El viernes llega a los cines 'Ex
machina', una película de ciencia ficción que imagina la creación futura de una
máquina que piensa y siente como un ser humano.
Murray Shanahan, el científico que
ha asesorado el guión del filme, cree que los robots serán 'amigables' y harán
que nuestras vidas sean más fáciles.
Exmachina NACHO ARBALEJO
CARLOS FRESNEDA Corresponsal Londres
Ava acaricia una máscara humana buscando
respuestas. Ava reviste sus brazos, sus piernas y sus glúteos mecánicos con una
segunda piel que le hace parecerse a nosotros. Ava es un prodigioso
robot con conciencia que ha sido capaz de seducir a un extraño y que
ahora se deja llevar por un impulso vital: escapar. Por méritos propios y
ajenos, Ava se ha ganado a pulso un lugar en el olimpo de los seres de
inteligencia artificial creados por el cine, junto al Hal de 2001 o
a los replicantes de Blade Runner. La fascinante mujer-robot de Ex Machina,
interpretada por Alicia Vikander, deja en el aire una serie de inquietantes
preguntas que seguirán resonando en nuestro cerebro humano al cabo de los días.
¿La Inteligencia
Artificial (AI) es una esperanza o una amenaza? ¿Cuánto falta
exactamente para la llegada de ese momento bautizado como la singularidad? ¿Y
qué ocurrirá cuando las máquinas conscientes sean más inteligentes que los
hombres? ¿Quién nos protegerá de ellas? ¿Cómo se protegerán ellas de nosotros?
«No he intentado hacer una película paranoica al
estilo Terminator», se defiende el director Alex Garland, que dio la campanada a los 26 años
con la novela La Playa y cayó en las garras del cine cuando
Danny Boyle la llevó a la pantalla grande. Ni si siquiera es un filme
anti-Inteligencia Artificial, más bien lo contrario».
El estreno de la película, que llega el viernes a
los cines españoles, ha coincidido con el llamamiento mundial de algunas de las
mentes más lúcidas del planeta -entre ellas, la del físico Stephen Hawking y
la del emprendedor Elon Musk-
advirtiendo sobre los riesgos de la Inteligencia Artificial. La carta, firmada
por decenas de científicos y auspiciada por el Future of Life Institute,
sostiene que la tecnología se está acercando a una peligrosa encrucijada que
nos puede hacer «prosperar como nunca antes o llevarnos de cabeza a «la
autodestrucción».
«El desarrollo completo de la inteligencia
artificial podría significar el fin de la especie humana», advirtió Hawking
hace apenas tres meses, en el momento de estrenar su
nueva silla inteligente. Elon Musk, el fundador de Tesla y SpaceX,
ha ido aún más allá y asegura que el desarrollo incontrolado de la AI sería más
o menos como «invocar al diablo».
Otro de los destacados firmante del manifiesto es
el filósofo suecoNick Bostrom,
autor del ensayo Superinteligencia: «El hombre es la mayor amenaza
para el hombre. Estamos ante el mayor proceso transformativo de la humanidad,
el que tal vez nos abra las puertas al poshumanismo. Pero las mismas
tecnologías que nos van a posibilitar ese salto entrañan también grandes riesgos.
En cierto modo, somos como bebés jugando con explosivos».
Murray Shanahan, experto en robótica y
asesor del guión de 'Ex machina'. EM
«Mi posición sobre el tema es muy simple: no veo
nada de problemático en el hecho de crear una máquina consciente», se defiende
el director de Ex Machina Alex Garland. «Y no veo la razón por la que
deberíamos oponernos a su existencia. Muchas de las películas se aproximan
al tema desde una posición de miedo; yo he decidido hacerlo desde una actitud
de admiración y esperanza».
Para hacer más creíble su película, ubicada en un
futuro que parece inminente, Garland se ha rodeado de un equipo
científico de primera, con el profesor de Robótica Cognitiva Murray
Shanahan (del Imperial College) y con el experto en genética y reconocido
divulgador Adam Rutherford en primera fila.
«Comparto las preocupaciones de algunos
científicos, pero los medios se han dejado llevar por el sensacionalismo»,
asegura Shanahan. «Lo que frecuentemente se deja de lado es la cuestión
fundamental del tiempo y las incertidumbres que siguen habiendo en el camino. No
estamos a punto de conseguir un nivel de inteligencia artificial como el que
vemos en las películas de ciencia ficción, incluida ésta. Nuestros robots
son aún muy primitivos comparados con Ava. Estamos probablemente aún a varias
décadas de distancia».
«Es fácil caer en el alarmismo», reconoce, sin
embargo, Shanahan. «Aunque creo que sí ha llegado el momento de abrir el debate
sobre los riesgos de esta tecnología, y de formularnos preguntas como:¿queremos
que sean los gobiernos quienes controlen estas criaturas o lo dejamos en manos
de compañías privadas? Yo en el fondo soy optimista y creo que seremos
capaces de desarrollar una tecnología amigable que mejorará nuestras vidas.
Tenemos mucho tiempo por delante para abordar la cuestión de la seguridad».
En Ex Machina, el futuro parece, sin
embargo, sospechosamente cercano. Una compañía todopoderosa, BlueBlook, ha
suplantado a Google como el Gran Hermano de las búsquedas en
Internet. Y su artífice es un geek multimillonario llamado
Nathan (Oscar Isaac), que vive recluido en un paraje remoto y nórdico, a la
busca del santo grial de la Inteligencia Artificial. «Uno de los elementos más
reales es el papel que los gigantes de Internet pueden tener en el control del
futuro de la inteligencia artificial», advierte el científico Adam Rutherford.
«Debemos permanecer vigilantes a lo que está
ocurriendo con la inteligencia artificial y sobre todo vigilar de dónde viene
el dinero y cuáles son las motivaciones», declara Rutherford. «Al fin y al
cabo, lo que están haciendo ahora Google y Facebook es cosechar datos, yno
sabemos aún a dónde nos llevará todo esto». En cualquier caso, este experto
comparte el optimismo sobre el futuro de la AI y recalca que una de las
virtudes de Ex Machina es precisamente darle la vuelta a la
cuestión moral: «Hasta ahora nos hemos preguntado cómo nos protegemos de las
máquinas, como en la famosas leyes deAsimov.
Pero también es necesario plantearse cómo proteger de la humanidad a esas
máquinas conscientes que podemos crear. Creo que ningún científico se prestaría
a crear robots inteligentes y sensibles que estuvieran predestinados a ser
simplemente nuestros esclavos».
¿Cuánto tiempo nos queda, pues, para admirar o
temer a una máquina de la precisión, la belleza y la inteligencia de Ava? Alex
Garland no pone la mano en el fuego, pero predice que sus hijos llegarán a ver
algo parecido: «Nos estamos aproximando al momento en que las máquinas nos
puedan decir: 'No me apagues'. Con el tiempo tendrán la
capacidad de querer por sí mismas, de tener sentimientos».
http://www.elmundo.es/ciencia/2015/02/26/54ee30c122601d93198b4595.html
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