FERNANDO BAETA Madrid
Bob Saginowski es un tipo al que no se le ve venir. Un tipo
que en la soledad de su hogar susurra "Estúpida, estúpida esperanza".
La entrega es su historia; también es la historia de Nadia, del primo Marv, de
un perro que acabará respondiendo al nombre de Rocco, de un tal Eric Deeds, del
mafioso Umarov, del poli Torres... Pero sobre todo es la historia de Bob. Y Bob
siempre ha sabido lo que todos opinaban de Bob. Un don nadie fracasado,
incómodo en situaciones sociales y propenso a tics nerviosos, como parpadear
sin motivo y ladear la cabeza en ángulos extraños cuando pensaba en sus cosas,
uno de esos tíos que, por comparación, hacen parecer más listos a los demás
fracasados. Pero las apariencias engañan, especialmente cuando nos referimos a
un tipo al que no se le ve venir.
En 'La entrega' (Dennis Lehane. Salamandra
Black) todo empieza una noche, dos días después de Navidad, cuando Bob acaba su
jornada tras la barra del Cousin Marv's y camino de casa rescata a un cachorro
apaleado y conoce a Nadia.
En ese momento, su monótona y
desalentadora vida da un vuelco. Quiere dejar de ser una puta isla, huir
del limbo con el que le amenazaban las monjas de su pasada juventud; un tío sin
mañana por el que nadie pregunta, permanentemente apesadumbrado y sin más
trabajo adicional que el de respirar acompasadamente las 24 horas de cada día.
Quiere dejar de ser el que no tiene nada frágil entre las manos porque si lo
tuviera no sabría qué hacer con ello. Los días empezarán a ser algo más que
unos números en un calendario. Bob sueña con dejar de ser alguien que nunca va
a ninguna parte. Quiere desprenderse de esa llaga de soledad que le acompaña.
De ese tormento en forma de depósito de gasóleo que le acosa y para el que cree
que no existe redención. ¿Era posible arrepentirse? ¿O algunos pecados eran
demasiado grandes?
Pero el sueño de Bob empieza a tornarse en
pesadilla: un atraco enCousin Marv's lo pone en el punto de mira de
un detective llamado Evandro Torres; por si fuera poco, el checheno Chovka
quiere recuperar la pasta que le han robado en su bar y para remate entra en
escena Eric, un ex convicto psicópata que quiere recuperar al perro y a Nadia.
Y en el medio, Marv, el primo Marv, un personaje devastado por los sueños que
nunca logró alcanzar y que todavía espera su última oportunidad. El cuento de
Navidad de Saginowski empieza a tener muy mala pinta cuando las páginas
empiezan a sangrar... a tu tipo lo habían amordazado con un pañuelo de algodón
y le habían taladrado un tornillo de 15 centímetros en el empeine de su pie
derecho en un Guantánamo sobre ruedas... En una bolsa había un brazo cortado
justo por debajo del codo sobre un montoncito de dinero ensangrentado. El brazo
lucía un reloj parado a las 6.15... Bob pegó con celo los extremos del papel
encerado, de modo que el brazo bien podía pasar por un taco de billar caro o un
bocadillo de dos palmos.Y Bob vuelve a susurrar... "Estúpida, estúpida
esperanza".
"Tal y como yo lo concebí", afirma
Dennis Lehane en una entrevista, vía email, con EL MUNDO, "Bob
está a muy pocos reveses del suicidio. Yo no pretendía machacarle la cabeza
al lector con eso, pero esa era la situación desde la que yo lo estaba
escribiendo. Así pues, al cabo de años y años de contratiempos y de callada
desesperación, su suerte cambia en una sola noche. Y esa noche, sin darse
cuenta, se embarca en un viaje hacia la redención, porque es eso lo que está
buscando, la redención, y lo tiene que hacer bajo una presión extrema y
caótica".
Bob es un personaje perfecto. Su perfil es
perfecto, como lo son todos lo que dibuja Lehane. Un escritor de grandes
personajes, de reflexiones certeras, de diálogos brutales; un creador de
ambientes movedizos y ambiguos que sabe desnudar el alma de sus creaciones, que
sabe penetrar en lo más profundo de sus mentes; que los pinta en gris, siempre
en gris, y los suelta sobre las páginas que va escribiendo para que busquen su
propio camino: "Procuro mantener un control sobre ellos para que sean
capaces de seguir las ideas macro por las que creo que debe avanzar el relato,
pero al mismo tiempo no ejerzo más que un control llevadero para que puedan
hablarme de itinerarios que es posible que yo no haya tenido en cuenta a medida
que evolucionan hacia algo más rico de lo que yo pretendía en origen",
explica.
