Fundación Scherzo.
Auditorio Nacional de Música, martes 24 de abril de 2018, 19:30 horas.
Programa
I Parte
W. A. MOZART (1756-1791)
Sonata en Si bemol Mayor
K.570
Allego, adagio, allegretto
R. SCHUMANN (1810-1856)
Humoreske op.20
II Parte
J. BRAHMS (1833-1897)
Variaciones y fuga sobre un
tema de Händel op.24
Este será el cuarto
concierto de la 23ª temporada del Ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación
Scherzo, que ha programado en esta ocasión nueve recitales a lo largo de 2018.
Además, Gustavo Dudamel -que cosechó un enorme y sonado éxito en la anterior
temporada- regresa al ciclo con un concierto extraordinario al frente de la
Mahler Chamber Orchestra. Entre enero y diciembre de 2018, pianistas de amplia
experiencia, como Mitsuko Uchida, Grigori Sokolov, Radu Lupu o Murray Perahia,
compartirán el escenario con jóvenes y destacados artistas como Yuja Wang,
Benjamin Grosvernor o Jan Lisiecki.
A lo largo de las más de dos décadas de vida
de este ciclo patrocinado por El País y la Cadena Ser de España, han actuado
casi un centenar de pianistas en más de 200 conciertos. Estas cifras lo han
convertido en uno de los mejores ciclos de Europa en su especialidad.
Según la información que
facilita la Fundación Scherzo, uno de cuyos asiduos colaboradores y fundadores,
redactó para la ocasión un exhaustivo programa de mano, el artista de esta
velada, Dezső Ránki (nacido el 8 de septiembre de 1951) en Budapest, empieza a
tomar lecciones de piano en la Academia de Música de Budapest a la edad de ocho
años. Posteriormente se matricula en el Conservatorio de esa ciudad y es
alumno de Klára Máthé. Luego estudia en la Academia de Música Franz Liszt, con
sus mentores Pál Kadosa y Ferenc Rados con unos compañeros de clase también
conocidos internacionalmente, los renombrados pianistas András Schiff y Zoltán
Kocsis. En Zwickau Ránki ganó el primer premio en la Internacional Schumann
Competition y dos veces el premio Kossuth, el que de más prestigio goza en
Hungría.
Foto: Andrea Falvegi
Entre otras formaciones, ha tocado en Europa, Escandinavia, los países de la antigua Unión Soviética, los EE.UU. y Japón, con la Orquesta Filarmónica de Berlín, la Orquesta Filarmónica de Londres, la Orquesta del Concertgebouw (Amsterdam), la Orquesta Nacional de Francia bajo directores como Sir Georg Solti, Sándor Végh, Lorin Maazel y Zubin Mehta . Desde 1985, Ránki actúa frecuentemente en recitales de dúo con su mujer Editan Klukon. Tienen un hijo, Fülöp Ránki, que también es pianista.
Entre otras formaciones, ha tocado en Europa, Escandinavia, los países de la antigua Unión Soviética, los EE.UU. y Japón, con la Orquesta Filarmónica de Berlín, la Orquesta Filarmónica de Londres, la Orquesta del Concertgebouw (Amsterdam), la Orquesta Nacional de Francia bajo directores como Sir Georg Solti, Sándor Végh, Lorin Maazel y Zubin Mehta . Desde 1985, Ránki actúa frecuentemente en recitales de dúo con su mujer Editan Klukon. Tienen un hijo, Fülöp Ránki, que también es pianista.
Participante asiduo del
Ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo, retorna al Auditorio con un
repertorio dedicado a algunos de los grandes maestros del romanticismo, uno de
sus periodos predilectos. Se trata de Schumann (Humoreske op.20) y Brahms
(Variaciones y fuga sobre un tema de Händel op.24). Para comenzar la velada, la
sonata en si bemol mayor K 570 de Mozart, ya que Ránki es un reconocido
intérprete del repertorio clásico (Mozart, Beethoven), romántico (Schubert,
Schumann) y contemporáneo (Bartók, Kurtág).
