986. Antes había tenido algunas
representaciones marginales por grupos de amateurs o en el ámbito
universitario. Al año siguiente, en 1987, se estrena El Público en España, con la misma producción de Milán que Lluis
Pasqual trajo a Madrid, recibiendo el aplauso y reconocimiento del público y de
la crítica. Un año más tarde, en 1988, se estrenó en Londres y la obra creó tal
escándalo que llegó hasta el Parlamento británico, donde varios miembros conservadores
pidieron la retirada de las subvenciones oficiales al teatro donde se
representaba el drama.
El tema de la
homosexualidad se trata en El Público
con una franqueza que todavía hoy puede sorprendernos. La obra pretende ser un
grito de desafío contra la hipocresía burguesa, no sólo en el terreno de la
libertad amorosa y sexual, sino también en el de la artística.
Dos formas de entender
el arte se enfrentan en la obra: el Teatro al Aire Libre, convencional y
deseoso de agradar al espectador, y el Teatro Bajo la Arena, que pretende
revelar lo oculto, lo inconfesable y poner en cuestión los valores
establecidos. No es posible arrancar la máscara al teatro, o al hombre, dice
Lorca, porque toda la vida es teatro. Si arrancamos las máscaras, una tras
otra, al final encontraremos el vacío. La vida es teatro: debajo de todas las
máscaras no existe nada. El clímax de la obra es una danza de trajes vacíos.
El tema de la máscara
nos lleva precisamente al corazón de la obra, que define una realidad en estado
de perpetuo cambio, una especie de sueño donde los personajes y las identidades
cambian sus papeles sin cesar. El Público
nos sumerge, así, en el interior de la conciencia, y cuestiona la noción de
individualidad y de voluntad propia. Somos el resultado de fuerzas ocultas que
nos mueven. No somos uno, sino muchos.
En El Público se plantea, además, y por
todo lo anteriormente dicho, el tema del arte como un instrumento de
transformación de la realidad, aunque no en un sentido meramente político, sino
total. Lorca estaba convencido, como los surrealistas, de que el arte tenía la
capacidad de transformar al ser humano. Con ese mismo espíritu, con esa misma
convicción, hemos acometido el desafío de hacer de El Público una ópera del siglo XXI.
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