JACINTO ANTÓN Luxor
Una imagen de la tumba descubierta en el valle de
los Reyes en Luxor (Egipto). / Reuters
Las nuevas momias, estrellas recién llegadas al mundo de la
egiptología, no recibían ayer. La tumba KV 40 del Valle de los Reyes (Luxor),
en la que han sido descubiertos, en uno de los hallazgos más sensacionales de
los últimos tiempos, más de medio centenar de cuerpos embalsamados, incluidos
los de varios príncipes y princesas de la 18 dinastía (la de Tutankamón),
estaba cerrada a cal y canto. A 45 grados y bajo un sol de justicia, el Valle
aparecía resplandeciente como un horno calcáreo e igual de inhabitable para
cualquiera que no estuviera ya momificado. Los escasos turistas no se
aventuraban tan lejos: llegaban como máximo hasta la tumba de Ramsés III,
pasada la de Tutankamón.
La tumba KV 40, muy discretita, pegada a la KV 64, con la entrada
tapada por una trampilla de hierro, está más allá, al principio del ramal que
conduce al risco donde se encuentra la de Tutmosis III (KV 34). Millones de
visitantes han desfilado ante el lugar en los años buenos del turismo sin
imaginar el tesoro egiptológico que se escondía ahí. Ayer, en una soledad
absoluta, podías saltar el pequeño murete que bordea el camino, agacharte y
apoyar la oreja en la trampilla metálica, ardiente como una barbacoa. No se oía
nada, lo que en realidad, si bien se piensa, resultaba tranquilizador (sobre
todo si has visto El retorno de la momia).
El hallazgo ha sido realizado por un equipo de la Universidad de Basilea dirigido por Elina Grothe, que trabaja
en la tumba desde 2011 en colaboración con el servicio de antigüedades egipcio.
Acabada la temporada de excavaciones, ahora no hay nada que hacer en el lugar
—más allá de confirmar que el Valle puede dar sorpresas en el sitio más
insólito—. Un espíritu menos romántico podría sentirse decepcionado pero la
completa soledad, el misterio que emana de la tumba cerrada, el aire eterno,
que de tan seco parece que te bese una momia en los labios cortados, y la
maravilla del entorno, justifican con creces la visita.
KV 40 es una de las muchas tumbas menores poco estudiadas, mal
conservadas y olvidadas del Valle de los Reyes. Pequeñita, sin propietario
identificado, fue excavada muy superficialmente en 1899 por Victor Lore, que no
publicó informe alguno. Había sido saqueada varias veces en la antigüedad y en
el siglo XIX.
Los cuerpos embalsamados, rodeados de infinitud de restos de ataúdes
de madera y equipo funerario, textiles, vasijas, vasos canopos, máscaras,
etcétera, han aparecido hechos trizas, en un revoltijo caótico. Varias de las
momias son de príncipes y princesas de la dinastía 18, una de las más importantes
del Antiguo Egipto, a la que pertenecieron faraones como Tutmosis III, Akenatón
y Tutankamón.
Las momias y sus ajuares han sido hallados tras excavar y limpiar el
pozo de acceso de seis metros que daba paso a varias cámaras subterráneas. De
momento se han identificado en la tumba 30 nombres gracias a las inscripciones
en elementos como las jarras funerarias. Ocho de esos nombres han sido
descifrados como los de hijas de reyes y cuatro como de príncipes. Se trataría
de familiares de Tutmosis IV y Amenofis III. Entre los nombres aparecen los de
personajes desconocidos como Ta-im-wag-is y Neferanebo. Hay asimismo niños
momificados, lo que es insólito en el Antiguo Egipto.
Algunos de los restos podrían
pertenecer a hijas de Amenofis III.
Inicialmente se hablaba de un cachet real, un escondite de
momias reales, como los encontrados en la tumba del sumo sacerdote Pinodjem II
en Deir el-Bahri y en la de Amenofis II (KV 35), que permitieron dar con
prácticamente todo el who’s who de la realeza del Imperio Nuevo (dinastías
18 a la 20, 1549-1064 antes de Cristo). En este caso de la KV 40 estaríamos
ante algo diferente, una acumulación de momias de la familia real en la que no
habría faraones ni reinas, sino personajes principescos, entre otros. El Valle
de los Reyes sigue dando sorpresas y arrojando enterramientos que no encajan
con nuestras clasificaciones habituales, como sucedió con el depósito de
material de momificación hallado hace unos años (2005) por Otto Schaden y
bautizado como KV 63.
“Creemos que estamos ante miembros de las familias de la corte real”,
ha explicado por parte del equipo suizo la directora del departamento de
Egiptología de la Universidad de Basilea, Suzanne Bickel, para la que
posiblemente haya “un montón” de hijas de Amenofis III. Las momias y el
material han aparecido muy dañados, no solo por la acción recurrente de los
saqueadores sino porque en algún momento se produjo un incendio en el interior
de la tumba, seguramente causado por las antorchas de los ladrones.
Para redondear la complejidad del hallazgo, la tumba fue utilizada
como depósito de momias al menos otra vez, en el siglo IX antes de Cristo, en
tiempos del Tercer Periodo Intermedio, cuando la necrópolis real ya había sido
abandonada. Se trataría esta vez de una familia de sacerdotes que reutilizó el
sepulcro.
El hecho de que hayan aparecido momias de la familia real de la
dinastía 18 tiene una importancia enorme y ha sacudido el ámbito egiptológico.
“¡Es excitante!”, confirmó ayer a este diario la gran especialista egipcia en
momias Salima Ikram. Igual entusiasmo mostró José Manuel Galán, director del
Proyecto Djehuty en Dra Abu el Naga, que recordó que la zona era de mucho
potencial y que el propio Zahi Hawass estaba interesado en excavar en ella
antes de que se lo llevara por delante la revolución egipcia.
La noticia del descubrimiento, revelado el lunes por el ministro
de antigüedades Mohamed Ibrahim, ha animado Luxor, decaído por el descenso del
turismo y el anuncio de la sentencia de muerte contra los Hermanos Musulmanes,
que no augura precisamente una recuperación de las visitas. Curiosamente (o no)
la noticia del hallazgo coincide no solo con la sentencia sino con la
inauguración oficial, hoy, de la copia facsímil de la tumba de Tutankamón,
realizada por la empresa de Madrid Factum Arte y que culmina años de trabajo.
La combinación de dos noticias culturales tan potentes como el hallazgo de
momias principescas y la apertura de esa atracción que va a ser la réplica
exacta de la tumba —colocada junto a la casa de Howard Carter a la entrada del
Valle— trata sin duda de animar el sombrío panorama y reactivar el interés del
turismo. “La gente está necesitada aquí de buenas noticias”, reflexionaba ayer
Adam Lowe, fundador y director de Factum, mientras acababa de dar los últimos
toques a la nueva, nuevecita tumba de Tutankamón.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/29/actualidad/1398755428_862424.html
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