El estoicismo es una
filosofía universal que nos ayuda en tiempos adversos y que nunca ha dejado de
ser practicada y leída
GUILLERMO ALTARES
En la Antigüedad, el
estoicismo fue una filosofía que cultivaron emperadores y esclavos y, en la
actualidad, también ejecutivos con estrés o víctimas de la crisis. Nació en una
época turbulenta de la historia de Grecia, el helenismo, en el siglo IV antes de
nuestra era, cuando se derrumbaron muchas certezas y el futuro fue más incierto
que nunca después de la muerte de Alejandro Magno. Si nos basamos en las mesas
de novedades de las librerías, sigue ocupando un espacio importante en nuestra
vida intelectual. “El estoicismo ha regresado por muchas razones”, explica
Massimo Pigliucci, profesor de Filosofía en el City College de Nueva York, que
acaba de publicar Cómo ser un estoico (Ariel). “El motivo principal es que
algunos aspectos del mundo actual se parecen al de los estoicos. Vivieron el
colapso del imperio macedonio y sentían que no tenían ningún control sobre lo
que ocurría. El estoicismo nos enseña a centrarnos en aquello que podemos
cambiar y en vivir una existencia ética, a pesar de las circunstancias. Ahora
nos encontramos de nuevo ante un futuro incierto, con la amenaza de una
catástrofe medioambiental o de una nueva crisis económica. Nos sentimos
perdidos y el estoicismo nos proporciona una brújula muy útil para navegar en
ese mundo complejo”.
Además del ensayo de
Pigliucci, Errata Naturae ha publicado una nueva (y muy cuidada) edición a
cargo de Joaquín Delgado de los Pensamientos para mí mismo, de Marco Aurelio,
uno de los libros más importantes de la filosofía estoica y una de las obras
maestras que nos ha dejado la Antigüedad romana. Ha editado también un volumen
titulado El combate por la felicidad, en el que enfrenta un texto del estoico
Séneca a un ensayo del ilustrado La Mettrie, inspirado por el epicureísmo. Con
la página Daily Stoic, Ryan Holiday ofrece la versión más actual de esta
filosofía milenaria. Su web ofrece “una meditación estoica diaria”, que, según
explica, siguen 100.000 personas. Es también autor de un libro, The Daily Stoic
Journal, que ha vendido decenas de miles de copias. “Creo que ahora practica el
estoicismo más gente que en la antigua Roma. Siempre ha sido una filosofía muy
útil ante la adversidad y la lucha”.
Aunque muchas veces se
interpreta el estoicismo como una defensa de la resignación, en realidad lo que
sostenían estos filósofos es que había que actuar hasta el límite de lo
posible, pero tener claro que ante algunas cosas, empezando por la muerte,
éramos impotentes. “Hay cosas que dependen de nosotros y hay cosas que no
dependen de nosotros” son las primeras palabras de El manual para la vida
feliz, de Epicteto, del que existen varias traducciones en castellano. Uno de
los pensamientos del emperador Marco Aurelio (121-180) resume lo que significa
ser estoico: “El arte de vivir se acerca más al de la lucha que al de la
danza”.
“Frente a la confiada
actitud de los mártires cristianos en una recompensa ultraterrena”, escribe el
helenista Carlos García Gual, “el estoicismo no tenía nada que ofrecer, salvo
su ideal del sabio, feliz en su autarquía apática, inquebrantable ante los
golpes de la fortuna, como un peñasco ante los embates del mar”. El prólogo de
García Gual a las Meditaciones de Marco Aurelio en Gredos (el otro título que
los traductores dan al libro) es un bellísimo texto para entender tanto el
estoicismo como la figura del filósofo gobernante, “de natural sedentario y
pacífico, convertido por las urgencias del mando en un emperador viajero y
militar”.
Además del fundador de la
escuela, Zenón de Citio (336-264 antes de Cristo), las otras tres grandes
figuras del estoicismo reflejan la universalidad de este pensamiento. Marco
Aurelio fue uno de los grandes emperadores romanos —también implacable represor
del cristianismo—. Epicteto (55-135) fue un esclavo que acabó sirviendo para
Nerón y que se convirtió en liberto tras la muerte de este emperador. Séneca
(4-65) también trabajó como consejero para este gobernante siniestro, que le
obligó a suicidarse tras acusarle de traición. Para algunos fue uno de los
hombres más sabios del mundo antiguo, para otros un hipócrita, que sirvió a la
encarnación del mal para sacar provecho.
Cualquier momento es bueno
para recordar la vigencia de este pensamiento de la resiliencia. En estos
tiempos turbios de chantajes y vídeos indignos, vuelven a resultar muy útiles
unos cuantos pensamientos de Marco Aurelio: “La mejor forma de defenderte de
ellos es no pareciéndote”, “Conviene mantenerse recto, no enderezado”, “Siempre
que tropieces con la desvergüenza de alguien, de inmediato pregúntate: ‘¿Puede
realmente dejar de haber desvergonzados en el mundo?’. No es posible. No pidas,
pues, imposibles” o “Los hombres han nacido los unos para los otros.
Instrúyelos o sopórtalos”. No pueden ser más pertinentes.
https://elpais.com/cultura/2018/04/27/babelia/1524827015_563848.html
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