Se recuerdan sus giras de
recitales y actuaciones con la Orquesta Sinfónica de Tokio en Japón. Durante la
última temporada ha actuado con la Orquesta Nacional de Francia, bajo la batuta
de Daniele Gatti, y con Stuttgarter Kammerorchester, bajo la dirección de
Matthias Foremny. Algunos de sus compromisos incluyeron actuaciones con la
Deutsche Radio Philharmonie junto a Karel Mark Chichon y con la Orchestre
National Montpellier a las órdenes de Michael Schonwandt, así como recitales en
Roque d’Anthéron y otro tour por Japón el pasado mes de noviembre.
Dezsö Ránki ha grabado para
los sellos Teldec, Quint Records y Denon. Su interpretación de los Estudios
op.10, de Chopin, fue premiada con el Grand Prix de la Académie Charles-Cros.
Su grabación del Mikrokosmos, de Bela Bartók, para el sello Teldec, obtuvo
grandes elogios de la crítica. Ranki también actúa en recitales para dos pianos
y piano a cuatro manos con Edit Klukon. Su última grabación en CD incluye obras
de Satie y Liszt.
Como el programa de mano al
que se ha hecho antes referencia, abunda en información detallada y minucisa
sobre las características de las composiciones presentadas en el concierto, su
contexto, incluso alguna anécdota y están pobladas de citas y referencias, nos
remitimos a la esencia de la propia ejecución y disfrute de la velada
pianística.
La sonata de Mozart, que
muchas veces resulta de una ejecución asequible para un cuarto o quinto año de
estudios de conservatorio, gozó de una espléndida interpretación, que
evidentemente no es lo mismo, tan ajustada y exacta como las manecillas de un
reloj suizo señalando el paso de las horas.
Mozart es así, un ambiente
sonoro interminable, donde se recrean,
mágicamente, las coordenadas del universo. No por nada este pitagórico puesto
al día en la masonería gobierna como nadie en iniciador, las condiciones y las
características del pianoforte, un instrumento del que se había enamorado.
Prodigiosa demostración del uso de la mano izquierda en Ránki y cambio de
escenario en su segunda interpretación, esta casi suite de números de Schumann,
perfectamente indicados, que mece al oyente en todo un florilegio de
sentimientos, emociones y cambios de escenario.
Desde el clasicismo, esta
partitura tan peculiar, parece alcanzar, prematuramente, los ecos y las
sonoridades de una Catedral sumergida de Debussy. Simbolismo “avant la lettre”,
o lo que cada uno quiera reinterpretar a partir de una propuesta musical
recubierta de matices y de diferentes estados de ánimo.
Y como escribía Schumann en
su Humoreske op. 20, “Zum Beschluss” (en conclusión)´un Brahms poderoso donde
alternan las tonalidades, los matices, los modos, en constante fluctuación, un
verdadero viaje casi sinfónico más que meramente pianístico. Ránki nos traslada
en un viaje feérico, atmosférico, más allá de las notas, atento siempre a la
construcción, a la articulación y al ritmo.
El pianista húngaro no toca sino que interpreta una geografía no siempre disponible, medio cerrada, a cuyas dimensiones el público consigue el acceso por la implicación, la escucha atenta, el acompañamiento de la partitura, del pianista. Se trata de un relato muy personal e íntimo, como todo el de la literatura musical romántica que no se desvela espontáneamente, sino que se descubre.
Ránki se desliza por el
teclado con una técnica destacable y pulida, que no propone una lectura rígida
o solamente canónica del compositor, sino que también son instintivas sus
resonancias y su cantábile, llenos de magnetismo.
Siempre contenido, como en
una ceremonia sacerdotal cerró su exhibición de gran repertorio, clásico, in
crescendo y fogoso hasta el final en la última parte, relacionándose con
distanciamiento y circunspección, aunque con entrega en enorme e indescifrable
paradoja, con un público que desgraciadamente, no aprovechó todas las entradas,
desluciendo en parte el éxito completo de la velada, que podría haber sido
sublime.
No hubo tal vez la
necesaria complicidad, ni los silencios siempre interrumpidos por toses o
aplausos a destiempo. No obstante, el talento suele hacer milagros y la del
maestro húngaro Ránki fue una lección de maestría y saber estar. No solo en su
gestión física y temperamental de la noche, sino también en lo musical.
Alicia Perris
Foto: Julio Serrano
Foto: Julio Serrano
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