lunes, 19 de mayo de 2014

UNA BATALLA CAMPAL EN VIÑETAS. EL SALÓN DEL CÓMIC DE BARCELONA INVITA A REFLEXIONAR SOBRE EL PAPEL DE LA GUERRA EN LAS HISTORIETAS DEL TEBEO

JACINTO ANTÓN Barcelona 


Soldados de época y de 'Star Wars' en el Salón del Cómic. / MARTA PÉREZ (EFE)

¡Soldados imperiales junto a un tanque estadounidense de la guerra de Corea y Vietnam! La imagen que pudo verse ayer en el Salón del Cómic de Barcelona, que abrió sus puertas al mediodía inaugurado por el presidente Artur Mas (al que Popeye le recomendó tomar muchas espinacas), simboliza muy bien el peso del género bélico en las historietas. De Ásterix —que no está mal lo cómic de guerra que es (Alesia, Vercingétorix, la tortuga de los legionarios romanos y la carga de los galos)— a todos los tebeos de ciencia ficción (Flash Gordon luchando contra los ejército de Ming o contra las tropas de los Skorpi, las propias franquicias de cómic de La guerra de las galaxias), pasando por las ínclitas Hazañas bélicas, casi parece que no haya una viñeta, a excepción de las de Lilí o las de Pumby, acaso, en las que no haya sonado un tiro o se haya desenvainado una espada.
Será la influencia del Salón, que exhibe en su principal exposición (con permiso de Batman) más de 500 originales de comic bélicos, incluidos varios de Mortadelo y Filemón en armas, pero diríase que la guerra es omnipresente en el tebeo. “La guerra es una gilipollez. Es siempre una desgracia y una pésima solución”. Lo decía en El deseo de ser útil, sus recuerdos y reflexiones, uno de los grandes del cómic, Hugo Pratt. Vivió la guerra en primera persona, en Abisinia, y nos ha dejado algunas de las mejores historias bélicas del género, pero, aunque le gustaba dibujar soldados (y lo hacía como nadie), abominaba de ella. A su gran personaje, Corto Maltés, le hace decir en Las Célticas, a propósito del Barón Rojo, “los héroes de carrera me dejan indiferente”. Y en Las etiópicas: “Hay un culpable, uno solo, el más odioso de todos: la guerra”.
Valga san Pratt para señalar el camino más digno que ha seguido el cómic con la guerra y que es el que hoy transita lo mejor del género, como demuestran artistas como Joe Sacco y Tardi. De este último es posible admirar en el salón barcelonés algunos de los originales de sus viñetas de ¡Puta guerra! (muy expresivo título). Imágenes terribles en las que una explosión despedaza literalmente a un grupo de soldados inundando la viñeta de restos mutilados y un estallido de sangre.
No es desde luego algo nuevo el mostrar la crueldad y el espanto de la guerra. La gran exposición del salón exhibe viejas viñetas en las que dos soldados de la I Guerra Mundial se apuñalan con las bayonetas en una página hasta quedar tendidos en un embudo de obús con las tripas al aire: y entonces los rematan a ambos inmisericordemente. Poca o casi ninguna glorificación de lo bélico puede verse en la amplia representación de estilos, autores, épocas y temas que presenta la exposición. Hay, eso sí, verdaderas maravillas. Porque el cómic bélico ofrece grandes posibilidades de expresión y de virtuosismo. Como en los cuadros y en las películas del género, hay verdaderas joyas bélicas en el cómic. Véanse como ejemplos esas viñetas expuestas de Breccia sobre la guerra en el desierto, portadas de Indochinade Longaron, el impagable retrato de Beau Geste de Jesús Blasco, los cazas Zero deTerry and the pirates de Milton Caniff (1945), los stukas aullando sobre Gernika y el niño muerto arrojado sobre la mesa de los militares en los estremecedores dibujos de Luis García, o la página de acuarelas de Hugo Pratt con soldados japoneses en Manchuria.


Una viñeta de 'Puta guerra', cómic de Jacques Tardi.

Desde el punto de vista técnico, la secuencialidad y los formatos del cómic han permitido narrar la guerra con una intensidad estremecedora: los soldados atacan y mueren, los aviones atraviesan las páginas, los tanques irrumpen entre las viñetas. Hay todo un lenguaje gráfico que plasma la guerra, hecho de imágenes y sonidos. Las onomatopeyas son por sí mismas uno de los grandes recursos del género: Paw, paw, paw, ladran los rifles, ¡rat-tat-tat-tat!, resuenan las ametralladoras, ¡Boom!,atruenan los obúses. Y las respuestas son invariablemente un coro de quejidos en los que sabemos descifrar desde niños el dolor y la muerte:¡Ahhh!
El salón dedica un gigantesco espacio a los cómics de guerra, ordenados por secciones cronológicas —Edad Media, Guerra Civil, Primera y Segunda Guerras Mundiales, conflictos desde entonces, etcétera—. Las viñetas quedan algo perdidas en un espacio tan agotador de recorrer como un campo de batalla y que tiene su justificación en la presencia de varios grupos de reconstrucción histórica que han sentado sus reales con sus uniformes y equipos. La ambientación es efectista y ayuda a meterte en ambiente: es como si estuvieras ya en una gran viñeta. Puedes ver un campamento demiquelets de la Guerra de Sucesión, una columna blindada de la Nueve, la compañía de la División Leclerc de la que formaban parte muchos republicanos españoles —te entregaban un folleto por si te quieres apuntar a esos juegos de guerra: desgraciadamente ya es tarde para liberar París—.


El 75 aniversario de Batman en el Salón del Cómic de Barcelona.

Los más activos eran ayer los milicianos y soldados republicanos que han instalado un campamento con sacos terreros, alambradas, ametralladoras, banderas, junto a un camión del ejército (esperemos que no cargado de trilita); la gente se hacía selfies con ellos, mientras sonaba la Internacional o Ay, Carmela. Fue posible verlos con coca-colas y a tres de ellos retratándose con Cat Woman. La pièce de résistance de la exposición —viñetas aparte— es sin embargo el tanque. Un señor tanque, que impone su corpulencia de metal sobre sus muchos congéneres de papel alrededor.
Junto al blindado, custodiado celosamente por un señor ya madurito con uniforme de oficial de Rangers, un jeep Willys parecía sacado de una historieta del sargento Gorila, casco de marine incluido, a excepción de un pequeño detalle: llevaba la etiqueta de haber pasado la ITV.


Viñetas bélicas para el Salón del Cómic de Barcelona.

El afán por hacer políticamente correcta la exposición guerrera y contextualizar las Hazañas Bélicas ha llevado a que estén presentes en el mismo espacio del salón diferentes asociaciones como Reporteros sin Fronteras, Amical de Mathausen, la agrupación de antiguos aviadores de la República o la Cruz Roja. Pero también, si te pone eso, puedes pegar unos tiros con un AK 47 o una Thompson (de aire comprimido) o con otras armas más sofisticadas en una caseta que podría pasar por zona de entrenamiento de la Delta Force.


http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/15/actualidad/1400185022_255734.html

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