MATÍAS G. REBOLLEDO
Bette Davis (izq.) se lleva
un cigarro a la boca mientras Joan Crawford lee el guion de "¿Qué fue de
Baby Jane?" BETTMANN ARCHIVE
En el libro "Bette
& Joan, ambición ciega", el periodista Guillermo Balmori repasa la
vida y las desavenencias de las dos míticas actrices
Dicen los nutricionistas,
que para eso lo han estudiado, que una dieta equilibrada es la clave para una
vida larga y próspera. La pirámide alimenticia de esa mole ególatra y
narcisista que es Hollywood siempre ha estado formada por tres grupos bien
diferenciados: en la base están los jovencitos y jovencitas idealistas y
confusos que, buscando el éxito, se dejan los escrúpulos por el camino; justo
encima, montones y montones de billetes verdes y estatuillas varias que se
queman por la noche y se vuelven a recomponer al amanecer; y, por último,
coronando la estructura, un pico de magnates ególatras que oscurecen todo el diagrama.
La histórica enemistad entre las actrices Bette Davis y Joan Crawford es, sin
lugar a dudas, el menú perfecto con el que nutrirse en la meca del cine. Todos
los elementos de la pirámide se entremezclan ahora en el libro Bette &
Joan, Ambición ciega (Notorius), obra del periodista y fundador de la
editorial, Guillermo Balmori.La historia del enfrentamiento entre ambas figuras
titánicas del cine de entreguerras es un tema recurrente en la cultura popular
moderna. No en vano, el gurú del morbo televisivo Ryan Murphy orquestó
recientemente una recreación de la historia de odio, fama y rencor entre ambas
actrices. Susan Sarandon en el papel de Bette Davis, Jessica Lange en la piel
de Joan Crawford. Feud, que así se llama la excelente serie, opta a cuatro Globos
de Oro en la gala del próximo 7 de enero.
Crawford (izq.) era la
hermana paralítica de Davis en "¿Qué fue de Baby Jane?" (1962)
Al tratarse de un producto televisivo y, en
consecuencia, elíptico, muchos elementos de esta célebre trifulca del cine se omiten
o se cambian. Ambición ciega ahonda mucho más en la historia personal de las
dos actrices, trasciende su condición profesional y nos ofrece un perfil
pormenorizado de dos mujeres únicas. Irrepetibles.Las luchas de ego entre las
divas Davis y Crawford solo se pueden entender gracias a su bagaje personal.
Balmori cuenta en el libro que Bette (nacida Ruth Elizabeth) provenía de un
ambiente deprimido pero estable que le permitió formarse como una actriz de
método. Joan (su nombre real era Lucille Fay Le Sueur) sufrió hasta abusos
sexuales a cargo de su padrastro y llegó al cine de rebote, bailando en pubs
del hampa y posando para fotógrafos de dudosa reputación. Sea como fuere, ambas
compitieron en igualdad de condiciones por llegar a ser la diva absoluta de la
industria del celuloide. Davis, con las cartas de la actriz consabida e intensa
que repudia el oropel hollywoodiense; Crawford, con la seducción como arma de
destrucción masiva y el atractivo innato de quien se sabe deseado.Las tensiones
entre ambas comenzaron a iluminar sus carreras cuando apenas acababan de
empezar. Bette Davis se curtió en la compañía teatral de George Cukor, director
luego de cintas cumbres del cine americano como Historias de Filadelfia o My
Fair Lady. Allí, una joven Crawford buscó su sitio, pero los flirteos de la
Davis con Cukor hacían imposible que brillase cualquier otra estrella. Este
hecho, anecdótico, solo sería la chispa de una mecha tejida con mucho mimo y
que terminó en una bomba tan mediática como mítica. Hablamos, como no, del
rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? La película que firmó Robert Aldrich es el
referente universal del proceso creativo problemático, el caos fílmico por
antonomasia y uno de los desastres mejor documentados de la Historia del
cine.El rodaje, por culpa del productor Jack Warner y pese a la negativa del
director, se convirtió en un auténtico circo. Debido a las presiones del
magnate del estudio, Aldrich se vio obligado a dejar que todas las escenas se
rodarán en un plató abierto. Cualquier periodista podía visitar los estudios y
fue así como las crónicas de la periodista Hedda Hopper copaban las portadas de
la época.«Se coloca unos pechos falsos tan puntiagudos que algún día me sacará
un ojo», le espetaba en la prensa Davis a Crawford, vanidosa aunque
interpretase a una discapacitada a punto de morir de inanición. «Es tan vieja
que en mi siguiente película interpretará a mi madre», le respondía Joan al día
siguiente. Uñas fuera.Para jolgorio de todos, la maniobra publicitaria de la
Warner salió bien y en 1962 la película se convirtió en un auténtico éxito de
crítica y taquilla. Davis incluso fue nominada al Oscar, premio del que siempre
reivindicó su nombradía.Nunca se supo si se llegaron a reconciliar o no, ya que
cada una contó un final diferente de la historia. Una historia llena de odio,
ambición y pasión por el cine y por la fama. La historia de una actriz tan
talentosa como soberbia y la de una estrella que quería serlo a toda costa.
Bette y Joan. Joan y Bette. El duelo de divas más intenso que haya vivido
Hollywood.
http://www.elmundo.es/cultura/cine/2017/12/29/5a45440622601df83e8b45fe.html
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