Ambos han dañado el orgullo de Francia, aunque en distinto grado. El actor,
al aceptar la nacionalidad rusa. El expatrón del FMI, al ser detenido en EE UU
como presunto violador
En ‘Welcome to New York’, uno encarna al otro en su caída. El polémico
filme ha reabierto viejas heridas. Y, de paso, ha creado otras nuevas
DSK, sentado en el
banquillo por abusar de una empleada de un hotel de Nueva York. A la derecha,
imagen de Depardieu en la película. / REUTERS
La inmensa mole desnuda de Gérard
Depardieu se abalanza sobre la camarera negra que acaba de
irrumpir, para limpiarla, en su suite del hotel neoyorquino.
La secuencia es breve, pero contundente. Y aunque el actor interpreta a un tal
Devereaux, a nadie se le escapa que estamos ante una recreación, obligadamente
fantasiosa, de lo que pudo ocurrir el 14 de mayo de 2011, en la suite 2806
del hotel Sofitel de Manhattan, entre Dominique
Strauss-Kahn, entonces director general del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y virtual candidato socialista a la presidencia de Francia,
entonces de 62 años, y la limpiadora guineana Nafissatou Diallo, 30 años más
joven.
No es la escena más degradante para el expolítico
francés de la películaWelcome to New
York, dirigida por Abel Ferrara (El rey de
Nueva York, 1990) y dedicada enteramente a este episodio, que se estrenó la
pasada semana en el Festival de Cannes, fuera de concurso, tras un largo tira y
afloja con la organización del certamen. Un filme que comenzó a gestarse nada
más conocerse la detención del exdirector del FMI hace tres años, y que propina
una patada en toda regla a las élites francesas en el trasero de Strauss-Kahn,
un libertino crecido en el seno de un establishment siempre
condescendiente con sus excesos. Se comprende que el proceso de elaboración haya sido difícil, como confesó Vincent Maraval, directivo
de la productora Wild Bunch, que lo ha hecho posible. Isabel Adjani, la actriz
principal, abandonó el proyecto en desacuerdo con el guion. Y las grandes
cadenas de televisión de Francia se negaron a invertir un euro en él.
Welcome to New York reabre además un episodio que
Francia vivió casi como una humillación colectiva. Que dividió a la opinión
pública ydescabezó al Partido Socialista Francés en vísperas de la
batalla electoral por la presidencia de la República en 2012. Un episodio sobre
el que planeó desde el primer momento el fantasma de un complot que no ha
llegado a probarse.
El largometraje hurga de nuevo en esas heridas de
forma inmisericorde, no solo porque reconstruye el caso Diallo,
presentando al expatrón del FMI como un depredador sexual, sin otro interés que
sus orgías, sino porque refleja pormenorizadamente la humillación sufrida por
DSK a manos de la policía y la justicia neoyorquina, que le obligaron primero a
desfilar ante la prensa escoltado por los guardias y esposado (el llamado perp walk) como
un vulgar criminal, y le rechazaron la condicional en primera instancia, ingresándole en prisión.
No deja de ser curioso que sea Gérard Depardieu,
otro personaje caído en desgracia, otro maldito para la
opinión pública francesa, el que interprete el papel del expolítico. Depardieu,
máxima gloria del cine francés que cayó a los infiernos cuando, indignado por
los elevados impuestos que la Administración de Françoise Hollande impuso a los
superricos, se instaló en Néchin (Bélgica). La polémica que suscitó su
decisión de traslado enfadó al actor, que devolvió su pasaporte francés y fijó
su residencia en Rusia, donde un entusiasmado Vladímir Putin le concedió la nacionalidad en
enero de 2013.
Hay alguna similitud más en la biografía de los
dos hombres. Ambos han cumplido los 65 años de edad, tienen varios matrimonios
a las espaldas y una biografía de triunfadores que en el caso de Depardieu ha
sufrido un ligero revés, mientras que en el de DSK se ha truncado abruptamente
dada la gravedad incomparablemente mayor de su caso.
También se aprecian dotes de fabulador en
Dominique Strauss-Kahn. Nacido en Neuilly-sur-Seine (París), de padres
ilustrados y cosmopolitas de origen judío, comenzó siendo un funcionario y
brillante profesor de Economía que saltó a la política con enorme éxito.
Diputado socialista en la Asamblea, su tercera boda con la famosísima y
millonaria periodistaAnne Sinclair, en 1991, le elevó al cielo mediático.
Ministro de Economía y Finanzas con Lionel Jospin, sucedió al español Rodrigo
Rato en noviembre de 2007 al frente del Fondo Monetario Internacional, una
institución prestigiosa y excelente trampolín para el salto definitivo que
esperaba dar en su carrera, la candidatura a la presidencia de la República
francesa en las elecciones de 2012.
