“Aprendí a vestirme gracias a
la música. Y no la he abandonado desde entonces”, revela el reservado director
creativo de Yves Saint Laurent.
Sus instantáneas musicales se
exponen en París.
Lou Reed, fotografiado en Nueva York en junio de
2013. Falleció el 27 de octubre, a los 71 años. / Hedi Slimane
John Lydon reta con la mirada. Junto al emblemático cantante de The
Sex Pistols, conocido como Johnny Rotten, el integrante de una joven banda
californiana posa rodeado de palmeras. La combinación de nuevos talentos y de
figuras legendarias es uno de los ejes que articula la exposición Sonic,
que exhibe hasta enero de 2015 –por primera vez de forma tan extensiva– 86
instantáneas musicales que el diseñador Hedi Slimane
(París, 1968) ha tomado en los últimos 10 años. La faceta de diseñador y la de
fotógrafo se entrelazan. Y no solo por la importancia que la música ha ejercido
en sus creaciones desde su debut en la moda en 1997. Además, esta muestra
supone la primera ocasión en la que un creador distinto de Yves Saint Laurent presenta su
trabajo en la fundación que lleva el nombre del maestro y de su eterno
socio y compañero vital, Pierre Bergé. “Estoy muy ligado a la avenida Marceau
[el edificio que allí ocupa la fundación fue el taller y estudio de Yves Saint
Laurent desde 1974]”, asegura Slimane a través del correo electrónico. “Es algo
sentimental. Siempre ha sido un lugar reconfortante. De alguna manera es donde
empecé”.
Fueron Saint Laurent y Bergé quienes concedieron a Slimane su primera
oportunidad. En 1997 le encargaron la línea de prêt-à-porter masculina de la
firma y el éxito que obtuvo le abrió las puertas de Christian Dior, donde
revolucionó el vestir masculino entre 2001 y 2007. Así lo valora Juan
Gutiérrez, experto en indumentaria del siglo XX del Museo del Traje de Madrid:
“Su trabajo define la silueta masculina de la primera década del siglo XX. Es
lo que quedará de este periodo cuando se analice más adelante, igual que de los
sesenta o los setenta hemos consensuado un determinado estilo”. Sin embargo,
Slimane se mantuvo retirado de la moda hasta 2012, cuando volvió para ser el
director creativo absoluto de la casa Saint Laurent. “Irme de París y dejar la
moda durante una temporada me ayudó a estar más centrado y a distinguir mejor
entre lo que de verdad importa y lo que no”, explica el creador. El retorno de
Slimane al diseño no ha dejado indiferente a nadie y ha logrado que la compañía
–antes maltrecha– se convierta en la que más alegrías proporciona hoy al grupo
Kering.
Amny Winehouse, retratada en 2007. / Hedi Slimane
La fotografía, en cambio, nunca la ha abandonado. Tampoco la música.
Quedaba claro en el libro Anthology of a decade, que reunía sus
instantáneas de 2000 a 2010, y todavía más en títulos como Stage (2004) o Rock diary
(2008). Lo que sí es cierto es que su foco de interés se ha desplazado por el
globo. En Berlin (2003) retrataba la escena electrónica de la ciudad
alemana; después saltó a la capital británica de la mano de Pete Doherty en London birth of a cult (2005), y ahora está
centrado en la Costa Oeste de Estados Unidos, donde reside desde hace siete
años. “Londres siempre me ha inspirado”, cuenta. “Pasé mucho tiempo allí entre
2003 y 2007. Me encanta que Reino Unido sea tan específico e independiente. En todo
momento hay algo allí que me atrae. Empecé a ir a Los Ángeles cuando quería
escapar de París. La primera vez fue traumático; la segunda me sentí realmente
intrigado. Era muy diferente en aquella época. No era un buen momento para la
ciudad, que en los noventa era culturalmente muy aburrida. Era un lugar de
aislamiento, trabajaba o me quedaba en el hotel viendo películas. Pero pensaba
que me gustaría vivir allí en algún momento”.
