Casi 90 años después de su muerte,
Kafka sigue siendo un enigma en muchos aspectos. Reiner Stach ha escrito tres
volúmenes para desvelar la verdadera personalidad del autor.
ROSALÍA SÁNCHEZ Berlín
Al despertar el escritor Reiner Stach una
mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en el autor
de una biografía de Franz Kafka que supone un hito para la
historiografía de la literatura. A él mismo le cuesta explicarse por qué dedicó
18 años de su vida al empeño de redactar una obra monumental con un afán
enciclopédico sobre el autor de 'La metamorfosis'. "Si pones al lector
ante un texto como éste, de 2.000 páginas, lo menos que puedes intentar es que
le resulte agradable y atractivo. Hay que facilitar la lectura para que sienta
la motivación de llegar hasta el final sin perder interés". Y confiesa al
mismo tiempo que ha empezado a sentir el alivio que caracteriza al escritor que
acaba de entregar un manuscrito que le ha llevado a rebuscar entre archivos y
legajos para mostrar al mundo una imagen más real del enigmático genio checo.
Fue hace pocos días, a finales de abril, cuando
escribió la última palabra del tercer tomo, 'Los años jóvenes', que será
publicado en septiembre en Alemania por la editorial Fischer Verlag.
Una de las conclusiones más llamativas de esta
biografía pantagruélica es que, debidamente contextualizado, el universo
kafkiano es al menos tan humorístico y tierno como angustioso y absurdo, que es
como lo define la Real Academia Española. "El cliché de Kafka es más
conocido que los libros de Kafka. Es su peor enemigo. Habla de miedo, de
pesadilla. Pero en su obra hay una gran dimensión humorística poco reconocida. 'El
Proceso', por ejemplo, contiene pasajes verdaderamente cómicos, escribe
desde una distancia crítica y humorística muy valiosa. 'La
metamorfosis'tiene también un componente cómico muy importante, incluso en
los pasajes más duros. Es un tópico infundado pensar en él como un funcionario
amargado", subraya el biógrafo.
Stach también ha descubierto la faceta de luchador
de clase que desarrolló a través de su trabajo, Brotjob, como lo llamaba su
padre por tratarse solamente de un medio de ganarse la vida, pero que terminó
proporcionándole los temas clave para su obra. "Como vendedor de seguros
hizo muchos viajes comerciales en los que su objetivo era convencer a los
empresarios de la conveniencia de que los trabajadores estuviesen asegurados y
lo hacía desde una firme convicción", relata. "Tuvo que hablar con
abogados, mostrar sus competencias, convencer a los clientes, no fue un hombre
tímido, atormentado o metido en sí mismo", aclara, al tiempo que justifica
la elección del formato de novela en tercera persona, pero sin inventar un solo
dato. "He asumido el rol de observador estricto, he estudiado a fondo cómo
organizó su vida, qué acontecimientos fue encontrando en ella y cómo reaccionó
ante ellos, y creo que en ese sentido he abierto un poco la perspectiva del
trabajo de Klaus Wagenbach" ('Kafka', Alianza, 1981), comenta.
Se refiere a su obsesión por estudiar su entorno,
su día a día, la sociedad en la que vivía, el papel que jugaban los hombres,
las mujeres, los niños, la autoridad, la violencia, el cambio, sin recurrir
directamente a la psicología. Stach se centra en sus reacciones a hechos como
el trato a los judíos, la orientación sexual, la literatura, la
burocracia, para proceder indirectamente a caracterizar a Kafka y desvelar su
personalidad. A mediados de los 90, cuando surgió lo que Stach denomina como el
Proyecto Kafka, se encontró con una avalancha de literatura secundaria,
fundamentalmente interpretaciones de su obra, pero muy pocos intentos serios
biográficos.
El Kafka
visceral
Tras comenzar el proceso de documentación y establecer
que serían tres tomos, se enfrentó a dos cuestiones irremediablemente
ligadas a una biografía de calidad. "No era plausible escribir la
biografía que quería y al mismo tiempo permanecer activo profesionalmente. Por
ello, tenía que encontrar financiación. La segunda era una cuestión
existencial, ya que estaba ante un proyecto muy a largo plazo y determinante en
mi vida". Esta reflexión le acabaría llevando a cambiar de editorial para
evitar las tentaciones de firmar una obra más y disponer de las condiciones
necesarias para escribir una biografía que no está al alcance de cualquier
editor.
