La Calcografía Nacional
conserva doscientas veintiocho planchas de cobre grabadas al aguafuerte por
Goya, que constituyen una de las cumbres del grabado universal. Una selección
de las planchas se expone al público en el Gabinete Francisco de Goya, diseñado
por los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá. Abierto en 1990, ha sido
sometido a una profunda renovación en sus criterios museográficos gracias al
patrocinio de M&G Investments. Se ha modernizado la luz de la sala
incorporando las nuevas tecnologías de iluminación museográfica, además de
implementar sistemas más idóneos de conservación preventiva de las láminas de
cobre. Para facilitar la comprensión del proceso creativo, las planchas se
acompañan de reproducciones digitales en alta calidad de sus correspondientes
estampas. Un video explicativo del proceso de grabado completa la dimensión
didáctica del Gabinete Goya.
La Calcografía Nacional de
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando custodia el mayor fondo de
matrices y estampas del arte gráfico español, en el que destacan las 228
planchas grabadas por Francisco de Goya, uno de los artistas españoles más
reconocidos en el mundo.
El Gabinete Francisco de
Goya muestra una selección de matrices realizadas por el artista, desde sus
primeros contactos con el mundo del grabado copiando las obras que de Velázquez
se conservaban en el Palacio Real o sus primeros grabados de invención (El
agarrotado y San Francisco de Paula), hasta las planchas correspondientes a sus
cuatro series: Caprichos, Desastres de la guerra, Tauromaquia y Disparates.
Todas ellas son un alegato a favor de la libertad de creación, huyendo de
convencionalismos y reglas.
La sala permite al público
conocer esta faceta de Goya, no sólo mostrando las planchas grabadas de sus
series, sino también una reproducción digital de sus estampas, lo que permite
acercarse a las creaciones del maestro desde dos percepciones distintas y
complementarias. El Gabinete Goya invita al estudio y a la contemplación de
unas obras únicas.
A finales del siglo XIX y
primera mitad del XX, las láminas de Goya, realizadas en cobre, recibieron un
recubrimiento electrolítico que les confiere el aspecto que ahora presentan.
Por decisión de la Real Academia han dejado de estamparse, pasando de este modo
a convertirse en obras de arte en sí mismas, en objetos artísticos dignos de
admiración como obras maestras del arte del grabado, pero también permiten al
estudioso apreciar el uso personal que Goya hace de las distintas técnicas
calcográficas en cada una de sus planchas.
Caprichos (1797-1799)
El 6 de febrero de 1799, en
el Diario de Madrid, se publicaba una noticia en la que se daba cuenta de la
venta de una “colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y
grabadas al aguafuerte por D. Francisco de Goya”. Días más tarde, el 19 de
febrero, Goya decidió retirar de la venta los Caprichos, probablemente ante una
posible persecución de la Inquisición. En 1803 Goya entregaba al rey la
totalidad de los cobres y 240 ejemplares de estampas de la serie completa, a
cambio de una pensión para su hijo Javier. Ese mismo año, el rey cedía las
ochenta láminas y las estampas que le quedaban a la Calcografía Nacional.
Conocida con el nombre de
Caprichos, esta serie gráfica representa el testimonio de una sociedad en cambio,
que asiste al momento final del Antiguo Régimen y al nacimiento del pensamiento
liberal burgués. Goya hace una crítica que abarca todos los sectores sociales,
nada ni nadie escapa a su incisiva mirada. Asistimos a una progresión desde las
imágenes de galanteo con tipos populares y críticas a ciertas profesiones y al
clero, hasta sus grotescas visiones de supersticiones. La estampa más
significativa de la serie es el capricho 43 titulado El sueño de la razón
produce monstruos, una metáfora de que se vale el artista para ocultar su
actitud crítica ante la sociedad en la que vive.
Desastres de la guerra (1810-1815)
Las ochenta y dos láminas
de cobre de los Desastres de la guerra se han convertido en un icono universal
de la monstruosidad que representan las guerras. Goya, testigo de la Guerra de
la Independencia española (1808-1814), se convierte en un cronista imparcial
que culpa a los dos bandos de las atrocidades e injusticias. En sus estampas
podemos encontrar iconos universales que se repiten a lo largo de los siglos,
tal y como después quedarán reflejados en la fotografía de guerra. Por ello, es
el precursor de un discurso antibelicista que irá desgranándose en todas y cada
una de las estampas de esta serie.
El terror, el fanatismo, la
injusticia, la miseria, la muerte…. son las terribles consecuencias de la
guerra y la represión política. Todos son víctimas y verdugos, ya que el
responsable último del sinsentido de la guerra es el hombre colectivo y
anónimo. El sobrecogedor discurso de Goya en esta serie es el primero que no
presenta el conflicto bélico como un hecho heroico, sino como un cúmulo de
crueldades y vejaciones de las que todos son culpables.
Tauromaquia (1814-1816)
Tras muchas vicisitudes,
las planchas de la Tauromaquia fueron adquiridas por la Real Academia en 1979.
Tal y como están ordenadas las estampas en sus diferentes ediciones, aparecen
estructuradas en tres partes: la historia de la tauromaquia en España desde la
Antigüedad, las figuras de las dos escuelas principales del toreo durante el
siglo XVIII (la navarro-aragonesa con el Estudiante de Falces, Juanito Apiñani
y Martincho, y la andaluza con Pepe Hillo y Pedro Romero) y, por último,
algunos lances de la lidia que finalizan de forma trágica.
La Tauromaquia siempre se
aceptó como una serie que ahondaba en la imagen romántica de España. Sin
embargo, una nueva interpretación ofrece una imagen patética, no halagadora de
las corridas de toros. Goya se muestra influido por el ambiente ilustrado de la
época, contrario a esta modalidad de diversión popular, por lo que se apartó
del modelo tópico del tema, creando unas imágenes desconcertantes mediante un
lenguaje de violenta intensidad. La anulación de la distancia, la eliminación
de elementos anecdóticos y la valoración dramática de la luz y del vacío sirven
para crear unas escenas ambiguas que han provocado la duda sobre la posición de
Goya en su madurez, a pesar de declararse un taurino entusiasta en su juventud.
Disparates (1815-1824)
En octubre de 1862, tras un
proceso iniciado seis años antes, la Academia de San Fernando adquiría, junto a
las láminas de los Desastres de la guerra, dieciocho cobres de los Disparates.
A diferencia del resto de las series, donde hay datos que nos permiten deducir
títulos fiables y acordes con la voluntad del artista, esta serie carece de
referencia iconográfica alguna.
A partir de la primera
edición en 1864, que se estampa en los tórculos de la Calcografía Nacional, se
da a conocer al público con el título inicial de Proverbios. El título de
Disparates, con el que ahora la conocemos, ha sido tomado de algunas de las
pruebas de estado en las que aparece esta palabra.
Varias circunstancias han
contribuido a reforzar el enigma de esta serie: su carácter inconcluso, la
inexistencia de comentarios o leyendas descriptivas, el silencio en las fuentes
de la época, la tardía publicación de las estampas, su arbitraria ordenación.
Son obras enigmáticas, puramente imaginativas. Es la serie que mayor influencia
ha tenido como apertura hacia el arte moderno, con la que Goya entra en el
siglo XX.
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