Dennis Lehane bien podría decir que este libro es
la historia de un hombre que rescata a un perro. Y que luego, paralelamente,
rescata también a una chica. Y que, finalmente, y también de forma paralela, la
chica y él ansían rescatarse mutuamente. Sin más. Pero Lehane no dice eso, y
tampoco entra al trapo de si estamos ante un cuento de Navidad, una
historia de malos y peores, una canción de amor o en un vía crucis doliente y
asfixiante de gente solitaria, de supervivientes y perdedores que no tienen más
remedio que aceptar su derrota.
"Yo no digo a nadie cómo tiene que leer un
libro, aunque sea mío. Me limito a escribirlos. Yo lo pongo todo
sobre la mesa y lo que usted se lleve de ella es absolutamente cosa suya",
explica el autor.
Con 'La entrega', Lehane (Boston 1964) regresa a
East Buckingham, el imaginario barrio de 'Mystic River', inspirado
en los suburbios bostonianos de Charleston, Southie, Brighton y Dorchester,
este último donde él nació y se crió. Un Boston obrero y canalla, con calles
transitadas, mayoritariamente, por tipos que viven y actúan al margen de la
ley; tipos sin nada que perder y menos aún que ganar. Ese tipo de barrio en
cuya maternidad podemos leer la frase "CIERRA LA PUTA BOCA"
garabateada encima de la puerta.
"Con este libro", explica Lehane,
"vuelvo a East Buckingham. Quería regresar allí; me gusta
escribir sobre él. Me divierte crear todo un barrio de ficción dentro de una
ciudad real y, en las dos ocasiones en que lo he hecho, me ha parecido más fiel
a los barrios reales deBoston que cualquiera de los auténticamente
reales".
Un bar de gángsteres
Y el centro neurálgico de este mundo imaginario
que aparece en 'La entrega' hay que buscarlo entre las cuatro paredes de Cousin
Marv's; en la barra de ese bar en el que Bob trabaja de camarero desde hace 20
años y que antes era del primo Marv, pero que ahora se ha convertido en un
garito de entregas y es propiedad de la mafia chechena; una
tapadera, un cajero automático clandestino donde todo el mundo va a dejar la
recaudación del sinfín de actividades ilegales que lleva a cabo la familia
Chovka. Un jodido bar de gánsteres.
"¿Que cómo es el microcosmos de Cousin
Marv's?", se pregunta Lehane. "Es un bar muy corriente al que acude
la clase obrera, o al menos así son allí de donde vengo. Un poco turbio, pero
no más que la mayoría. Cuando reparas en que casi todos los bares tienen
máquinas que los clientes no usan casi para jugar sino para que otros clientes
apuesten sobre qué puntuación final se conseguirá, resulta evidente que la
mayoría de los bares, al menos en el mundo que yo conozco, son lugares donde la
gente se reúne para beber, pero también para apostar. Un sitio de esos
que sus clientes habituales denominan 'mi bar' y no dejan que nadie se meta con
él", dice el escritor.
Y luego está Dios. Y Dios pinta tanto para
Bob como lo ha pintado en todas la novelas de Lehane. Bob va a misa de
siete todos los días, al igual que el detective Torres, pero al contrario que
éste, se sienta en la décima fila de la iglesia de Santo Domingo y no
participa, nunca comulga; desde allí, alcanza a oír el roce de la sotana del
padre Reagan con el suelo de mármol del altar y observa los santos de ojos
tristes. Oye misa, trata de expiar sus pecados y se va... Creo que hay pecados
que no podemos redimir. No importa cuánto bien hagas después, el demonio sólo espera
que nuestro cuerpo nos abandone porque ya tiene nuestra alma... Hiciste algo
imperdonable; ahora te toca estar solo para siempre...
Para Lehane, "el peso de la religión en mi
mundo está ahí. En mi opinión, y tal como he plasmado en una gran parte de mis
trabajos, se trata de un mundo que desaparece. Y ese mundo que desaparece
inexorablemente -que yo quiero visualizar en esta novela con el inminente
cierre de la iglesia de Bob- es el mundo dominado por la parroquia, de los
colectivos de inmigrantes europeos en Estados Unidos, tan estrechamente unidos
entre sí. A lo largo de las últimas tres décadas, la iglesia ha perdido
a chorros a los hijos de los inmigrantes irlandeses, polacos e italianos, y
el debate sobre el porqué parece centrarse sobre quién ha extraviado su rumbo,
si la iglesia o los feligreses. Bob cree que la primera y el policía Torres
opina que los que se han desviado son los feligreses".
