PATRICIA TUBELLA Londres
Manuscrito del relato corto
ilustrado que Charlotte Brontë hizo en 1826 para su hermana pequeña Anne. / AP PHOTO / THE BRITISH LIBRARY
Quizá la literatura clásica inglesa no pueda
competir con la seducción de las tabletas, los móviles de última generación y
otras maravillas tecnológicas, aunque sí utilizarlas como su propia arma. Esa
es la ideaque ha guiado a la British Library (Biblioteca
Británica) para descargaronline lo que califica de
sus “mejores tesoros literarios”, una colección de 1.200 manuscritos
originales, primeras ediciones, ilustraciones y cartas del puño y letra de
autores universales como Charles Dickens, Keats, Oscar Wilde, Jane Austen o las
hermanas Brontë. El objetivo no es solo acercar sus grandes obras a los
usuarios de la era multimedia, sino principalmente hacer que esos autores
resulten más accesibles para tantos jóvenes estudiantes que hoy no los perciben
como “gente real”.
Una prueba de que sí lo fueron está en los
artículos y viñetas de prensa que en 1895 daban cuenta del juicio contra el
dramaturgo Oscar Wilde por “indecencia grave”, y que se saldó con una condena
de dos años a trabajos forzados. El Wilde de antes del ocaso pudo saborear el
éxito gracias a piezas como La importancia de llamarse Ernesto,
cuya primera edición figura asimismo entre los fondos que la institución
londinense ha puesto a disposición del público en su web y que, en una primera
etapa, están consagrados a las grandes firmas de la literatura romántica y
victoriana.
La inclusión de testimonios sobre la vida de los
escritores y su tiempo, al margen del gran valor en sí mismos, pretende
instigar la curiosidad de los colegiales y, en palabras de la secretaria
británica de Educación, Elizabeth Truss, alentar que “descubran el amor por la
literatura”.
La búsqueda, por ejemplo, del rastro de Charles
Dickens en la web se traduce en dos centenares de entradas, que incluyen desde
el manuscrito del prólogo de Oliver Twist o la primera edición
de Un cuento de Navidad hasta bonitos grabados de escenas de
este último libro ejecutados en la época en que fue escrita o la entrada que
alguien pagó en el Dublín de 1869 para conocer al mismísimo autor en una de sus
últimas despedidas del público.
Los familiares y amigos del universo real de Jane
Austen eran tan cotillas como los personajes de sus libros. La Biblioteca
Británica exhibe en su portal las anotaciones de la propia autora sobre lo que
sus coetáneos pensaban de ella y de su obra, el debate entre sus parientes
sobre cuál de sus novelas era la mejor (que Austen recoge en un tono burlón muy
similar al de algunas de sus escenas literarias), e incluso el poco amable
comentario de uno de sus colegas: “Orgullo y Prejuicio es una
completa sandez”.
También Charlotte Brontë, cuyo manuscrito original
de Jane Eyrefigura en el nuevo portal, descargaba su imaginación en
pequeños cuadernos que son la primera prueba que se conoce de su ambición
literaria. En 1826 escribió un relato corto ilustrado con dibujos para su
hermana pequeña Anne, en una sugerencia de que ya entonces las niñas de aquella
creativa familia comenzaban a idear juntas las historias que años más tardes
volcaron en sus novelas y poesías.
De cómo el pintor y el poeta romántico William
Blake encaraba sus obras da cuenta una de las libretas en las que solía dibujar
sus bocetos previos o escribía los primeros borradores de sus poemas. Tanto
este poeta como John Keats o Percy Bysshe Shelley son considerados autores
difíciles para un profesorado inglés que considera todo un reto conseguir que
los jóvenes se entusiasmen con la literatura. Un reciente sondeo entre el
profesorado constata que sus alumnos no consiguen percibir a los escritores
clásicos como “gente real”, pero un 82% de sus mentores considera que los
manuscritos originales, los recortes de prensa y las historias reales sobre
esos autores consiguen despertar un interés.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/16/actualidad/1400270741_283432.html
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