jueves, 19 de febrero de 2015

OLVIDO SILENCIOSO DE LAS PALABRAS

Philippe Genty lleva a sus marionetas a contar el sueño de una niña en ‘Ne m'oublie pas’
VERÓNICA FIGUEROA Madrid 


Escena de la obra Ne m’oublie pas, de Philippe Genty. / JAIME VILLANUEVA

Philippe Genty habla despacio. Tartamudea. Quiere explicar por qué su espectáculo teatral Ne m'oublie pas (No me olvides) tiene títeres, pero le cuesta. “Hace tres años sufrió un ictus, por eso tiene problemas para comunicarse”, dice Mary Underwood, que desde entonces le ayuda a hablar. Lo hace porque él lo necesita pero también porque es codirectora de esta pieza, estrenada en París en 1992.
Ella lo conoció en 1966, después de que Genty pasara cuatro años haciendo una gira por el mundo en un viejo coche Citroën. Underwood empezó a jugar con títeres un día y le dio la idea de incluirlos en los espectáculos que él escribía. “Era bailarina y me dijo que me quedara con él, que no me fuera a Inglaterra porque tenía cosas mejores para mí. Pero me puso a coser”, cuenta ahora entre risas. Se casaron en 1968 y desde entonces han sido coautores de numerosas obras de teatro, siempre con los títeres como protagonistas.
Esta vez han llegado a los Teatros del Canal de Madrid dentro de la programación del Festival de Otoño a Primavera con un elenco de jóvenes de la escuela de teatro gestual de Verdal en Noruega. La dificultad de Genty para expresarse hablando le ha llevado a desarrollar más su arte. “Las palabras han desaparecido un poco, puedo jugar mucho más con las imágenes, es como si se hubieran vuelto más fuertes”, explica.
Eso les ha permitido reformar la obra con los jóvenes actores. “Nosotros no somos una compañía de danza y ellos no son bailarines”, explica Underwood sobre el proceso de montaje. “Siempre buscamos actores que estén interesados en probar nuevas experiencias y trabajamos con muchos elementos de improvisación. Les pedimos que busquen en lo más profundo de sí mismos los recuerdos que les pueden llevar a pensar cómo entrar, salir o tumbarse en un momento dado. La idea es que el actor se libere totalmente para expresar eso que nosotros queremos”.


En la imagen, una de las marionetas protagonistas de la obra. / J. V.

La historia que están contando no es convencional. Es un sueño. No hay una trama porque todo se desarrolla en el seno de los miedos y conflictos de una chica, desde que es una niña hasta que alcanza la madurez. “Todos tenemos nuestros propios símbolos cuando soñamos. Lo que hicimos fue tratar de encontrar una metáfora que permitiera al público entender estos símbolos, meterse dentro de estos sueños”, describe Genty.
Una de las principales marionetas del espectáculo es una chimpancé, encargada de llevar adelante la historia, pero cada actor tiene además un doble maniquí con el que baila, se mueve y hasta llega a confundir al espectador. Uno cae, el otro se levanta, y por momentos parece que los dos tienen vida o que ambos son inanimados. “No esperábamos que fueran tan buenos, ni que dieran este resultado. Trabajan muy duro y eso se agradece porque nosotros exigimos mucho”, admite Underwood sobre los actores. El nombre del espectáculo es, en realidad, una coincidencia: el verano en el que escribían la obra Genty encontró un tapiz en casa de Underwood con la frase Forget me not, en inglés, y decidió que eso era lo que quería representar. En Madrid estarán hasta el próximo domingo, pero antes de junio viajarán a Polonia, volverán a Francia, Argentina y pasarán una semana en Rusia, con su gira simultánea de cinco piezas diferentes.


http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/18/actualidad/1424274535_702858.html

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