JACINTO ANTÓN Luxor
Un detalle de la réplica de la tumba de
Tutankamón. / Ferdinand Saumarez (EFE)
La inauguración ayer en Luxor por todo lo alto de la sorprendente
copia facsímil de la tumba de Tutankamón provocó escenas dignas de los tiempos
del descubrimiento de la de verdad. Por un momento, braceando entre la
sudorosa, expectante e impaciente multitud de autoridades, diplomáticos,
arqueólogos, periodistas y curiosos que se habían colado, uno sentía que estaba
en 1922 y pugnaba por entrar en el sepulcro recién descubierto por Howard
Carter y Lord Carnarvon. Solo faltaban la reina Isabel de Bélgica, Lord
Alllenby, algunas pamelas, tarbouches rojos, un par de borriquillos y
que los soldados de vigilancia llevaran máusers y no metralletas para que la
ilusión fuera completa. Incluso pudo verse a un individuo vestido con traje
blanco de lino, corbata y panamá que lucía bigote y que parecía el mismísimo
fantasma de Carter. La tentación de decirle “¿Mister Carter, supongo?” al
facsímil del personaje era irresistible: “Yes, the man himself”, respondió
guiñando un ojo. En realidad era un miembro del cuerpo diplomático; el
verdadero Carter hubiera refunfuñado: no le gustaba nada que se perturbara el
trabajo en la tumba. La gente, incluidos varios egipcios en galabiya que
contribuían a crear ambiente (uno invitaba a visitar su tienda de alabastro y a
otro le sonó el móvil con la marcha triunfal de Aida), fue entrando en
grupos en el pequeño recinto y mostrando un asombro digno del sepulcro
original. Alguien preguntó por lo bajo si no se habrá hecho también un facsímil
de la maldición…
La nueva tumba de Tutankamón, si se la puede llamar así, no posee
nombre oficial, claro (pongamos KV 62 bis), aunque el letrero, en un simpático
acto de verismo, lo ha hecho el mismo artesano que confeccionó el de la
auténtica (y las otras del Valle de los Reyes). El facsímil no está en el mismo
Valle sino en su entrada frente a El Taref y muy adecuadamente a veinte pasos
de la antigua casa de Carter, convertida desde hace años en museo y con la que
a partir de ahora compone un polo de atracción cultural muy interesante.
Fundida con el paisaje desértico, la tumba –cuyo acto de inauguración
oficial incluyó una auténtica rogativa general para la vuelta del turismo-
arroja una imagen muy romántica y transpira autenticidad. El acceso es más
fácil que en la de verdad (que sigue siendo visitable, lo que invita a comparar
ambas); no hay escaleras sino una corta rampa poco empinada que introduce al
visitante, a través de un pasillo, en la antecámara. La reja de la entrada es
igual que las auténticas del Valle.
El facsímil ha sido creado por la empresa Factum Arte de Madrid,
puntera en la realización de copias exactas de grandes obras artísticas, mientras
que la construcción arquitectónica en buena parte subterránea que lo acoge la
ha realizado el Tarek Waly Center de El Cairo. En realidad, el facsímil, esto
es la reproducción milimétricamente idéntica (a la micra), es solo la cámara
funeraria de la tumba, con las pinturas y el gran sarcófago de cuarcita rojo.
El resto (la entrada, la antecámara, el anexo y la pequeña habitación
denominada tesoro) son recreaciones aproximadas para rodear con propiedad al
facsímil y se ha hecho un esfuerzo para, por ejemplo, que las paredes tengan un
aspecto de picado como el de la piedra de las tumbas del valle, aunque no son
de roca. En la antecámara se ha instalado una exposición (con textos de Jaromir
Malek y Nicholas Reeves) sobre el hallazgo y la investigación de Carter, y en
el anexo un facsímil de la pintura perdida al romper los descubridores la pared
para acceder a la cámara funeraria, y una muestra muy elocuente de los daños
actuales en la tumba original.
