El autor de ‘Gomorra’ es el
intelectual que más se opone al Gobierno, y Matteo Salvini, líder de la
xenófoba Liga, se ha querellado contra él por sus opiniones
DANIEL VERDÚ
Roberto Saviano, en junio
en Milán. PIAGGESI ZUMA PRESS
Matteo Salvini grita y las
encuestas burbujean. Anuncia que cierra los puertos en Twitter y su popularidad
se dispara. Su estrategia del ruido no tiene límite. Si hace bromas macabras
sobre migrantes o acusa sin pruebas a políticos, empresarios o escritores, su
parroquia aplaude a rabiar. Y alrededor de él se hace el silencio. Como si el
país, más bien su establishment, fuera incapaz de asimilar todavía la
coronación de alguien de su naturaleza y siguiese paralizado desde las
elecciones de marzo. Sin oposición política y con la clase intelectual y
cultural en fuera de juego, una de las pocas voces en medio del ruido es la del
escritor Roberto Saviano, amado y odiado a partes iguales en Italia. Un
antagonista puro que ha iniciado una guerra sin cuartel contra el matonismo del
líder de la Liga que le ha costado ya la amenaza de retirarle la escolta —que
le acompaña desde que hace 12 años la Camorra pidió su cabeza tras la
publicación de Gomorra— y también la primera demanda. Malos tiempos para la
discrepancia.
La querella contra el
escritor napolitano, que suele llamar a Salvini “el ministro de la mala vida
[término con el que en Italia se alude a la mafia y al crimen organizado]” y le
acusó de disfrutar con la muerte de niños en el mar a raíz del último naufragio
en el Mediterráneo, ha llegado con el membrete oficial del Ministerio del
Interior. Saviano, con sus habituales dificultades logísticas para las
entrevistas —viaja en coche blindado con cinco carabinieri—, contesta a través
de clips de audio de WhatsApp las preguntas de EL PAÍS. “Lo que ha hecho
Salvini significa juzgar a un escritor y movilizar contra la libertad de expresión
a un Gobierno entero. Es un acto intimidatorio muy grave secundado por todo el
Ejecutivo, ya que nadie se ha distanciado de ello. Este Gobierno no está
dispuesto a aceptar críticas, puntualizaciones o análisis del impacto que sus
reformas pueden tener en la economía italiana o en la población”.
En la denuncia del
ultraderechista Salvini también se alude a las constantes acusaciones al
ministro de mantener relaciones con la ‘Ndrangheta’ y de encubrir una suerte de
“pacto de no agresión”. “Acepto todas las críticas, pero no permito a nadie
decir que ayudo a la mafia. Es una mierda que combato con todas mis fuerzas”,
señaló el viernes el ministro en Facebook en un tono y un lenguaje sin
sutilezas que han dejado de sonar extraños en Italia.
El ministro del Interior
y líder de la xenófoba Liga, más allá de la política, empieza a ser corrosivo
para el tejido cultural e intelectual del país, que lleva callado todos estos
meses.
¿Por qué existe un cierto
silencio en el mundo cultural respecto a lo que sucede? “Quien no se ha
expresado en estos meses es porque sabe, como lo sé yo, que a quien hace
nuestro trabajo no le conviene hablar. Dicen que yo digo lo que pienso para
tener visibilidad. Pero es una visibilidad que provoca millones de insultos en
las redes. También la desconfianza de quien debería apoyar mi trabajo. Te
condenan al paredón. Nadie tiene el coraje de decir que, en realidad, callan
por temor a que lleguen menos propuestas, menos proyectos de trabajo, menos
libros, menos periódicos, se compren menos entradas para tus películas o vendas
menos discos. Piensan que quien invierte en ti, quiere hacerlo con
tranquilidad, sin tener que preocuparse por una declaración que has hecho o una
toma de posición política determinada. Pero, ¿por cuánto tiempo podremos soportar
esto? ¿De verdad pensamos que lo que está sucediendo es aceptable?”.
