La serie de los silencios. De las miradas. De los
gestos. De las puertas que se abren y se cierran. La serie de la caída de los
hombres y del ascenso de las mujeres. Mad Men es elegancia e inteligencia en estado puro.
Como la mayoría de los grandes títulos de la llamada tercera edad de oro de la
televisión, la creación de Matthew Weiner puede que no sea apta para todos los
gustos. Ni falta que le hace.
Ya en su séptima y última temporada, Mad
Men se gusta a sí misma. Como la veterana que es, se atreve a cosas
con las que otros ni sueñan. En ella no tendrán lugar luchas abiertas por un
trono y muertes sangrientas y sorprendentes, como ocurre en Juego de tronos. Quizá sus
protagonistas no expresen verbalmente las reflexiones filosóficas nihilistas
que elevaron a True Detective a los altares a
principios de año. No lo necesita. La serie de AMC y que en España emite Canal Plus se
basta y se sobra con sus luchas internas (que también hacen que rueden cabezas,
aunque de una manera diferente), la soledad de sus personajes, las frases
lapidarias, los diálogos llenos de intención, lo que se dice y, sobre todo, lo
que no se dice. Y esa estética y esa elegancia que marcan la línea de la serie
desde sus primeros compases, cuando empezaba a emitirse allá por el verano de
2007.
Aunque aún sea pronto para hablar de Historia con
mayúsculas, nadie duda que habrá un antes y un después de la entrada de Don
Draper en nuestras vidas. Qué difícil va a tener el actor Jon
Hamm desprenderse de un personaje así. Igual que ocurrió con
Tony Soprano o, más recientemente, con Walter White, el arquetipo del antihéroe
televisivo no sería lo mismo sin esos hombres (curiosamente, la mayoría son
hombres) a los que, sin saber por qué, el espectador termina por querer. Son
malas personas, con más fallos que virtudes, que toman decenas de malas
decisiones que traen peores consecuencias. Y sin embargo... ¿qué vamos a hacer
sin Don Draper cuando en 2015 se despida de nosotros para siempre?
Siguiendo la estela de Breaking Bad, el final de Mad
Men también llega en dos partes: los primeros siete capítulos
terminaron el lunes en Canal Plus Series; para la siguiente tanda de episodios,
los últimos, habrá que esperar varios meses. Bendita espera. Mientras, la serie
ha dejado siete dosis en forma de capítulos que se han pasado volando y que ya
saben a despedida, con ese regusto de la mezcla agridulce en la que Mad
Mense ha mostrado maestra.
Es complicado encontrar ahora mismo en televisión
personajes más tristes y más solitarios que Don Draper o Peggy Olson,
personajes que han tenido que ir asumiendo que los sueños que tenían, esos que
se dedican a vender en forma de eslóganes publicitarios, no se harán realidad.
"Lo que llamas amor fue inventado por tipos como yo para vender
medias", aseguraba Don Draper. Con el paso del tiempo, ha ido descubriendo
que en esas palabras hay más verdad de la que le gustaría. En su escalada
profesional, Peggy Olson (una impecableElisabeth Moss) también
ha descubierto la soledad del corredor de fondo. Y ha demostrado que Mad
Men es una serie en la que las mujeres tienen mucho más que decir de
lo que parece a simple vista.
Mad Men se despide hasta 2015 demostrando que sigue
en perfecta forma y con dos de los mejores capítulos de la serie hasta el
momento. Como ya es habitual en ella, la muerte no podía dejar de estar
presente en esta temporada. Pero también han dicho hasta luego dejando a sus
seguidores con una sonrisa en la boca y regalando una inyección de optimismo
poco habitual. Pónganse de pie y aplaudan. Mad Men sigue en
forma y amenaza con despedirse a lo grande. Bravo.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/27/television/1401210996_709295.html
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