El Museo ABC dedica su
última muestra al célebre dibujante, que se convirtió en el más famoso
humorista del país antes de la Guerra Civil
Joaquín Xaudaró (1872-1933)
era inconfundible por su obra y por su figura. Cuando salía a la calle, llamaba
la atención por su aspecto atildado, sus botines, sus calcetines blancos y su
sombrero: todos esos atuendos con los que vestía a los personajes de la
burguesía que campaban en sus ilustraciones costumbristas. Incluso podría
decirse que parte de esa galanura la heredó su perrito, un animalillo sin
nombre que se convirtió en uno de los grandes iconos comerciales y humorísticos
de la España anterior a la Guerra Civil. Fue esa mascota la que, precisamente,
terminó por abrirle las puertas del olimpo de los dibujantes, convirtiéndolo
quizá en el más célebre de su tiempo. Ahora, el Museo ABC recupera su figura en
«Xaudaró. La buena gente», una retrospectiva que explora las diferentes facetas
del genio.
«Sin duda, fue el dibujante
más popular de todos los que trabajaron para Prensa Española, pero también el
más popular de todos los humoristas durante su tiempo de gloria, que podemos
fechar entre 1921 y 1933», subraya el guionista y crítico Felipe Hernández
Cava, comisario de la muestra. Su trayectoria, explica, se vio fuertemente
marcada por su infancia, que pasó en Filipinas, donde su padre estaba destinado
como ingeniero militar. Allí vivió hasta los once años y allí conoció el arte
japonés, que permeó sus comienzos como ilustrador. «Descubrió el virtuosismo
técnico de los estampadores japoneses, como Kono Barei o Imao Keinen, y su
sentido de lo decorativo en lo tocante tanto al colorido como a la elección del
punto de vista», continúa.
Ya en Barcelona, el joven
Xaudaró desoyó los imperativos de su padre y se interesó por el dibujo y la
pintura, estudiando en diversas academias. Pronto empezó a colaborar en las
mejores revistas catalanas, como «Barcelona cómica» o «La hormiga de oro»,
donde hacía chistes, ilustraciones e historietas. Su labor llamó la atención de
Torcuato Luca de Tena, fundador y director de «Blanco y Negro», que se lo llevó
a Madrid en 1898. Es precisamente en este momento donde arranca la muestra, que
dibuja su trayectoria hasta el estrellato e ilustra todo aquello que, con el
paso del tiempo, su famoso perro ha terminado por esconder.
En Madrid trabajó
incansablemente. Durante los diez años que pasó al mando de Luca de Tena dibujó
chistes, historietas, ilustraciones de todos los tamaños, caricaturas, grecas,
orlas y hasta anuncios de publicidad. Las publicó en «Blanco y Negro», pero
también en ABC, «Gedeón» o «Gente menuda». Ese exhaustivo trabajo lo aprovechó
para ensayar diferentes estilos, hasta el punto de convertirse en un fiel
exponente del modernismo español, sobre todo en las portadas que diseñaba. A
pesar de este éxito relativo la crítica lo tildaba de afrancesado, motivo por
el que, quizás, decidió abandonar la seguridad laboral (y a su mujer e hija) y
marchar a París……………….
http://www.abc.es/cultura/arte/abci-joaquin-xaudaro-amante-bohemia-francesa-ilustro-espanoles-201804040135_noticia.html
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