FRANCISCO CARRIÓN
Luxor (Egipto)
La tumba de
Tutankamón ha estado al borde de la asfixia por millones de turistas. La
acumulación de polvo levantado por el calzado y la humedad procedente de su
respiración han puesto contra las cuerdas la conservación de las pinturas
Un nuevo sistema de
ventilación promete ahora evitar su deterioro, pero no ha acabado con el debate
sobre si limitar la visita a 25 personas diarias o incluso cerrar la cámara al
público
«Al principio no
podía ver nada. El aire caliente escapaba de la cámara agitando la llama de la
vela... pero cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles de la
habitación emergieron lentamente de la niebla: animales extraños, estatuas y
oro...», escribió Howard Carter sobre aquel día de finales de noviembre de 1922
cuando derribó la puerta tapiada y vislumbró el tesoro que albergaba la tumba
de Tutankamón. Una pequeña sepultura de 109 metros cuadrados que, salvo algún
leve y remoto intento de profanación, había permanecido sellada durante 3.300
años. Lo que fue ajeno al ojo humano durante milenios, tal y como persiguió el
celo de quienes lo sepultaron, ha sido hollado hasta la extenuación desde un
hallazgo que inauguró el furor sin disimulo por la Egiptología. Durante el
último siglo, millones de peregrinos han descendido por el angosto pasadizo de
la KV62 en busca del otrora descanso eterno del faraón niño (1332-1323 a.C.),
una oquedad de cuatro estancias huérfanas de los más de 5.000 objetos que una
vez se amontonaron por doquier. El intenso trajín ha asfixiado el páramo
funerario de Tutankamón, la atracción más mediática de las decenas de tumbas
que habitan las entrañas escarpadas y desérticas del Valle de los Reyes, en la
sureña Luxor, a 600 kilómetros de El Cairo. Un ahogo literal y persistente que
ha cimbreado su débil esqueleto.
«Imagina. La tumba
estuvo sellada más de tres milenios y se abrió de repente. Fue un choque
monumental. Y desde entonces los visitantes la han explorado. Todo el que viene
al Valle de los Reyes quiere verla», relata a PapelNeville Agnew, director de
proyectos del Getty Conservation Institute. Una treintena de científicos de la
institución estadounidense, con sede en Los Ángeles, ha trabajado durante la
última década en una operación de rescate que acaba de concluir. Arqueólogos,
conservadores, biólogos, ingenieros o arquitectos han integrado la unidad que
ha auscultado al paciente, detectado sus múltiples lesiones y buscado remedio.
«Había cierto consenso sobre el motivo del rápido deterioro de la tumba. El
gran número de visitantes durante estos casi 100 años y, muy especialmente
durante las últimas décadas, había causado serios daños en la inestabilidad de
las pinturas y las condiciones ambientales por la acumulación de polvo o la
humedad».
La primera de las
alertas afloró de los murales que decoran la cámara funeraria, entre ellas, la
de los 12 monos, símbolo de las 12 horas nocturnas que debía transitar el
monarca antes de renacer. «Son pinturas extremadamente importantes. Datan del
periodo en el que la capital de Egipto volvió a Luxor tras su paso por Amarna.
Son muy diferentes a las del resto del Valle de los Reyes porque pertenecen a
un período de transición», admite Lorinda Wong, la conservadora que las ha
estudiado durante horas antes de aplicar el tratamiento. «Hemos descubierto que
cada muro tiene un tecnología pictórica distinta. En tres paredes, por ejemplo,
el fondo amarillo fue pintado primero y más tarde las figuras. En el cuarto,
sin embargo, lo hicieron al contrario. ¿Por qué? Hay aún muchos misterios»,
balbucea. Precisamente uno de los enigmas que más inquietaron a la legión de
galenos fue los puntos marrones que aparecen esparcidos por los murales.«Es la
única tumba en Egipto que presenta este tipo de fenómeno. La sometimos a una
prueba microbiológica y los resultados demostraron que tiene el mismo nivel de
microorganismos que el resto de sepulturas. No existe razón salvo el sellado y
quizás la rapidez con la que se pintaron, las inconsistencias técnicas y el
escaso lapso de tiempo en el que se ocupó». El pormenorizado estudio de estas
ubicuas pecas identificó en ellas altas concentraciones de ácido málico, uno de
los ácidos más abundantes de la naturaleza y fácilmente metabolizable por los
microorganismos. El análisis de ADN de los hisopos tomados en las paredes
confirmó la presencia de bacterias Bacillus y Kocuria. No había rastro, no
obstante, de los organismos que las crearon.«Los puntos marrones son bacterias
y hongos que crecieron probablemente tras el cierre apresurado de la tumba. Lo
que sí podemos afirmar con absoluta seguridad es que están muertos y no se
hallan en expansión. Lo sabemos porque hemos comparado las fotografías actuales
con las realizadas en la época de Carter y estamos ante el mismo número y con
las mismas dimensiones», arguye Agnew. Y apostilla: «No hay posibilidad de
retirarlos. Técnicamente han crecido dentro de las pinturas. Cualquier acción
para eliminarlos supondría dañar la pintura. Y, además, son ya parte de la
historia de la sepultura», zanja.
