Emma Ferrer, nieta de Audrey
Hepburn, el pasado agosto. /CORDON PRESS
El pasado agosto, la revista
estadounidense Harper’s Bazaardescubría al mundo a la nieta mayor
de Audrey Hepburn. En un reportaje fotográfico que recreaba
imágenes icónicas de la actriz de Sabrina(1954) y Desayuno
con diamantes(1961), Emma Ferrer daba sus primeros pasos en la moda. Hace
unos días la agencia de modelos que descubrió a Kate Moss, Storm, anunciaba su fichaje. Ferrer se
convertía así en la última de una larga lista de hermanos o descendientes de famosos
transformados en solicitados modelos.
Una nueva generación de maniquís
compuesta, entre otros, por Lottie Moss, la hermana de Kate Moss, también en la agencia
Storm; Rafferty Law, hijo de Jude Law, que ha desfilado para DKNY; o Jack Kilmer (hijo de Val Kilmer) y Dylan Brosnan (el mayor
del segundo matrimonio de Pierce Brosnan) elegidos como imagen de su campaña
por Saint Laurent.
Como cualquier celebridad ayudan a
las marcas que les contratan “a tener visibilidad, trasmitir los valores, y
asociarse con una buena imagen”, resume María De la Puerta, directora de moda y
belleza de la agencia de comunicación Globally.
Pero, además, estos hijos y familiares de las estrellas aportan un extraque
sus padres y parientes no pueden ofrecer: su juventud. “Encajan mejor en el target de
las marcas. Son el relevo, no tienen connotaciones aún y proyectan una imagen
limpia. Es el momento de los nuevos cachorros”, remata De la Puerta.
Para lanzar su carrera, Emma Ferrer
se mudará en enero a Nueva York con su novio, el artista Richard Greathouse, de
27 años, al que conoció cuando le daba clase en la Academia de Arte de
Florencia. En Manhattan, espera continuar estudiando y trabajar como modelo,
aunque no a tiempo completo. “Un desfile puede ser algo bonito, pero al final
espero centrarme en el mundo del arte”, contaba en The Telegraph.
Seguir los pasos de su abuela en la interpretación no está entre sus proyectos
inmediatos, aunque admite que el teatro le parece una “bonita forma artística
para explorarse a sí misma”.
Emma Ferrer
La altura, los pómulos y la
elegancia de Emma Ferrer remiten irremediablemente a Audrey Hepburn. Sean
Ferrer, su padre y primogénito de la mítica actriz y del también actor Mel
Ferrer, añade algo más: “El gen cómico de mi madre está vivo y en forma en
Emma. Y no puedo evitar recordar que las dos tuvieron que dejar el ballet
profesional porque eran demasiado altas”.
Audrey Hepburn murió el 20 de enero
de 1993 en La Paisible, su casa de Tolochenaz, en Suiza, donde había pasado los
últimos años de su vida, apartada de Hollywood. A pocos kilómetros, en Morges,
nacía en mayo de 1994 Emma Kathleen Hepburn Ferrer; que viviría sus tres
primeros años de vida en esa casa familiar, rodeada de recuerdos de la actriz.
A pesar de no haberla conocido, la
modelo —que solo guarda sus “jerseys de cuello alto”, un oso de peluche y una
carta que le escribió antes de morir— sí reconoce ciertos rasgos de su abuela
en su propia personalidad. “Ella deseaba ayudar a la gente y hacer del mundo
algo bonito, e innegablemente siento lo mismo”, explicaba en Haper's
Baazar.
Pero hay otras comparaciones,
también inevitables, pero menos agradecidas. “Es molesto y confuso cuando la
gente se siente decepcionada porque no soy un duplicado de ella. Tampoco
querría serlo”, asegura Ferrer.
Emma Ferrer en París. / CORDON PRESS
A pesar de que solo vivió en Los
Ángeles durante su infancia, la modelo tiene muy claro, al igual que lo tenía
la actriz de Vacaciones en Roma,
que “el estilo de vida de Hollywood no es completamente saludable”. Por eso, a
los 14 años volvió a Florencia para tener una educación europea, como la que
Hepburn le dio a sus hijos Sean y Luca, fruto de su segundo matrimonio con
Andrea Dotti. “Agradezco haberme convertido en una joven adulta en Europa
porque ahora hablo tres idiomas”, decía en una entrevista telefónica conWomen’s
Wear Daily este verano, durante sus vacaciones en España.
http://elpais.com/elpais/2014/11/25/estilo/1416935857_305991.html
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