Un momento de la inauguración de la réplica de la
tumba de Tutankamón en Luxor. / MOHAMED ABD EL GHANY (REUTERS)
Cuando uno entra en la tumba, si conoce la de verdad, siente una rara
sensación de “esto es y no es” y un lógico déjà vu. En la antecámara se
echa a faltar la momia de Tutankamón, instalada en una urna acristalada en su
tumba desde 2010. “Renunciamos a hacer un facsímil de la momia”, subraya Adam
Lowe, director y fundador de Factum Arte, “me parece humillante mostrarlo así a
los turista”. Lowe considera que sería un “show freak” y “un crimen”
exhibir una copia del cuerpo.
Cuando uno desciende a la cámara funeraria –el sanctasanctórum de la
tumba y de su copia- la impresión de realidad es muy intensa aunque, siendo
estrictos (o puñeteros), se percibe la ausencia de la digamos pátina de verdad
del original. Al golpear suavemente las paredes o el sarcófago te das cuenta de
que los materiales son falsos.
La copia de la tumba de
Tutankamón se ha instalado en Luxor, y eso fue enfatizado ayer en la
inauguración, en la que participaron junto a los responsables de Factum, los
ministros de Turismo y de Antigüedades de Egipto (que hicieron votos por la
vuelta de los turistas), no solo como una atracción turística y una virguería
tecnológica (que también lo es, ambas cosas) sino como la punta de lanza de un
ambicioso proyecto de futuro de “turismo sostenible” y “uso responsable del
patrimonio cultural”.
La idea es que la copia proporcione un respiro de momento a la maltrecha
tumba original, que se deteriora más rápidamente desde su descubrimiento que en
los tres mil años que pasó escondida, al ofrecer una alternativa de visita. En
la tesitura actual, las autoridades egipcias no se pueden permitir cerrar la de
verdad –como se le escuchó decir a un alto responsable de antigüedades, “los
japoneses cancelarían en masa si cerramos Tutankamón”-. No está el horno
turístico para bollos. Pero antes o después, como ha pasado con las tumbas de
Seti I y Nefertari, esa decisión habrá que tomarla. Y ahí estará la copia.
Un turista saca una foto de una pintura en la
réplica de la tumba de Tutankamón en Luxor. / MOHAMED ABD EL
GHANY (REUTERS)
“Los egipcios construían sus tumbas para la eternidad, pero no para
ser visitadas”, señala la paradoja Lowe. El facsímil, resalta, va a ayudar a
preservar la tumba de Tutankamón y marca el camino a seguir con las demás
tumbas. “¿Visitarías el original a sabiendas de que lo estás dañando
irremediablemente?, tenemos una responsabilidad”. Lowe abomina del fetichismo y
recalca que hay “muchos niveles de autenticidad”. Recuerda que la copia –al
haberse recogido todos los datos del original para hacerla- garantiza además
que la memoria de la tumba se va a preservar, esta vez sí para siempre. En
realidad, apunta, se pueden hacer ahora todas las copias de Tutankamón que se
quiera.
El facsímil, destaca Lowe, es un regalo de Factum para Egipto, que
incluye además la transferencia a los egipcios de tecnología y conocimientos
adquiridos en el proyecto para la creación de un centro en Luxor que pueda
acometer nuevas copias, empezando por las de las tumbas de Nefertari y Seti I.
De hecho, la idea inicial, de 1988 (antes de que entrara Factum en el
proyecto), era empezar por escanear la de Seti I y fue por causa de Zahi Hawass
que se pasó en 2009 a la idea de replicar la de Tutankamón.
Ayer, tras visitar la sepultura, uno podía refugiarse de los fastos y
del calor en la casa de Howard Carter. Al poco de entrar te sorprendía una voz
profunda: la auténtica del propio descubridor en un viejo documental en blanco
y negro sobre la tumba que se proyecta continuamente en una de las habitaciones
y que muestra gente entrando y saliendo del recinto. Un bucle perfecto para
reflexionar, en la tierra de la eternidad, sobre originales y copias.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/30/actualidad/1398877677_680026.html
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