Pese a que son los
gamberros de los grandes simios, los primatólogos que los observan han
descubierto que los chimpancés son generosos y tienen lo que podríamos llamar
sentido de la justicia. Ahora, un nuevo estudio ha confirmado que nuestros
parientes vivos más cercanos -compartimos un 96% de los genes- también se
comportan de forma parecida a nosotros cuando detectan un peligro y se
esfuerzan en alertar a sus compañeros.
Así lo demuestra una serie
de experimentos realizados con chimpancés salvajes de Uganda. Un equipo
científico liderado por Catherine Crockford escondió en la selva de Budongo una
serpiente de mentira y observaron su reacción cuando se percataban de su presencia.
Según relatan esta semana en la revista Science Advances, estos grandes simios
fueron capaces de evaluar el peligro y alertar a otros miembros de su grupo,
esforzándose más cuando creían que sus colegas ignoraban esa amenaza.
En una de las pruebas comprobaron
que el chimpancé usaba su cuerpo y el contacto visual para avisar a sus
compañeros de que había una serpiente alrededor y mostrarles dónde. Un segundo
experimento empleó grabaciones de voces de otros chimpancés que indicaban a los
animales que habían visto la serpiente si estos estaban o no al corriente del
peligro. Cuando les ponían la grabación que sugería que un miembro del grupo no
estaba al tanto del riesgo, ponían mayor énfasis en dar alertas, combinando
sonidos con gestos.
"Las señales de alarma,
en realidad, se han visto en muchas especies de primates y otros animales. Pero
lo más sorprendente del estudio es que los chimpancés son conscientes de si los
compañeros saben o no del peligro que les amenaza. Es decir, se ponen en su
lugar y son capaces de imaginarse lo que otros no ven y piensan actuando según
las condiciones", explica a EL MUNDO el primatólogo Pablo Herreros, sin
vinculación con esta investigación.
Ponerse en la piel
Y si los agresivos y
territoriales chimpancés muestran esta capacidad para ponerse en la piel del
otro y ayudarle, no iban a ser menos los bonobos, los simios más amables. Poco
amigos de la violencia, suelen recurrir al sexo para resolver cualquier
conflicto. Y según muestra otra investigación publicada recientemente en
Scientific Reports, estos primates prestan su ayuda a otros bonobos sin que se
la pidan. En este caso, los sujetos de estudio fueron los bonobos salvajes que
viven en el santuario Lola ya Bonobo de República Democrática del Congo.
Jingzhi Tan, antropólogo de
la Universidad de Duke, en Reino Unido, observó en una investigación anterior
que los bonobos comparten su comida con extraños y ahora quería profundizar más
en este comportamiento altruista. En uno de los experimentos comprobaron que en
la mayoría de las ocasiones, estos animales ayudaban a bonobos desconocidos en
situaciones en las que ellos no iban a obtener ninguna recompensa o beneficio.
En el experimento
participaron 16 ejemplares, cuyo comportamiento se analizaba individualmente.
Habilitaron un recinto, que constaba de dos habitaciones separadas por una
verja. En una de ellas colgaron una manzana con una cuerda. Un único bonobo era
introducido en la otra habitación y aunque podía ver la manzana, no podía
alcanzarla y comérsela. Sí era capaz, sin embargo, de subirse a la verja y
tirar de la cuerda para liberar la manzana, que caería a la otra sala. En
algunas ocasiones, esa segunda sala estaba vacía y en otras, metían a otro
individuo. Los científicos comprobaron que cuando había un bonobo en la
habitación contigua, se subían a la verja para soltar la pieza de fruta y que
la disfrutara su compañero cuatro veces más que cuando estaba vacía.
Los científicos cambiaron
el tamaño de la malla que rodeaba la sala adyacente en la que estaba el bonobo
desconocido, de modo que en algunos test eran capaces de meter sus brazos y
pedir ayuda y en otros no, pero comprobaron que los bonobos ayudaban al
desconocido tanto si hacía gestos para expresar su deseo de conseguir la
manzana como si no. Además, los primatólogos destacan que el bonobo cooperador
ayudaban al bonobo desconocido de forma voluntaria, antes de que el otro se lo
pidiera. Y esto ocurría tanto con ejemplares jóvenes como mayores.
Empatía animal
Este tipo de muestras de
empatía se consideraron durante mucho tiempo exclusivamente humanas, hasta que
los estudios en la naturaleza y en el laboratorio lo desmintió. La capacidad
para adaptar la forma en la que se comunica en función de la información que
tienen otros individuos era una de las que se pensaba que era única de las
personas, pero investigaciones recientes sugerían que otros primates también la
tenían. Determinar si era o no cierto fue el origen de los experimentos con la
serpiente falsa en Uganda.
"Algunas especies de
primates tienen un sonido para cada tipo de depredador y los chimpancés usan
uno en concreto para avisar de la presencia de humanos. Según esta
investigación y mi conocimiento de esta especie, lo interesante es comprobar
una vez más que los chimpancés son casi tan flexibles como nosotros, siendo
capaces de adaptar sus comunicación y comportamiento dependiendo del
contexto", dice Pablo Herreros. "Otros animales también ajustan su
comportamiento, como por ejemplo primates que no avisan del peligro si no hay
otros compañeros presentes, ya que delata su posición o gasta energías
innecesarias. Cuando depende de si existen otros miembros que les pueden
escuchar o no, lo denominamos 'efecto audiencia'".
En el caso del experimento
en el que los bonobos ayudaban a otros a comerse la manzana, los científicos
creen que el impulso de agradar a los extraños probablemente evolucionó en
especies en las que los beneficios de crear vínculos superan a los costes o al
esfuerzo. Según argumenta el equipo de Tan quizás los bonobos, como los
humanos, quieren ofrecer una buena primera impresión.
https://amp.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2017/11/16/5a0994b3ca474104478b45e7.html
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