Dominique Strauss-Kahn y
Anne Sinclair, cuando todavía eran marido y mujer, en 2011. /PASCAL ROSSIGNOL (REUTERS)
DSK, como se le denomina normalmente, tenía, sin
embargo, un punto débil. Una tumultuosa adicción al sexo. En los despachos
importantes de Francia todos lo sabían. Desde el año 2006, la cúpula policial,
a las órdenes de Nicolas Sarkozy, exministro del Interior y presidente entonces
de Francia, guardaba evidencias de los paseos de Strauss-Kahn por las zonas de
prostitución callejera. Instalado ya en Washington al frente del FMI, venía
recibiendo desde 2009 la visita de amigos que organizaban orgías con chicas de
alterne en diversos hoteles de la capital estadounidense, de Nueva York, París
o Madrid. La víspera delcaso Diallo celebró una de esas fiestas,
recogida en la película de Ferrara, cuyos primeros 20 minutos encajarían bien
en un filme porno, con un Depardieu-Strauss-Kahn practicando sexo con
diferentes prostitutas suministradas por amigos de farra que estaban siendo
investigados ya por la policía francesa como integrantes de una red de
proxenetas con base en Lille. Un caso en el que terminaría implicado también DSK.
Jean Veil, abogado de Strauss-Kahn, ha anunciado una querella por calumnias contra una película que,
dijo, “es pura mierda”. Es la última de la larga serie de recursos judiciales
que se ha visto obligado a interponer DSK contra editores, autores y
articulistas que se han atrevido a entrar a saco en los detalles de su caída.
El expatrón del FMI conserva todavía amigos influyentes y ha conseguido, poco a poco, enderezar su vida. Tiene nueva
compañera, y nueva actividad como conferenciante en Ucrania y asesor económico
de Serbia.
“Todo el mundo nos desaconsejó rodar la cinta”,
aseguró recientemente Vincent Maraval, al frente de la productora. Además
de señalar que ninguna televisión francesa quiso poner dinero en la película y
de denunciar que la distribuidora UGC estaba presionando para que no se
exhibiera el filme, afirmó haber recibido amenazas del entorno de DSK y su
exmujer: “Que sepas que Anne Sinclair invertirá toda su fortuna para destruir
tu vida”, le soltó Dan Franck.
Ahora se enfrentan a una demanda. “Mi cliente me
ha dado instrucciones para presentar una demanda por difamación por las
insinuaciones de la cinta”, aseguró el abogado de DSK, que, aunque no la ha
visto, está “asustado y asqueado” por su repercusión.
Una recuperación modesta para el hombre que fue.
Todo un personaje. Lo vemos en el filme de Ferrara, desbordante de seguridad en
sí mismo, ocupadísimo, toda una estrella del firmamento político internacional.
Un hombre que viaja en primera clase, se aloja en hoteles de lujo, (en el
Sofitel del escándalo ocupaba unasuite de 3.000 dólares la noche
por el precio de una habitación común, cortesía de la casa) y es una autoridad
en cuestiones de economía mundial.
Incluso tras la caída, ya fuera de la cárcel, DSK
vive el arresto domiciliarioen un lujoso apartamento de 60.000
dólares al mes alquilado por Sinclair. El calvario judicial durará poco. En agosto
de 2011, la Fiscalía de Nueva York sobresee el caso. La acusación
pública está convencida de que Nafissatou Diallo no podrá mantener su relato
ante un gran jurado. Equipos de investigadores y detectives privados han
hurgado en la vida de la camarera del Sofitel y han descubierto que mintió para
obtener el permiso de residencia en Estados Unidos y para mantener su piso de
protección oficial en el Bronx. De repente, su versión de los hechos se agrieta
con inexactitudes y hasta se filtra una conversación telefónica con un conocido
encarcelado en la que Diallo dice en su idioma peul: “Sé lo que me hago, el tipo es riquísimo”.
Disuelto el caso penal, Diallo recurrió a un
tribunal civil para reclamar una indemnización por el daño moral sufrido. Obtuvo una suma millonaria.
Dominique Strauss-Kahn encajó el golpe sin perder
compostura,convencido de que detrás de su desgracia estaba la mano de su gran
adversario político, Nicolas Sarkozy. Y así se lo confesó al
periodista estadounidense Edward Epstein, uno de sus pocos apoyos, en una
entrevista realizada en París a finales de 2011 y publicada en The
Guardian. DSK admitía que no había mano negra alguna en su encuentro con
Diallo, ni en lo que ocurrió después en la suite del Sofitel.
Pero estaba convencido de que colaboradores de Sarkozy habían suministrado
datos de sus antecedentes a la Fiscalía neoyorquina, lo que se tradujo en la
negativa a otorgarle la libertad condicional inmediata. De ahí el ominoso
paseíllo ante los medios esposado como un criminal. Una foto que le costó la
dirección del FMI (dimitió a los cuatro días del arresto), su matrimonio y su
futuro político.
http://elpais.com/elpais/2014/05/23/gente/1400875237_972689.html
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