En medio de esa tormenta interminable en la que
cada día Saginowski se ahoga un poco más... cuando casi había perdido la fe y
la esperanza, cuando bailaba con la desesperación y de noche luchaba con ella
entre las sábanas... aparecen Nadia y Rocco. (Nadia era pequeña.
Una cicatriz gruesa como una soga le recorría la base del cuello. Era de color
rojo oscuro, la sonrisa de un payaso borracho. Tenía por cara una luna diminuta
picada de viruela y unos ojos pequeños, como colgantes en forma de corazón...).
Y Bob quiere tener esperanza, porque le atrae el olor de ella... una tenue
combinación de naranja, cereza y chocolate y la mirada de Rocco. Quiere estar
con ella y juntos pasear a Rocco. ¡Cómo algo tan fácil puede parecer tan
jodidamente inalcanzable!
"Nadia surgió de una manera orgánica",
explica Lehane. "Bob encuentra el perro en un cubo de basura. Una mujer
grita en la oscuridad para preguntarle a Bob por qué está hurgando en su
basura. Resulta que esa mujer es Nadia. La ideé de ahí en adelante como alguien
a la que le han hecho tanto daño como a Bob, si no más. El título original del
guión y la narración breve en la que se basa era 'Animal Rescue' ('Rescate
animal'): todas las personas que aparecían en el relato, además del perro,
necesitaban que las rescatasen".
Lo de Marv es otra historia. Marv se tiene que
conformar con trapichear con material robado y soñar el golpe perfecto que
nunca llegará. Marv todavía esperaba que un tren forrado de diamantes
llegase por unas vías de 18 quilates... Marv era capaz de vender su polla a
la ciencia antes que trabajar como un pringado por un sueldo de pringado. Marv
sufre una enfermedad muy común en determinados universos: la de las ambiciones
frustradas, porque los triunfadores pueden esconder su pasado, mientras que los
fracasados se pasan el resto de la vida intentado no ahogarse en el suyo. Este
era Marv, autodestructivo, perdedor... "Un día deciden que tú eres una
pulga y que mañana es el Día Internacional de la Matanza de Pulgas".
"Marv tiene sus cualidades", cuenta el
escritor, "pero, tras toda una vida de envanecimiento y delirios de
grandeza, esas cualidades se ven eclipsadas por la vertiente más siniestra de
su naturaleza". ¿Vas a hacer algo desesperado otra vez, Marv? ¿Vas a hacer
algo que luego no habrá manera de arreglar?
Si Marv es lo que Bob jamás quiere llegar a ser,
Eric es el encargado de tocarle los huevos a Saginowski para que no alcance lo
que sí quiera llegar a ser... Y Eric es un desequilibrado al
que un camello muy respetado solía hacerle morder la almohada día tras día en
el correccional de Broad River, cuando penetraba su culo con una polla tan
larga y ancha como un pepino... Un tipo que quiere robarle a Nadia y a Rocco y
mandarle otra vez a ese mundo del que está logrando escapar. Un tipo que ha accionado
el clic equivocado.
'La entrega' llegó a España a través de las
librerías y de las salas de cine casi a la vez. A la gran pantalla, de la mano
de Michaël R. Roskam y con guión del propio Lehane. Tom Hardy es
Bob Saginowski, Noomi Rapace es Nadia y un sublime James
Gandolfini da vida a Marv en su último papel antes de morir. La
película sigue las pautas de la novela salvo en que, por necesidades de
producción (¿?), la acción transcurre en Brooklyn en vez de en Boston. Pero la
esencia es la misma y Gandolfini está a la altura del talento que lo creó.
El desenlace llega en la gran noche de la Super
Bowl. Todos juegan sus cartas. Unos pierden, otros pierden menos. No hay
buenos, no hay malos. ¡Qué coño es eso! "Rara es la vez que me encuentro
con personas que son 'buenas' o malas'. No existen los 'buenos' y los 'malos'.
La mayoría de la gente es una mezcla de motivos y deseos que compiten por
imponerse frente a los motivos y deseos de otras personas. Con frecuencia, esta
competición tiene lugar también dentro de uno mismo, y a veces de una manera
más destructiva. Ese es el tipo de personas del que escribo, porque esos son
los tipos de personas con los que me encontraba todos los días en el mundo en
el que me crié".
Hay que ver lo jodidamente bien que escribe este
tío, suele decir Elmore Leonard de Dennis Lehane. Y qué razón
tiene.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/18/546a5bf0268e3e99648b4587.html
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