sábado, 30 de diciembre de 2017

LOS OJOS DE BETTE DAVIS, LA MIRADA DE JOAN CRAWFORD

MATÍAS G. REBOLLEDO

Bette Davis (izq.) se lleva un cigarro a la boca mientras Joan Crawford lee el guion de "¿Qué fue de Baby Jane?" BETTMANN ARCHIVE

En el libro "Bette & Joan, ambición ciega", el periodista Guillermo Balmori repasa la vida y las desavenencias de las dos míticas actrices

Dicen los nutricionistas, que para eso lo han estudiado, que una dieta equilibrada es la clave para una vida larga y próspera. La pirámide alimenticia de esa mole ególatra y narcisista que es Hollywood siempre ha estado formada por tres grupos bien diferenciados: en la base están los jovencitos y jovencitas idealistas y confusos que, buscando el éxito, se dejan los escrúpulos por el camino; justo encima, montones y montones de billetes verdes y estatuillas varias que se queman por la noche y se vuelven a recomponer al amanecer; y, por último, coronando la estructura, un pico de magnates ególatras que oscurecen todo el diagrama. La histórica enemistad entre las actrices Bette Davis y Joan Crawford es, sin lugar a dudas, el menú perfecto con el que nutrirse en la meca del cine. Todos los elementos de la pirámide se entremezclan ahora en el libro Bette & Joan, Ambición ciega (Notorius), obra del periodista y fundador de la editorial, Guillermo Balmori.La historia del enfrentamiento entre ambas figuras titánicas del cine de entreguerras es un tema recurrente en la cultura popular moderna. No en vano, el gurú del morbo televisivo Ryan Murphy orquestó recientemente una recreación de la historia de odio, fama y rencor entre ambas actrices. Susan Sarandon en el papel de Bette Davis, Jessica Lange en la piel de Joan Crawford. Feud, que así se llama la excelente serie, opta a cuatro Globos de Oro en la gala del próximo 7 de enero.


Crawford (izq.) era la hermana paralítica de Davis en "¿Qué fue de Baby Jane?" (1962)

Al tratarse de un producto televisivo y, en consecuencia, elíptico, muchos elementos de esta célebre trifulca del cine se omiten o se cambian. Ambición ciega ahonda mucho más en la historia personal de las dos actrices, trasciende su condición profesional y nos ofrece un perfil pormenorizado de dos mujeres únicas. Irrepetibles.Las luchas de ego entre las divas Davis y Crawford solo se pueden entender gracias a su bagaje personal. Balmori cuenta en el libro que Bette (nacida Ruth Elizabeth) provenía de un ambiente deprimido pero estable que le permitió formarse como una actriz de método. Joan (su nombre real era Lucille Fay Le Sueur) sufrió hasta abusos sexuales a cargo de su padrastro y llegó al cine de rebote, bailando en pubs del hampa y posando para fotógrafos de dudosa reputación. Sea como fuere, ambas compitieron en igualdad de condiciones por llegar a ser la diva absoluta de la industria del celuloide. Davis, con las cartas de la actriz consabida e intensa que repudia el oropel hollywoodiense; Crawford, con la seducción como arma de destrucción masiva y el atractivo innato de quien se sabe deseado.Las tensiones entre ambas comenzaron a iluminar sus carreras cuando apenas acababan de empezar. Bette Davis se curtió en la compañía teatral de George Cukor, director luego de cintas cumbres del cine americano como Historias de Filadelfia o My Fair Lady. Allí, una joven Crawford buscó su sitio, pero los flirteos de la Davis con Cukor hacían imposible que brillase cualquier otra estrella. Este hecho, anecdótico, solo sería la chispa de una mecha tejida con mucho mimo y que terminó en una bomba tan mediática como mítica. Hablamos, como no, del rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? La película que firmó Robert Aldrich es el referente universal del proceso creativo problemático, el caos fílmico por antonomasia y uno de los desastres mejor documentados de la Historia del cine.El rodaje, por culpa del productor Jack Warner y pese a la negativa del director, se convirtió en un auténtico circo. Debido a las presiones del magnate del estudio, Aldrich se vio obligado a dejar que todas las escenas se rodarán en un plató abierto. Cualquier periodista podía visitar los estudios y fue así como las crónicas de la periodista Hedda Hopper copaban las portadas de la época.«Se coloca unos pechos falsos tan puntiagudos que algún día me sacará un ojo», le espetaba en la prensa Davis a Crawford, vanidosa aunque interpretase a una discapacitada a punto de morir de inanición. «Es tan vieja que en mi siguiente película interpretará a mi madre», le respondía Joan al día siguiente. Uñas fuera.Para jolgorio de todos, la maniobra publicitaria de la Warner salió bien y en 1962 la película se convirtió en un auténtico éxito de crítica y taquilla. Davis incluso fue nominada al Oscar, premio del que siempre reivindicó su nombradía.Nunca se supo si se llegaron a reconciliar o no, ya que cada una contó un final diferente de la historia. Una historia llena de odio, ambición y pasión por el cine y por la fama. La historia de una actriz tan talentosa como soberbia y la de una estrella que quería serlo a toda costa. Bette y Joan. Joan y Bette. El duelo de divas más intenso que haya vivido Hollywood.

http://www.elmundo.es/cultura/cine/2017/12/29/5a45440622601df83e8b45fe.html

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