Rodillo político
Lo que sucede tiene la
forma de enorme rodillo político y cultural. Movimiento 5 Estrellas y Liga, dos
formaciones de corte populista sin un sustrato intelectual en las bases,
disfrutan de una creciente mayoría absoluta que ha asfaltado muchos de los
debates intelectuales que solían brotar con facilidad en Italia. El relato
oficial habla hoy de combatir la inmigración, enfrentarse a los socios europeos
y buscar nuevos aliados, aprobar una ley de defensa propia a mayor gloria de
los lobbies armamentísticos, bajada de impuestos a las rentas altas,
descalificaciones a adversarios. “Aunque estén legitimados en las urnas, no
pueden traicionar nuestra historia, los valores que nos han traído hasta aquí y
han evitado las guerras”, advierte Saviano.
Pero algunos valores
cambian y la relación de Italia con Europa, por ejemplo, pasa por un momento
incómodo. “Bruselas se ha convertido en el chivo expiatorio. Y no digo que carezca
de responsabilidad, al contrario. Pero la dirección la da la política nacional.
Italia es rehén de sus dirigentes clásicos desde hace mucho tiempo. Antes de
cabrearme con Bruselas, buscaría la responsabilidad de este desastre dentro de
nuestras fronteras. Pero atentos, porque el objetivo de Salvini es destruir
Europa como la habíamos conocido, produciendo desde el sur un efecto pinza con
Putin desde el Este”.
El clima de tensión está
especialmente inflamado desde las redes y sin respuesta desde los partidos
tradicionales o la encanecida clase intelectual, desarmados digitalmente y
faltos de reflejos. “Contra cualquier voz crítica, salen hordas de haters en
las redes sociales. Hay falsos economistas, falsos intelectuales, falsos
bloggers que difunden fake news. Digo falsos porque no tienen ninguna
competencia. Alguno ha leído alguna cosa, pero es imposible confrontar con
ellos más allá del insulto. Y son conscientes de lo que hacen. Están pagados
para crear una narración contraria, pero más simple e inmediata. Vamos hacia el
punto cero de la comunicación. Y quien tiene algo de notoriedad, al final, teme
ser atacado personalmente. Si ganas algo, mejor estar callado. Así es como
Mussolini atacaba a [Giacomo] Matteotti antes de ser asesinado. ¿Hemos vuelto a
los tiempos de esos tiempos? ¿Estamos aceptando como escritores, periodistas,
guionistas, actores, escenógrafos no contar nada, no devolverle a nuestro
público alguna cosa?”.
“NO PUEDEN QUITARME LA
ESCOLTA POR SER CRÍTICO CON EL GOBIERNO”
La guerra entre Matteo
Salvini y Roberto Saviano empezó hace mucho tiempo. Pero alcanzó su punto más
grotesco cuando el ministro del Interior amenazó al escritor con retirarle la
escolta de cinco carabinieri que lleva desde 2006, cuando el clan de los
Casaleses puso precio a su cabeza. Salvini es el titular de la cartera que,
entre otras cosas, debería ocuparse de combatir a las mafias y velar por la
seguridad personal de jueces y periodistas amenazados. Pero hacía días que no
le gustaban las críticas que recibía por parte del escritor a su política
migratoria. “Serán las instituciones competentes las que valorarán si corre
algún peligro, también porque me parece que pasa mucho tiempo en el extranjero.
Valoraremos cómo se gasta el dinero de los italianos. Le mando un beso”, soltó
en un programa televisivo.
Salvini sabe que una parte
de Italia no traga a Saviano y el debate del coste de su escolta, por muy
absurdo que parezca, sirve para despertar las bajas pasiones de una parte de su
electorado más radical. Saviano, pasado ya un mes de aquellas palabras,
reflexiona sobre la amenaza. “La asignación de la escolta no va en función de
la simpatía que se tiene por alguien. No se quita por ser crítico con el
Gobierno. Además, no decide el ministro del Interior, sino una oficina para la
seguridad personal. Esta arbitrariedad pone en riesgo el Estado de derecho”.
Una arbitrariedad que
Salvini aplica a todos sus supuestos enemigos. Esta semana, por ejemplo,
aseguró que la ONG española Proactiva Open Arms solo verá Italia en postal. Lo
hizo después de ser criticado por su director, Óscar Camps, convertido ya en
uno de sus nuevos y electoralmente rentables enemigos.
https://elpais.com/cultura/2018/07/21/actualidad/1532191972_864253.html
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