Una escena de la ópera 'Muerte en
Venecia'. A. BOFILL
DARÍO PRIETO Madrid
Hay un poema de August von Platen (1796-1835) que
dice que "Quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está
consagrado ya a la muerte". Lo recordaba ayer el director de escena
Willy Decker durante la presentación en el Teatro Real del montaje de 'Muerte
en Venecia', la ópera de Benjamin Britten sobre la novela de Thomas Mann que se
representará en el coliseo madrileño entre el 4 y el 23 de diciembre, con
dirección musical de Alejo Pérez, y con John Daszak y Leigh Melrose en los
papeles principales. Un montaje que ya pasó por el Liceo de Barcelona en 2008,
cuando era director artístico el actual superintendente del Real, Joan
Matabosch.
Para éste, la versión operística de 'Muerte en
Venecia' es especial, ya que sitúa "la reflexión como acción
central de la obra", una particularidad que tiene que ver con el
propio proceso creativo de Benjamin Britten durante su elaboración. Como
explicó Decker, el compositor inglés escribió esta pieza poco antes de morir.
Aquejado de una dolencia cardiaca, Britten tenía que ser operado, pero decidió
posponer la intervención hasta que tuviese terminada la ópera. Así, igual que
en el caso del protagonista de la novela de Mann, el escritor Gustav von
Aschenbach, la muerte sobrevoló a Britten durante todo el proceso. "Britten
tenía miedo de no poder terminar la ópera", recordó el director de
escena. "De ahí el uso del recitativo seco de una forma muy particular.
Mientras en la mayor parte de las óperas el recitativo es para los momentos de
acción, en este caso es para reflexionar, a modo de monólogo interior, sobre su
vida".
Decker señaló también que una de las principales
dificultades de este montaje es el ritmo narrativo de la obra, "que viene
dado por una visión cinematográfica de las escenas".
Una visión contemporánea del hecho operístico que,
según Decker, no tiene que despistar sobre el verdadero centro de 'Muerte en
Venecia': la belleza. "Venecia es bella y peligrosa al mismo tiempo.
Y aquí se ve cómo uno puede morir de belleza", subrayó. El hecho de que
Von Aschenbach se enamore del joven Tadzio, que tanto en la obra de Mann como
en la versión de Britten es un personaje mudo que no articula palabra,
no tiene por qué significar que ambas piezas giren en torno a la
homosexualidad, señaló el director, aunque Britten nunca escondió la suya y
reflexionó sobre ello en otras de sus piezas más conocidas, como Billy Budd y
Peter Grimes.
Para Matabosch, 'Muerte en Venecia' "no tiene
nada que ver" con, por ejemplo, el 'Brokeback Mountain' que se representó
en la pasada temporada. "El tema del amor no convencional es muy
importante para Britten", señaló Decker, "pues vivió su
homosexualidad de forma abierta en una época tan difícil como los años 50 y 60, lo
cual le hace un hombre muy valiente. Pero el tratamiento de la homosexualidad
nunca se produce de una forma superficial, sino que aparece de forma más
profunda y compleja. La relación de Aschenbach con Tadzio no es sexual; es más
compleja. Ve en él una imagen de sí mismo al principio, algo que ha
perdido".
http://www.elmundo.es/cultura/2014/11/27/5476ddc0e2704e00578b4572.html?intcmp=ULNOH002
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