jueves, 14 de diciembre de 2017

EL BARÍTONO LEO NUCCI, GRANDE, OFRECE EN EL TEATRO DE LA ZARZUELA EL CONCIERTO EXTRAORDINARIO DEL XXIV CICLO DE LIED


Ayer lunes 18 de diciembre, el Ciclo de Lied coproducido por el CNDM y el Teatro de La Zarzuela, nos ofreció otro recital extraordinario con el barítono Leo Nucci acompañado al piano por James Vaughan. Desde el último en esta sala habían pasado 4 temporadas.

Leonardo Nucci, nacido en una localidad vecina a Bolonia el 16 de abril de 1942, comenzó sus clases de canto con Mario Bigazzi y prosiguió con Giuseppe Marchesi en Bolonia durante los años 1959-68. Siendo todavía alumno de Marchesi ganó el concurso de canto de Spoleto en 1967. Llegan entonces sus comienzos en la escena, como Fígaro en El barbero de Sevilla de Rossini. Como solista trabajó más tarde pero antes formó parte del coro de La Scala de Milán. Siguió estudiando con el maestro Ottoviano Bizzani en Milán. Ganó en 1973 el Concours de Vercelli, y entonces comenzó su andadura con el que ha sido su rol estrella a lo largo de las décadas, el Rigoletto de Verdi.
Debutó en La Scala en 1976 con gran éxito, de nuevo en el papel de Fígaro. En los años siguientes comenzó una larga lista de colaboraciones con los más señeros teatros de ópera del mundo, incluyendo la Royal Opera House, el Covent Garden en Londres (1978), en la ópera Luisa Miller de Verdi, la Ópera estatal de Viena y el Metropolitan Opera de Nueva York, donde debutó en 1980 con el papel de Renato en Un baile de máscaras. Se podría decir que prácticamente ha interpretado sus papeles con los directores de orquesta más conocidos.
Su repertorio alcanza más de 45 roles, incluyendo la mayor parte en la cuerda de barítono de Donizetti y Verdi. Sus papeles más destacados son el de Rigoletto, Fígaro en El barbero de Sevilla, Doctor Malatesta en Don Pasquale de Donizetti, el conde de Luna en Il Trovatore de Verdi o Iago en Otello de Verdi. También ha interpretado óperas de Bellini y de compositores veristas.
Nucci se considera a sí mismo un milagro y muchas veces ha relatado que no entiende todas esas declaraciones de los cantantes o los especialistas en canto, que hacen que la ópera se transforme en un insondable arcano.

Hace poco tiempo, un libro titulado Leo Nucci, “un barítono per caso”, de Achille Mascheroni (Parma, Azzali Editore) describió la vida y obra de una voz fuera de serie. Es fuerte, de timbre oscuro y gran extensión, lo que ha determinado que sobre todo destaque en los grandes papeles de Verdi para barítono. El efecto de sus interpretaciones sobre el escenario se ve reforzado por una presencia escénica de gigante y una credibilidad interpretativa que sorprende. Siempre convence, siempre seduce, porque despliega un halo hipnótico.

JAMES VAUGHAN, piano. Acompañante la noche del concierto, del Maestro Nucci en su nuevo redescubrimiento del repertorio italiano, su preferencia para trabajar con cantantes lo llevó a ser designado como correpetidor vocal en la Wiener Staatsoper y Responsable del Departamento Musical en la Wiener Kammeroper. Mucho tiempo ha transcurrido, permitiéndole trabajar regularmente con directores de orquesta y cantantes de primera fila  como Abbado, Mehta, Harnoncourt, Chung, Pretre y Giulini (directores) y Domingo, Carreras, Netrebko, Gheorgiu y Kaufmann (cantantes).
Recientemente ha actuado en un documental denominado “The Temple of Music”, que fue representado en el Teatro de La Scala  y proyectado en cines de todo el mundo. También colaboró en enero de 2016 para el canal de televisión Sky Arte. Y finalmente, ese mismo año fue premiado en Roma con el Triumph International Award con Ennio Morricone y el actor Michele Placido y sigue…

