jueves, 27 de noviembre de 2014

LA BELLEZA QUE MATA. WILLY DECKER DIRIGE EN MADRID EL MONTAJE DE 'MUERTE EN VENECIA', DE BENJAMIN BRITTEN


Una escena de la ópera 'Muerte en Venecia'. A. BOFILL
DARÍO PRIETO Madrid

Hay un poema de August von Platen (1796-1835) que dice que "Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte". Lo recordaba ayer el director de escena Willy Decker durante la presentación en el Teatro Real del montaje de 'Muerte en Venecia', la ópera de Benjamin Britten sobre la novela de Thomas Mann que se representará en el coliseo madrileño entre el 4 y el 23 de diciembre, con dirección musical de Alejo Pérez, y con John Daszak y Leigh Melrose en los papeles principales. Un montaje que ya pasó por el Liceo de Barcelona en 2008, cuando era director artístico el actual superintendente del Real, Joan Matabosch.
Para éste, la versión operística de 'Muerte en Venecia' es especial, ya que sitúa "la reflexión como acción central de la obra", una particularidad que tiene que ver con el propio proceso creativo de Benjamin Britten durante su elaboración. Como explicó Decker, el compositor inglés escribió esta pieza poco antes de morir. Aquejado de una dolencia cardiaca, Britten tenía que ser operado, pero decidió posponer la intervención hasta que tuviese terminada la ópera. Así, igual que en el caso del protagonista de la novela de Mann, el escritor Gustav von Aschenbach, la muerte sobrevoló a Britten durante todo el proceso. "Britten tenía miedo de no poder terminar la ópera", recordó el director de escena. "De ahí el uso del recitativo seco de una forma muy particular. Mientras en la mayor parte de las óperas el recitativo es para los momentos de acción, en este caso es para reflexionar, a modo de monólogo interior, sobre su vida".
Decker señaló también que una de las principales dificultades de este montaje es el ritmo narrativo de la obra, "que viene dado por una visión cinematográfica de las escenas".
Una visión contemporánea del hecho operístico que, según Decker, no tiene que despistar sobre el verdadero centro de 'Muerte en Venecia': la belleza. "Venecia es bella y peligrosa al mismo tiempo. Y aquí se ve cómo uno puede morir de belleza", subrayó. El hecho de que Von Aschenbach se enamore del joven Tadzio, que tanto en la obra de Mann como en la versión de Britten es un personaje mudo que no articula palabra, no tiene por qué significar que ambas piezas giren en torno a la homosexualidad, señaló el director, aunque Britten nunca escondió la suya y reflexionó sobre ello en otras de sus piezas más conocidas, como Billy Budd y Peter Grimes.
Para Matabosch, 'Muerte en Venecia' "no tiene nada que ver" con, por ejemplo, el 'Brokeback Mountain' que se representó en la pasada temporada. "El tema del amor no convencional es muy importante para Britten", señaló Decker, "pues vivió su homosexualidad de forma abierta en una época tan difícil como los años 50 y 60, lo cual le hace un hombre muy valiente. Pero el tratamiento de la homosexualidad nunca se produce de una forma superficial, sino que aparece de forma más profunda y compleja. La relación de Aschenbach con Tadzio no es sexual; es más compleja. Ve en él una imagen de sí mismo al principio, algo que ha perdido".

http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/27/5476ddc0e2704e00578b4572.html?intcmp=ULNOH002

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