EL GRAN NÚMERO DE VISITANTES HA CAUSADO SERIOS DAÑOS EN LA
INESTABILIDAD DE LAS PINTURAS Y LAS CONDICIONES AMBIENTALES
NEVILLE AGNEW, DIRECTOR DE PROYECTOS DEL GETTY CONSERVATION
INSTITUTE
La labor de auxilio
de la tumba, prolongada por las vicisitudes políticas que la tierra de los
faraones ha atravesado desde 2011, tuvo que afrontar otro desafío notable: el
polvo fino e incesante que el calzado de los forasteros transporta a diario
desde el árido exterior y se depositaba hasta ahora sobre los muros,
absorbiendo la humedad de la respiración humana. Unas condiciones ambientales
que, además, fluctuaban entre los meses fríos y cálidos del año. «En verano el
aire de la tumba se renueva cada 16 horas. En ese período, la capacidad
ambiental de la tumba para acoger turistas sería cero», explica el ingeniero
Hani Husein. Durante los meses de dura canícula, el depósito de polvo, humedad
y dióxido de carbono se incrementan. En invierno, el aire seco y arenoso del
exterior golpea la tumba aumentando la evaporación de la humedad de las
paredes. Unas variaciones letales para la conservación del monumento que los
expertos han solventado instalando un sofisticado sistema de ventilación y
filtrado del aire.
La respiración
asistida de Tutankamón se halla camuflada en dos áreas de la tumba: en la
antecámara, detrás de la vitrina que aloja la momia del soberano, se ha
colocado el conducto de aire y los difusores; bajo la plataforma de madera que
pisan los turistas, al filo de la cámara funeraria, se ha situado la rejilla de
extracción y el conducto de retorno del aire. «Ahora, cada cierto número de
minutos hay un cambio de aire que elimina el efecto causado por los visitantes
al transportar polvo y humedad», arguye Husein. «Los datos reunidos desde que
comenzó a funcionar el sistema indican una importante reducción de polvo,
partículas y las fluctuaciones que padecía el lugar», añade. El invento ha
estabilizado el microclima de un enterramiento por el que desfilan entre 500 y
1.000 almas a diario, con un país en plena recuperación del turismo tras más de
un lustro de sequía.El fin del remozado, que ha incluido el cambio completo del
sistema de iluminación y barandillas que acotan el espacio de visita, también
está acompañado de una recomendación firmada por Getty. «Nuestra sugerencia es
limitar el número de turistas a alrededor de 25 en cada turno», desliza Agnew.
En los últimos años, la reducción e incluso el cierre permanente al turismo de
la tumba ha rondado el debate público.
HAN SALVADO LA TUMBA DEL FARAÓN. PUEDO DECIR ALTO Y CLARO QUE
TUTANKAMÓN ESTÁ MUY FELIZ AL VER EL TRABAJO HECHO
ZAHI HAWASS, EX MINISTRO DE ANTIGÜEDADES
Con la experiencia
de la cueva de Altamira y los estragos del turismo masivo, el taller madrileño
Factum Arte creó una réplica de la tumba que, con la exactitud de una micra, se
halla instalada desde 2014 en los aledaños de la casa de Carter, en el acceso a
la serpenteante carretera que conduce al Valle de los Reyes. Apenas publicitado
por el ministerio de Antigüedades, el facsímil ofrece una experiencia similar
libre de multitudes. El equipo que ha socorrido al paciente también ha
elaborado un completo manual para implantar un nuevo modelo de gestión. «Si
quieren mantener su salud, el lugar debe ser bien administrado. Hay que ser
vigilantes. Se necesita formación y un presupuesto. Nuestra labor acaba aquí.
No es nuestro papel seguir aportando dinero», alerta Agnew, consciente de que
el negligente o inexistente mantenimiento del patrimonio faraónico es un talón
de Aquiles. De vuelta a casa, los investigadores enfilan ahora el camino hacia
la publicación de los resultados que ha arrojado el estudio y el proceso de
conservación. Al retirar la vieja plataforma que recibía a los peregrinos, sin
ir más lejos, el equipo rescató unos fragmentos de papel suplicando a
Tutankamón bendición para el autor de la nota y desgracia para sus enemigos.Una
leyenda más para un descubrimiento plagado de supuestas maldiciones. Su
presentación en sociedad y la muerte repentina de algunos de los protagonistas
propagó el mito. Su aura jamás se ha desvanecido. Un magnetismo que hace cuatro
años llevó al arqueólogo británico Nicholas Reeves a plantear la existencia de
cámaras secretas tras dos muros de la tumba y la posible sepultura de
Nefertiti, una hipótesis desechada por las autoridades locales el pasado año.
El revuelo que ha despertado la exhibición itinerante de 150 piezas de su ajuar
a partir de este sábado en París confirma la fama inmortal de un monarca cuyo
reinado fue breve e intrascendente: llegó al trono con 12 años y murió cuando
rondaba los 20. «No sabemos exactamente la causa de su óbito pero con el
análisis de ADN que le haremos próximamente desvelaremos por primera vez la
razón precisa del fallecimiento del niño dorado», esboza Zahi Hawass, ex
ministro de Antigüedades y estrella de la Egiptología más catódica. «La
conservación es sobresaliente, inaudita. Han salvado la tumba del faraón»,
comenta. «Puedo decir alto y claro que Tutankamón está muy feliz al ver el
trabajo que se ha hecho en su tumba».
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/03/23/5c950e4ffc6c833f798b457e.html
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