LUIS ALEMANY
Pino Lella, a la
derecha, junto al autor del libro, Mark Sullivan.PLAZA & JANÉS
Una novela desvela
sus peripecias de Pino Lella, que ayudó a salvar la vida a cientos de judío y
que fue agente doble de los aliados. Su historia será una serie de TV
protagonizada por Tom Holland
Leer Bajo un cielo
escarlata, de Mark Sullivan (Plaza & Janés) es como volver a los sábados
por la tarde de otra época, cuando en TVE siempre había una película del tipo
de Los cañones de Navarone, con sus nazis y sus partisanos y con su beso de
tornillo al final de dos horas de épica, cuando los alemanes ya están todos
muertos o en retirada.
Pino Lella, el
hombre que inspira la novela de Mark Sullivan, aún vive. Tiene 92 años y está
en algún lugar de Nevada, en EEUU, contando a quien quiera escucharle la historia
que se guardó durante 60 años. A Lella le cogió la ocupación alemana de su
ciudad, Milán, en la adolescencia, pero a él, en principio, todo el daba igual.
Le gustaba el jazz, le gustaban las chicas y mientras pudiese, intentaría
ignorar que había una guerra.
«Yo también he
tenido 17 años. Tengo hijos de esa edad y sé cuáles son sus prioridades. Su
mente está plenamente formada pero sus intereses son muy concretos. Podemos
criticarlos pero hay algo de optimismo vital en esa actitud», cuenta Sullivan.
«Voy a bailar y esa va a ser mi manera de escabullirme de todo. Los chicos son
así. No piensan en el peligro».
Pero las guerras no
se acaban bailando. Cuando los aliados bombardearon Milán y Pino tuvo que
refugiarse, participó en una red que se dedicaba a rescatar a judíos, a
llevarlos hasta los Alpes, bajo la tutela de los partisanos. Y aquí es donde la
vida empieza a parecer el guion de una película de los años 50. En la red había
una mujer, seis años mayor que él, el crío se enamoró de ella y, así, el
antiguo bailarín hedonista se convirtió en un héroe.
«La valentía es algo
con lo que te encuentras, más que una decisión», cuenta Sullivan. «La valentía
no consiste en ignorar el miedo, consiste en ser consciente de él y estar por
encima».
La vida de Pino
todavía esperaba un giro más. Mientras ayudaba a salvar judíos por las tardes,
sus padres lo inscribieron en la Wehrmacht, las fuerzas armadas nazis, como una
manera de protegerlo de levas y represalias. Y los alemanes, ignorantes de su doble
vida, le confiaron un puesto maravilloso para un saboteador: el de chófer del
general Hans Leyers, el jefe germano de la ocupación y mano derecha de Hitler.
«Es curioso cómo se
ha ignorado la guerra en Italia. Supongo que existe la sensación de que la II
Guerra Mundial se ganó en Francia, no en Italia, pero los combates fueron
largos y dramáticos. Los aliados avanzaron con muchísimo esfuerzo», explica el
autor. Bajo un cielo escarlata llena en parte ese hueco.
Por cierto: siempre
se dice que en Alemania y en Francia estaban los nazis buenos, los educados y
razonables. Que los verdaderos psicópatas iban al frente oriental. La novela de
Sullivan desmiente esa idea: «Los einsatzgruppen iban a Rusia, es verdad, pero
a ltalia también fueron muchos nazis crueles».
A Pino Lella le fue
más o menos bien en su aventura como agente doble. Salió adelante, emigró a
EEUU y se reinventó. Se empleó como profesor de esquí y llevá algo parecido a
una vida alegre: «Pino es un optimista natural. Es el tipo de persona que tiene
un actitud positiva hacia cualquier cosa que le venga. Intenta escapar de todo
lo que sea negativo. No lo consigue siempre, pero es la persona más feliz que
he conocido. No es tan fácil con la historia que ha vivido».
Pero hay un enigma:
durante 50 años, el profesor de esquí no le contó a nadie su aventura en la
guerra: «Es probable que durante una época sufriera estrés postraumático. Pero,
como en esa época no existía ese diagnóstico, vivió con ello hasta que se pasó.
Ha tenido épocas muy felices: tenía alumnos que eran gente famosa de Hollywood,
disfrutaba de la vida en la naturaleza... Creo que con la edad, ha tenido un
anhelo por el tiempo perdido. Lo normal».
La memoria de Lella
se liberó un poco casualmente ante Sullivan, antiguo periodista y escritor de
thrillers desde los años 90. Y aquí viene otro pellizquito de épica. La
historia del niño espía llegó a la vida de Sullivan cuando ésta zozobraba.
«Pino me devolvió la vida. Yo estaba deprimido y arruinado, esa misma tarde
había pensado en chocar con el coche contra un poste para terminar con mis
problemas. Su historia me cambió. Creo que la literatura puede curar a la
gente. Atraviesas un viaje como éste, recuperas las emociones y las bases de la
humanidad. Es una historia universal. Sé de gente deprimida, que me escribió
para darme las gracias. Mi objetivo como escritor ha consistido en eso: en
compartir la mima emoción que yo sentí al descubrir a Pino. No sólo quería
transmitir los datos, también la emoción».
https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/03/18/5c8e40cdfc6c83145f8b4612.html
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