viernes, 2 de mayo de 2014

LA FILARMÒNICA SOCIEDAD DE CONCIERTOS, OTRA VEZ LLENO EN EL AUDITORIO NACIONAL




Royal Philarmonic Orchestra. Pinchas Zukerman, violín y dirección. 2da Temporada 2013/2014. Jueves 24 de abril. Sala Sinfónica
 
Programa
…Ludwig van Beethoven (1770-1827)
Concierto para Violín en re mayor, op. 61 (1806)
…Johannes Brahms (1833-1897)
Sinfonía Núm. 4 en mi menor, op.98 (1884-1885)

 La velada con Pinchas Zukerman y la Royal Philarmonic Orchestra fue organizada por La Filarmònica Sociedad de Conciertos, que continúa con su labor pedagógica y didáctica en lo musical, ofreciendo también al público joven, la posibilidad de acceder a los conciertos y a la música nimbada por la excelencia.
El violinista y director de orquesta israelí renovó el pasado jueves 24 de abril su vínculo con el público madrileño, volviendo a lucirse en una espléndida y única noche en el Auditorio Nacional, con el Concierto para violín en Re Mayor, op.61 (1806) de Ludwig van Beethoven (1770-1827) y la Sinfonía núm. 4 en Mi menor op.98 (1884-1885), de Johannes Brahms (1833-1897).
 La Royal Philarmonic Orchestra  lleva más de 65 años de grandes éxitos en todo el mundo y a lo largo de su trayectoria ha tocado bajo la batuta de los mejores maestros, teniendo como elemento central del calendario de actuaciones, las que lleva a cabo en el Royal Festival Hall. El programa propuesto esta vez se sustenta en compositores alemanes clásicos y en dos de sus producciones más conocidas. El público disfrutó del reencuentro con música familiar y Pinchas Zukerman tuvo un papel relevante en toda la ejecución.
Tanto en su faceta de violinista como de director, pedagogo y músico de cámara, el maestro lidera el “Pinchas Zukerman Performance Program” en la Manhattan School of Music y continúa después de cuarenta años un desenvolvimiento musical que lo sitúa entre los más grandes de su instrumento, con precedentes como Heifetz, Menuhin, Oistrak o Stern. La noche del jueves el maestro estaba de excelente humor y talante, relajado y disponible y eso se percibió inmediatamente. Desde el primer gesto de batuta.

 Se sabe que es amigo íntimo de Daniel Baremboim e Itzhak Perlman, toca el violín “Dushkin” de Guarnerius del Gesù (1742) y tiene un fraseo muy personal y un sonido rico, lleno, con una técnica indiscutible y arrastra tras de sí una formación como la RPO que podría haber tocado sola, porque su compenetración con el director es total y no necesita de la gestualidad o la incidencia del movimiento corporal del máximo responsable para conseguir una calidad y una homogeneidad tímbrica conmovedoras.
El concierto de Beethoven es portentoso, con un primer movimiento, Allegro ma non troppo,  en donde se exalta el diálogo del instrumento solista con la orquesta, que tiene unos primeros violines, un concertino y unos instrumentos de viento muy por encima de la media a la que estamos acostumbrados en las salas sinfónicas. Precioso el tercero, Rondo Allegro, con ese modo mayor que irradia vitalidad y optimismo a toda la partitura. Contrastó con la Cuarta Sinfonía en mi menor de Brahms, borrascosa y pasional, de gran lucimiento para la orquesta, que dibuja un abanico cargado de sentimientos y sonoridades contrapuestas y complementarias.



Después de las obras en programa, una ovación por parte de los presentes y una propina, la “Serenade” de Elgar, que culminó con más aplausos y bravi por parte de una concurrencia entregada, cerró una noche de primavera vibrante de sonidos. Un lujo.




Alicia Perris

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