Hoy se cumplen 19 años de su muerte, pero las fotos del heredero de
Camelot y de su mujer, Carolyn Bessette, circulan sin cesar por las redes
sociales impulsadas por la nostalgia noventera.
BEGOÑA GÓMEZ URZAIZ
John F. Kennedy Jr. y Carolyn Bessette en la cena de corresponsales
de la Casa Blanca en 1999. FOTO: GETTY
Instagram tiene una foto de John Kennedy Jr. para cada ocasión. Ahí
está John John, quien, por cierto, odiaba ese apodo, sin camiseta –hay mucho
John John sin camiseta–, con un libro en una mano y otro brazo musculadísimo
extendido hacia un amigo. Hashtags: #summervibes #90s #fitnessmotivation. O
John John tirando un frisbee en Central Park (#history #classic #handsome),
paseando a sus perros, con sus inseparables boinas noventeras o abrazando a su
mujer, Carolyn Bessette (por supuesto, #couplegoals). Algunas son ubicuas y se
utilizan, por ejemplo, cuando llega el viernes, como la imagen de un Kennedy
adolescente, descamisado, con un collar de cuerno y llevando un radiocasete
gigante bajo el brazo. Existen muros de Pinterest y decenas de cuentas tributo
en Instagram dedicadas a la pareja, aún más a ella que a él, lo que resulta
llamativo, ya que existe un número bastante limitado de fotos de Carolyn
Bessette, que estuvo casada con el heredero de Camelot menos de tres años.
Hoy se cumplen 19 años de la muerte del matrimonio Kennedy y de
Lauren Bessette, la hermana de ella. Los tres viajaban a una boda familiar en
Martha’s Vineyard en su avioneta privada y se estrellaron, probablemente debido
al mal tiempo y la poca visibilidad. El hijo del presidente asesinado tenía
entonces 39 años y parecía haber asumido que, dado que nunca dejaría de ser
famoso, lo mejor que podía hacer con su popularidad era beneficiarse de ella.
Por ejemplo, para sacar adelante George, la revista que fundó en 1996 y que
entendía la política como espectáculo. Kennedy llegó a aparecer en un capítulo
de Murphy Brown interpretando una versión de sí mismo para promocionar la revista.
Aunque la revista no estaba funcionando demasiado bien de ventas,
poco antes de su muerte se había hablado de ampliar el proyecto a un programa
de entrevistas en televisión que tendría el mismo nombre y que presentaría él.
En su Daily Show, Jon Stewart ironizaba así sobre el anuncio: “John John
Kennedy patina hacia un nuevo chollo de trabajo” (en referencia a las múltiples
fotos suyas patinando por Manhattan que solían publicar las revistas del
corazón, muchas de las cuales también tienen ahora una segunda vida en
Instagram). “Cuando fundó la revista dijo que, dado que su padre era político y
su madre editora, estaba preparado para editar una revista política. La misma
regla de tres le convierte en un socialite cachondo”, siguió Stewart.
Para entonces, incluso los más nostálgicos de la presidencia de su
padre y creyentes en las dinastías políticas habían asumido que probablemente
no se dedicaría a la política, aunque su aparición en la convención demócrata
de 1988, presentando a su tío Teddy, había generado todo tipo de esperanzas.
Casi dos décadas después, sus fotos, la mayoría tomadas por los
fotógrafos que le persiguieron toda su vida, funcionan como contenido
autogenerado en internet para una generación que no lo recuerda vivo. Que los
noventa sean la década de referencia en la moda ayuda. El fenómeno no es muy
distinto al de las imágenes de Diana de Gales vestida de calle, fuera de sus
funciones oficiales, (saliendo del gimnasio con sudaderas de universidades
americanas y calcetines-calentador) que inspiran decenas de artículos e incluso
fueron la base para la colección primavera-verano de 2018 de Off-White (nadie
puede acusar a Virgil Abloh de no saber oler una tendencia).
Bessette, una innegable “chica de la moda” que trabajaba en Calvin
Klein, genera una fascinación similar, si bien su estilo nunca se interpreta de
manera irónica. Sus vaqueros ligeramente acampanados y sus abrigos anudados a
la cintura ganaron vigencia hace un par de temporadas y su vestido de boda, del
que solo existe una foto, y que ayudó a lanzar la carrera de Narciso Rodriguez,
sigue citándose como ejemplo viable de minimalismo nupcial. Según Vogue, “ella
sola cambió el mercado de los vestidos de novia, hizo aceptable llevar algo
simple y refinado”. Al parecer, estaba entre los preferidos de Meghan Markle,
que buscó algo similar con el segundo look de su boda, el vestido de Stella
McCartney.
En el año que falta para que se cumplan los 20 años de la muerte de
la pareja, es de esperar que aumente el interés. El canal TLC, famoso por sus realities
grotescos, ya ha anunciado que prepara un especial sobre su boda, que tuvo
lugar en absoluto secreto en una isla cercana a la costa de Georgia en agosto
de 1996. Al parecer, el canal habría conseguido entrevistas con los invitados e
imágenes nunca vistas de la ceremonia y de la cena de ensayo. Hace unos años,
el director de arte de George publicó un libro titulado JFK jr, George &
Me, en el que explicaba algunas anécdotas bienintencionadas sobre sus años en
la revista. ¿Cómo conseguían que Cindy Crawford, Robert de Niro, Claudia
Schiffer o Drew Barrymore posasen para la revista y que colaborasen Barbara
Walters y Norman Mailer? Fácil, el jefe descolgaba el teléfono y decía “hola,
soy John Kennedy hijo”.
https://smoda.elpais.com/moda/actualidad/john-john-kennedy-esta-vivo-al-menos-en-instagram/
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