Hace más de quinientos años un instrumento de cuerdas viajó de la
Península Ibérica a Brasil. La guitarra, que frecuentó palacios y burdeles, lo
mismo vive en la calle y las casas que visita las grandes salas de conciertos.
En manos de Fernando Sor, Francisco Tárrega y Andrés Segovia, en el regazo de
Baden Powell o de Raphael Rabello, en los dedos de Paco de Lucía; para el
flamenco, la samba, el choro, la bossa nova, el fado o la música clásica; con
los trovadores contemporáneos que acompañan sus canciones gracias a sus cuerdas
y maderas.
Con el paso del tiempo se ha convertido en el más querido y
democrático de todos los instrumentos. Sin duda el que mejor traduce la cultura
musical de España, Brasil y Portugal. Guitarras Atlánticas cuenta esa
maravillosa historia.
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