De hecho, la exposición de París se estructura alrededor de esos dos
polos, Londres y California, que han marcado la biografía y la obra de Slimane
en este decenio. Ha retratado dos escenas musicales diferentes (una bebe del
punk y la otra del folk y la psicodelia) en dos momentos distintos y con
estilos fotográficos casi opuestos. “Las imágenes de Slimane fusionan dos
tradiciones, una más caótica y la otra escultórica”, analiza el periodista Alex
Needham, editor de arte en The Guardian, compañero de conciertos en la etapa
londinense y autor de algunos de los textos de sus libros. “En algunos momentos
se acerca al trabajo de un reportero, en la línea de Pennie Smith en la portada
de London calling, de The Clash. En otros, a las perfectas composiciones
de Robert Mapplethorpe”.
Slimane admite una dualidad de estilos. “Ahí es precisamente donde la
fotografía se coloca, también el diseño de alguna forma. Se trata de las
paradojas y tensiones entre el retrato, la semiótica y el caos vital”, apunta.
Según su propio relato, la fotografía constructivista y abstracta fue la
principal influencia de sus años de juventud. Hasta 2001, Slimane eliminaba
aquellos negativos que no alcanzaban la anhelada perfección. Pero a partir de
entonces empezó a interesarse por las imágenes fallidas, con errores y otras
marcas de espontaneidad y de vida. “Supongo que el cambio en mi manera de
fotografiar refleja también una evolución personal”, apunta.
heroico era. esta exposición está dedicada a él”
En Londres o en California, como un observador a la caza del instante
o como un creador que construye minuciosamente sus imágenes, Slimane busca
siempre la intimidad y la cercanía con unos sujetos hacia los que siente
devoción. Sean estos jóvenes músicos en busca de una oportunidad o monstruos
como B. B. King o Jerry Lee Lewis. “Crecí rodeado por portadas de discos”,
explica. “David Bowie o The Rolling Stones me hacían sentir vivo. También
aprendí a vestirme gracias a la música. Y no la he abandonado desde entonces.
Las portadas me educaron y formaron. Después trasladé esos principios al diseño
de moda y a la fotografía de una forma más orgánica que deliberada. Existe un
sentido de libertad en la música, una cualidad sentimental, que me llega
mucho”.
A pesar de que el culto a la juventud define su obra, si hay una
imagen que captura el sentido emocional que Slimane concede a su encuentro con
los músicos es la de Lou Reed con 71 años. Fotografiado en junio de 2013, con
los ojos cubiertos por los cristales de las gafas y el rostro de profundos surcos
emergiendo de la oscuridad. Moriría en octubre de ese año. “Cuando llegó parecía estar
sufriendo por el dolor, era extremadamente triste. Pero en el instante en que
empezamos y miró a la cámara, mostró cuán vivo estaba y cuán heroico era. Fue
muy emotivo y me entristecí tanto que evité las palabras y me limité a admirar
su coraje y fortaleza. En cierta forma, esta exposición está dedicada a él. No es
que yo haya elegido hacerlo, es casi como si él hubiera decidido por mí aquel
día. Su fotografía me ha obsesionado durante el último año”.
A través de la cámara, como en la moda, el francés no solo observa su tiempo
(en este caso, una escena musical), sino que construye una narración propia a
partir de los retazos que capta. Juega con las asociaciones de imágenes
reproducidas en un formato discreto para potenciar la cercanía con el
visitante. Así, un detalle del rancho de Jerry Lee en Misisipi se agrupa con la
marca del micrófono de Elvis en Graceland y un retrato de Michael Gira
para hablar de los orígenes del rock. Un retrato de Courtney Love y otro de
Frances Bean Cobain se reúnen con la imagen de una cruz que perteneció a Kurt
Cobain. Una proyección en Sonic enfrenta, cara a cara, las fotografías de
Londres y las de California en un diálogo mudo que es imposible no oír. La obra
de Slimane se podría definir con un concepto que solía utilizar Malcolm
McLaren: “El aspecto de la música y el sonido de la moda”.
http://elpais.com/elpais/2014/11/20/eps/1416483901_167910.html
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