La búsqueda de la tercera
nave de Calígula reaviva la fascinación que siguen despertando los gobernantes
más crueles y extravagantes
DANIEL VERDÚ
Calígula
Ilustración del siglo XVIII
de una nave como las que utilizaba Calígula. CORBIS / HULTON ARCHIVE
La leyenda toma cuerpo
científico y en Nemi se frotan las manos. La pequeña localidad, a 33 kilómetros
al sureste de Roma, rastrea el fondo de su lago en busca de la tercera gran
nave de Calígula. Dos de aquellas villas flotantes, que el emperador mandó
construir multiplicando su fama de excesivo, ya fueron recuperadas por
Mussolini entre 1928 y 1932, expuestas en un museo junto al lago y quemadas la
noche del 31 de mayo de 1944 en la huida alemana ante el avance aliado sobre
Roma. Sobrevivieron en el incendio pocos trozos de madera, algunas monedas y el
voluntarista deseo de que no fueran los únicos barcos. Ahora, la posibilidad de
encontrar un tercero, como apuntaban ya documentos del siglo XV, devuelve vigor
a la fascinación por un emperador que gobernó cuatro años y que las crónicas
convirtieron en 1.400 días de terror.
MÁS INFORMACIÓN
Mary Beard: "Los
romanos crearon el mundo globalizado"
Asesino compulsivo
Las naves misteriosas de
Calígula
Nemi y sus naves fueron el
prototipo romano de fiesta veraniega flotante: sexo, alcohol y horario
ilimitado. Pero más allá de la hipérbole y las anécdotas de la microhistoria
que confirman nuestra predilección por el relato de los gobernantes canallas,
lo que se conservó 2.000 años bajo el agua dulce del lago fue también la caja
negra de una de las etapas más turbulentas del imperio. De modo que, tras
cuatro siglos de estériles inmersiones para recuperarlas, Mussolini contrató a
una empresa milanesa que vació el lago con una prodigiosa bomba hidráulica.
Unos 40 millones de metros cúbicos de agua fueron canalizados hasta el mar a
través de viejos acueductos romanos y bajo el lodo, poco a poco, aparecieron
los dos barcos: el primero medía 71 metros, y el segundo, 75. Palacios
flotantes con estancias de mármol, esculturas y avances tecnológicos como
conducciones de plomo para que el agua caliente regase las juergas. Todo un
símbolo de la desmesura que rigió la vida de Calígula.
Pero los mismos excesos, de
algún modo, le condujeron a la muerte. El 24 de enero del año 41 decidió ir a
darse un baño para aliviar una molesta resaca. Los arrebatos paranoicos no le
impidieron aquel día adentrarse en un callejón del palacio en Roma, donde fue
acuchillado por un grupo de centuriones que ejercieron como mensajeros. Tenía
28 años y solo había gobernado cuatro cuando le mandaron al otro barrio. Su
corto mandato, como le sucedió a Nerón por distintos motivos, se convirtió en
la imagen de la corrupción y la perversión del poder absoluto en Roma. El único
inconveniente es que ese retrato se construyó sobre la resbaladiza damnatio
memoriae, la página en blanco de la historia surgida al borrar todos los registros
oficiales de sus obras. Incluidas las naves de Nemi, hundidas por sus
sucesores.
El inquietante relato
oficial de Calígula —en realidad, Cayo Julio César Augusto Germánico— habla de
un hombre que amagó con nombrar cónsul a su caballo, que prostituía a sus
hermanas, abusaba de su poder sistemáticamente y violaba a las esposas de sus
súbditos como pasatiempo. Sin embargo, su representación tiene que ver también
con la coartada moral que edificaron sus autores para sacárselo de encima, como
defiende la historiadora y premio Princesa de Asturias 2016 Mary Beard: “Gran
parte de la historia fue exagerada o inventada después de su muerte para
justificar el asesinato. Eso no significa que piense que Calígula fue un buen
emperador, de hecho, ahora es casi imposible diferenciar el hecho de la
ficción. Aunque estoy bastante segura de que no era exactamente como se le
pinta”.
Esos barcos fueron el
prototipo de fiesta: sexo, alcohol y horario ilimitado. Son la ‘caja negra’ de
una de las etapas más turbulentas del imperio
Las mejores crónicas se
escriben a la contra. Sucede todavía con algunos presidentes, cuya
excentricidad y tendencia al caos son la receta perfecta para cultivar visitas
en cualquier medio de comunicación online. Calígulas contemporáneos, suele
bromear Tom Holland, autor de Dinastía (Ático Historia). Los excesos como
magnate de Donald Trump, su torre y sus barcos, sus comentarios sobre las
mujeres, la errática toma de decisiones como presidente, la aversión por los
impuestos, sus provocaciones en Twitter o la afición por nombrar y decapitar
asesores conforman una irresistible invitación a los parecidos razonables.
“Calígula nos fascina 2.000 años después porque todavía sirve como arquetipo de
los caprichos de crueldad del poder absoluto”, señala Holland.
Pero la verdadera génesis
del mal quizá tenía que ver en el caso de Calígula con los problemas sucesorios
y la falta de una lógica clara que ordenase ese proceso sin conspiraciones ni
violencia. En los primeros 100 años de imperio, como recuerda Beard, la muerte
de los emperadores estuvo rodeada de ese tipo de mecanismos y sospechas. Su
asesinato podría atribuirse a grupos de poder que no querían que Roma fuera más
tiempo una autocracia dinástica. La resistencia de cierto establishment acentuó
esa sensación de acorralamiento y su obsesión por la seguridad. Pero que uno
sea paranoico no quiere decir que no le persigan.
Retrato del emperador
Calígula. GETTY
Más allá del mito, Calígula
es hoy una oportunidad comercial para Nemi. Un lugar de apenas 2.000 habitantes
que atrajo a artistas como Goethe, Byron, Stendhal o Turner y que, quizá, se
conformaría hoy con la fama de sus deliciosas fresas de bosque. De momento, el
indestructible magnetismo del emperador permanece en los imanes con su rostro y
en los souvenirs de la tienda de Santino Lenzi, un artesano que peina sus canas
como un auténtico romano a la espera de noticias. En septiembre se conocerán
los resultados de las sondas que han rastreado el fondo del lago. Las primeras
informaciones dejan entrever más ganas que indicios. Pero hasta entonces, como
celebra el alcalde del pueblo, Alberto Bertucci, todos han vuelto a mirar hacia
Nemi en busca de respuestas.
https://elpais.com/cultura/2017/08/23/actualidad/1503484659_329886.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario