domingo, 16 de noviembre de 2014

JOAQUÍN FUSTER: 'LA FELICIDAD SE BASA EN UNA BUENA SALUD, MUCHO DINERO Y UNA MALA MEMORIA'



'El separatismo es mal negocio. Paradójica-mente cunde en pueblos 'mirados con el dinero'
'Puede ser que el político yerre. Lo que nadie perdonará es el fraude y la corrupción'
Roosevelt dijo que el bienestar de cada uno depende del de todos. En una sociedad egoísta, parece pasado de moda'


FOTO :BERNARDO DÍAZ

JUAN SARDÁ
Es uno de los más eminentes científicos patrios aunque se marchó de nuestro país en los ya lejanos años 60 para investigar en el Instituto de Max Planch. Fuster, doctor en filosofía y medicina, actualmente es profesor distinguido de neurociencia cognitiva de la Universidad de California, en Los Ángeles, donde reside y desde donde investiga los múltiples misterios y meandros que encierra nuestro órgano más complejo y fundamental, el cerebro. Sabio total, Fuster es un raro caso de científico con una sólida formación humanista, lo que lo convierte en un hombre con la capacidad de explicar conceptos complejos y hacerlos accesibles y cercanos.
En su último libro, Cerebro y libertad, el doctor sigue profundizando en la corteza cerebral, la parte más decisoria del cerebro, desde donde se conciben y organizan las 'acciones con objetivo'. En su papel fundamental en nuestra toma de decisiones, Fuster cree que somos libres pero también que nuestra libertad está determinada por nuestra propia naturaleza. Hombre cordial, concienzudo y dicharachero, Fuster, que dedica su libro a su célebre hermano Valentín, también se ha ganado reputación internacional por sus estudios con primates y describir las 'células de la memoria', aquellas que actúan con rapidez ante una amenaza ya conocida.
Como gran divulgador, Fuster se ha destacado por establecer puentes entre conocimientos especializados cuyas infinitas ramificaciones son pasto de doctores y eruditos con asuntos de la vida cotidiana que todos podemos reconocer. Opina que la ciencia puede ayudarnos a tener una vida mejor y nos da claves esenciales para entender fenómenos como el nacionalismo, con el que se muestra muy crítico, o cómo la crisis en sí misma es mala para superarla. Y sí, es mejor tener mala memoria para ser feliz.
¿Dónde empieza el científico y empieza el filósofo?
Los dos, filósofo y científico, andan de la mano por los senderos de la filosofía natural, que es una de las ramas de la filosofía. Ahora bien, muchos científicos son filósofos, una y la misma persona, y frecuentemente terminan haciendo física o psicofísica. Tenemos casos tan célebres como Parménides, Aristóteles, Platón, Galileo, Newton, Mach, Helmholtz, madame Curie, sin olvidar a nuestros Santayana y Juan Luis Vives.
¿Debe un buen científico tener un buen conocimiento en humanidades y al revés?
Al buen científico le van bien las humanidades y desde luego también a la inversa. De todos modos, no hay deber alguno en ello. Pero, por otra parte, es natural que ambos, científico y humanista, se pregunten por qué estamos aquí y dónde vamos. Y, además, ambos son responsables a la sociedad en que viven para encauzarla con el saber y para crear el clima adecuado de mutua comprensión.
¿Puede la ciencia contestar a la pregunta de si somos libres?
Sí. He tratado de hacerlo en mis libros. El libre albedrío no es ni más ni menos que la capacidad para elegir. Albedrío implica un nivel de reflexión consciente que no es absolutamente necesario para la libertad. Muchas de nuestras decisiones son en buena parte intuitivas e inconscientes, marcadas por la 'circunstancia', como señaló Ortega. Lo de 'libre' es hasta cierto punto relativo, pues tiene límites físicos, no podemos volar porque no tenemos alas, y éticos o morales. Los últimos están dictados por la responsabilidad. Este es un límite ineludible para el individuo y para los pueblos: no hay libertad sin responsabilidad.
¿Podríamos decir que en el caso de Cataluña vemos un ansia de libertad sin responsabilidad?
Todos los movimientos separatistas tienen que hacer examen de conciencia... y de cuentas. La responsabilidad que se ha adquirido a través de los siglos, bien sea por las armas (aunque vencidos) o por movimientos económicos y demográficos, no pueden echarse ciegamente por la borda. Con ello todo el mundo sale perdiendo: libertad y beneficios. El separatismo es siempre mal negocio, aunque paradójicamente cunde sobre todo en pueblos mirados con el dinero. En la macroeconomía actual el victimismo fiscal es una niñería. Esas cosas se arreglan por acuerdos comerciales y políticos con buena voluntad. ¿El modelo Kosovo? ¡Por favor! Esto es casi un insulto.
¿Deja entonces la libertad de ser libertad cuando su resultado es perjudicial?
Mi libertad y bienestar son inseparables de los de los demás. Teodoro Roosevelt dijo que el bienestar de cada uno de nosotros depende del bienestar de todos nosotros, ¡de nuevo la dichosa responsabilidad! Esto no son músicas celestiales, sino hechos incontrovertibles psicológicos, sociológicos y evolutivos. Claro, en una sociedad materialista, egoísta y hedonista, parece pasado de moda. Y sin embargo es más viejo, literalmente, que la humanidad; sí, es parte de la memoria filética. La cual siempre prevalece, tarde o temprano. En esto coincide la ética religiosa -cuando menos la de ciertas religiones, como la cristiana- con la ética natural, la ley natural.
NACIONALISMO Y DEMAGOGIA
Esa 'memoria filética' la describe como la memoria común que atesoramos como parte de la humanidad. ¿Habría una explicación científica al nacionalismo?
A duras penas. El nacionalismo es, a mi modo de ver, un resto del tribalismo atávico, favorecido en distintas proporciones por la geografía, la lengua, el folklore, la cultura, la religión, el vestido, la comida regional y demás variables más o menos relevantes. Los demagogos suelen explotar todo ello con argucia. Puse la geografía primero porque el territorio y los accidentes naturales han sido desde tiempo inmemorial cimientos del nacionalismo desmesurado: Lebensraum!, las montañas de los Balcanes, el Canal de la Mancha, el Danubio, el Dniéper hoy día, etc. Vaya tesoro filético! En tiempos modernos, el nacionalismo a ultranza se está desintegrando por motivos económicos.
Con estas teorías alguno que otro se le puede enfadar, ¿concede al menos que existe una 'conciencia nacional'?
Sí, hay una 'conciencia nacional', pero cada día más efímera. Eso puede ser bueno para la diversidad racial, la cual se supone enriquece el patrimonio genético de los pueblos. Eso no quita que creo que hay cierta verdad en el aforismo del catalán, siempre con su prístino seny: Si et vols casar bé, casa't al teu carrer (Si te quieres casar bien, cásate en la calle).
MENTE Y CORRUPCIÓN
También nos da claves para entender mejor un fenómeno como la corrupción. Usted escribe que 'lo peor para un país es la violación de la confianza pública por parte de los políticos'. ¿Qué efectos tiene en nuestra psique la corrupción?
La confianza en el prójimo es un instinto y una necesidad vital de primer orden. Nace en el recién nacido en el pecho de su madre. Sin ella el niño es vulnerable e indefenso. En el adulto, la confianza consolida todas las relaciones humanas, en lo educativo, en lo profesional, en lo comercial, en lo artístico, en lo laboral, en lo científico y en lo conyugal. Sin confianza, nada funciona: ni la ciencia, ni la industria, ni las finanzas, ni los bancos, ni los sindicatos, ni la medicina, ni las relaciones familiares, ni, naturalmente, los partidos políticos y las democracias que pregonan. La falta de confianza está en la raíz de casi todos los fracasos comerciales e industriales, las crisis económicas, los divorcios, y las discordias entre amigos y enemigos. Está también en la raíz de las crisis políticas. La democracia se funda en la confianza que el ciudadano deposita en el político que llega al poder por voluntad pública, tanto si lo ha elegido como si no.
Parece también que vivimos tiempos en los que las murallas ideológicas vuelven a ser más altas que nunca. Nos fiamos, pero de los nuestros...