Programa- Canción italiana

Giuseppe Verdi (1813-1901): Brindisi (1845)
Francesco Paolo Tosti (1846-1916)
Malìa (1887)
Donna, vorrei morir (1879)
Non t’amo più (1885)
John Field (1782-1837) (piano solo): Nocturno nº 4 en la mayor, H 36 (1817), poco adagio
Arturo Buzzi-Peccia (1854?-1943): Lolita (1892)
Gioachino Rossini (1792-1868): La danza, op. 23, nº 8 (1835)
Pausa
Giacomo Puccini (1858-1924)
“Era uguale la voce?… Ah! Vittoria” (1918): (Gianni Schicchi)
G. Verdi
“Eccomi solo alfine… O vecchio cor” (1844): (I due Foscari)
J. Field
Nocturno nº 18 en mi mayor, “Midi” (piano solo)
G. Verdi
“Alzati!... Eri tu” (1859)
(Un ballo in maschera)
G. Rossini : “Largo al factotum” (1816). (Il barbiere di Siviglia)

Nucci es un barítono italiano que ha dedicado gran parte de sus empeños operísticos al repertorio verdiano como dijimos antes y que, a pesar de su trayectoria (queda poco estiloso decir “de su edad”), conserva la frescura en su contacto con el público y la pasión por el canto. Los presentes en el Teatro de La Zarzuela, le dieron anoche un aprobado con muy buena nota por anticipado, porque se le habían rendido sin condiciones, antes incluso de que comenzara la velada.

Nucci efectivamente conserva unos agudos sorprendentes y el fiato, para conseguir el cual, según él, “solo hay que respirar”. Su instrumento tiene prestancia, con una bonita línea de canto, y esa “italianità” que solo pueden exhibir y transmitir los italianos cuando cantan las obras de sus compatriotas. Helàs! Son únicos y le sacan lustre al idioma de Dante, como nadie, claro.
En sus comienzos, fue un barítono muy lírico y dotado de un timbre brillante, con una capacidad vocal muy extensa. Posee una habilidad especial para escalar los agudos y una teatralidad que asombra, su instrumento se ha hecho más oscuro, con un talento de  prestidigitador para proyectar la voz y jugar de una manera preciosista con sus recursos, a fin de sortear catarros, sequedades del ambiente como el de Madrid, o fatiga. Incluso la que inevitablemente produce un concierto como este, con desafíos artísticos para valientes.

La primera parte estuvo dedicada a la canción, para entrar de lleno después de la pausa, en las profundidades de partes como las de Verdi de Un ballo in maschera o de I due Foscari, acompañados por el “Vittoria”, del Gianni Schicchi de Puccini o el inefable y juguetón pasaje- largo- de la descripción que el Figaro del primigenio y revolucionario texto de Beaumarchais, hace de sus inagotables e imaginativas habilidades. En esta obra literaria francesa que dio nacimiento a los personajes operísticos, se rastrea y se huelen ya los aromas cargados de crítica social y de la revolución.

Así, del belcanto al aguardentoso vocalmente maestro de Busseto, pasó por el territorio a veces bufo de Puccini, donde sin embargo, siempre acecha alguna forma  de nostalgia, algún inenarrable sentimiento de pérdida.

Las propinas ya estaban incluidas realmente en el programa y fueron densas, exigidas y agotadoras: narró la muerte de Rodrigo, el Marqués de Posa, en el Don Carlo, a mitad de camino entre ese enamoramiento y esa tristeza del amigo moribundo ante su desaparición definitiva y la fiereza y el desafío, luego aplacados, del Rigoletto de “Cortigiani”, que acaba de descubrir la honra mancillada de su hija.

El tercer “encore”, no estuvo tan brillante, pero Nucci recuperó terreno y redondeó finalmente su programa con la “Mamma” (no podíade otra forma, es el amor incondicional de todo italiano que se precie !), rindiendo repetido homenaje a una señora presente en la sala, mientras instaba al público a acompañarlo en el estribillo.

Hubo deseos de buenas fiestas de Navidad  y Año Nuevo para todos, por parte del cantante y de su extraordinario acompañante y pianista, James Vaughan, lleno de guiños y de complicidades hacia el maestro, durante toda la función. La ejecución pianística de Vaughan  fue cuidada, muy musical y destacó por su buen gusto al recrear los climas y las temperaturas de los dos Nocturnos de John Field.
Nucci, el inmortal, el constante, el imbatible, había aparecido en el escenario al comienzo del su recital,  con objetos de escena más propios de un ilusionista como atrezzo, con los que jugó durante toda la velada, a pesar de la seriedad intencionada del frac que lucieron los intérpretes. Metáfora conseguida, porque sin lugar a dudas lo es (eso, un mago).

El maestro boloñés podría haber hecho un bis con su anterior “Largo al factotum” (1816), porque parece en verdad el alter ego de Figaro:
“Pronto prontissimo son come il fulmine:
Sono il factotum della città.
Ah, bravo Figaro! Bravo, bravissimo:
A te fortuna non mancherà”.

A la prossima, Maestro

Alicia Perris

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