En este sentido y aunque reconoce haber
desarrollado una gran empatía con Kafka hasta identificarse con el autor checo,
Stach demuestra un alto grado de racionalidad y organización a la alemana en su
trabajo, en contraposición a Kafka, que "tomaba las
decisiones de forma visceral". "Puede llegar a conocerse bien a
una persona por su forma de decidir y, en el caso de Kafka, rara vez tomaba una
decisión consciente y meditada. Sí lo hacía respecto a algo que no quería que
sucediera más, pero en el resto de situaciones dejaba que decidiera la vida. No
supo optar, por ejemplo, entre el matrimonio o la literatura y, finalmente, fue
la enfermedad, el diagnóstico de tuberculosis, la que decidió por él",
apunta su biógrafo.
Reconoce también que tuvo que invertir enormes
cantidades de tiempo y recorrer diversos escenarios para investigar las
circunstancias de su existencia y averiguar exactamente qué ideas pasaron por
su cabeza. Así, además de una extraordinariamente pormenorizada descripción de
la Praga de entonces, documentada con exhaustivas lecturas de hemeroteca,
reconstruye aquel entorno físico y psicológico. "He descubierto que en
la misma calle de Kafka hubo agresiones a judíos, que el colegio en que estudió
fue atacado y destruido. Es evidente que la cuestión del antisemitismo no
era una charla de café, sino un tema presente en el debate intelectual del
momento", argumenta, intentando meterse en la piel de alguien en esa
situación.
"Si escribo sobre el maratón, yo mismo me hago corredor de maratón.
Sólo así es posible identificar las ideas que pasan por la cabeza de una
persona que corre esa prueba. Y escribir esta biografía ha tenido bastante que
ver con un maratón. A lo largo del camino, en muchos momentos pensé que no
podría llegar a la meta, pero la clave está en no tratar de abarcar la obra
entera, sino centrarse en la etapa que en ese momento se está
recorriendo", explica.
El niño y la
mendiga.
El tercer tomo se ocupa de la parte más difícil de documentar, su infancia
y primera juventud, y han resultado muy útiles los testimonios de terceras
personas sobre recuerdos referidos por el propio Kafka.Milena Jesenská,
que fue novia de Kafka, cuenta que leyó en uno de sus diarios que, de muchacho,
su madre le dio un día una moneda de un secherl. Jamás había poseído antes un
secherl y constituyó para él un gran acontecimiento. En la calle se encontró
con una mendiga que le impresionó y sintió el impulso de regalarle su moneda.
Pero, consciente de que podrían acusarla de robo, cambió el secherl y entregó
un kreuzer a la mendiga. Después dio toda una vuelta a la manzana antes de
entregarle un segundo kreuzer, y así 10 veces. Concluida su hazaña, estalló en
sollozos.
Stach se ha ocupado intensamente con las memorias de todo aquel que pudo
haber conocido a Kafka en Praga y ha dejado en evidencia que, aunque su mundo
ya no existe, hay testimonios que permiten reconstruirlo con bastante
exactitud. Precisión absoluta en cada afirmación vertida y en la expresión de
las mismas son, por tanto, las características de la marca Stach, a quien
agrada cierta identificación con el estilo literario del biografiado. Su idea
es que la 'kafkología', la mitología alrededor del escritor, tiene su
propio discurso, a menudo totalmente desligado de la realidad. Por eso ha
sido necesaria una obra titánica para hacer prevalecer a Kafka sobre el
personaje que los estereotipos habían fabricado sobre él.
"Muchos lectores de los dos primeros tomos se
me han acercado para felicitarme porque, leyéndolos, han sentido como si
hubieran estado allí, como si hubieran visto a Kafka con sus propios ojos, y a
mí eso me halaga. Pero me parece muy importante no perder de vista que, en
realidad, ninguno de nosotros estuvo allí. Es necesario mantener
siempre un mínimo de distancia crítica", señala en contra de la moda
de la omnisciencia en la biografía.
Su confesión a Sabine Küchler, en
'Deutschlandfunk', de que la última página había sido ya entregada a la
editorial ha removido las entrañas del mercado editorial alemán, que espera con
fruición la tercera entrega, tras 'Los años de las decisiones' (2002) y 'Los
años del conocimiento' (2008). El hecho de que el 3 de junio se cumpla
el 90 aniversario de su muerte ha impulsado al escaparate de las
librerías centroeuropeas varias obras relacionadas con la biografía de Kafka,
entre las que destaca el libro de Kathi Diamant titulado 'Dora
Diamant, el último amor de Kafka', pero ninguno ha conseguido despertar tanta
admiración y expectación como la obra faraónica de Stach, que sirve de
referencia al resto.
Debido al compromiso con Fischer, le es imposible
adelantar todavía nada sobre el contenido de este tercer tomo, pero sí se puede
anticipar que el libro termina con una frase que le dijo a Kafka una mujer, que
le preguntó con gran curiosidad: "Pero usted, ¿sobre qué escribe
exactamente".
http://www.elmundo.es/cultura/2014/05/12/536fc9a9e2704e88458b4571.html
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