Para que esa confianza funcione, la sociedad en su conjunto tiene que pensar que el gobernante velará por sus intereses aunque sea 'de los otros'. Puede ser que el político en el poder yerre, con lo que contrariará a los miembros de su partido y enfurecerá a los de otros. Pero muchos, quizás todos, achacarán el error a ineptitud o a causas inesperadas o imponderables. Algunos lo perdonarán, otros no. Siempre quedará la solución de sacarlo del poder y poner a otro. Lo que nadie perdonará es el fraude y la corrupción. El mal va más allá del político desaprensivo y del ciudadano agraviado. El mal lleva a la desmoralización de la gente y la desconfianza en toda la clase política. Es un día negro aquel en que el pueblo descubre que la política y el poder son negocios sucios y no están dedicados al bien común.
También dice que los problemas económicos nos impiden pensar con claridad: ¿La propia crisis es mala para que logremos salir de la crisis?
Sí, porque se crea un ciclo vicioso que no puede romperse con política económica. De nuevo, la desconfianza, esta vez en el futuro, produce una retracción de la actividad financiera e industrial, y ésta acrecienta la desconfianza. Sólo el tiempo y el resurgimiento de la confianza pueden resolver la crisis. Los bancos centrales y algunos economistas pueden favorecer el retorno gradual a la normalidad.
Volvamos al asunto de la libertad y sus consecuencias éticas. ¿Deberíamos juzgar menos severamente a un criminal si descubrimos que su cerebro es propenso al delito de forma instintiva?
Sí, aun sin descubrirlo, simplemente por intuición de lo posible. ¿Hasta qué punto han determinado los genes, la patología cerebral y 'la circunstancia' de aquella conducta criminal? En algunos casos es tan culpable el individuo como la sociedad en que ha vivido. En principio, y en cualquier caso, soy contrario a la pena de muerte. Pero eso sí, la ley y la sociedad exigen que se aísle a aquel individuo del contacto con los demás, excepto guardianes, médicos, trabajadores sociales, rehabilitadores, etc., para proteger a la sociedad. Es un imperativo que, aunque cueste dinero, hay que obedecer.
RICOS, ARRIBA. POBRES, ABAJO
Vivimos en tiempos convulsos en los que parece que resurgen las guerras, las desigualdades atroces y donde reina la confusión. Como estudioso de la evolución, ¿cree que hemos evolucionado algo o vamos por ciclos?
La evolución es un fenómeno de poblaciones, no de individuos, aunque éstos se benefician del cambio que ha ocurrido en millones de antecesores. La evolución tiene un reloj lentísimo, cada ciclo se rige por una mutación genética que se ajusta y reajusta al medioambiente, proporcionando beneficios y pérdidas en cada reajuste. Unas cosas mejoran con ello y otras empeoran, y viceversa. Aunque cuesta creerlo, en algún continente, como Europa, la situación ha mejorado muchísimo, a pesar de las crisis recientes. ¿Se da usted cuenta de la criminalidad bélica del siglo pasado? Dos guerras mundiales, la Guerra Civil española, Vietnam... Hay menos guerras, cuando menos en Europa, aunque persisten entre los fanáticos de todas las medias lunas del desierto asiático. El ciclo laboral es menos esperanzador. La clase media, la que de veras hace funcionar la economía, está en crisis en todas partes. Los ricos, arriba, siguen con su codicia y los pobres, abajo, con su miseria. ¿Una solución evolutiva? Quizás sí. El altruismo, el espíritu de afiliación y la confianza en los otros y en el futuro, empiezan a atisbarse.
Ha estudiado los recuerdos, ¿es verdad que para ser feliz es mejor tener mala memoria?
No es una broma: la felicidad se basa en una buena salud, mucho dinero y ¡una mala memoria!
¿Puede la ciencia ayudarnos a vivir mejor, ser más felices?
Claro que sí, por ejemplo, con buena nutrición, buenas medicinas y sana convivencia fundada en el altruismo y la buena voluntad. Y la ciencia también nos enseña que el humor es saludable.
Vive en EEUU desde hace mucho tiempo, ¿es posible hacer ciencia de alto nivel en España?
Ahora sí; cuando me largué no.

http://www.elmundo.es/cronica/2014/11/16/546638f5268e3e53078b4572.html

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