Juan Ángel Vela
del Campo Múnich
Un momento de la ópera 'Manon Lescaut'.
Una de las cosas que más sorprende de la Bayerische
Staatsoper de Múnich es su pasión por el repertorio lírico
italiano. En 2013, año del segundo centenario del nacimiento de Verdi, por
ejemplo, fue el teatro de ópera en Europa que más títulos programó del autor de
La traviata. Y ahí siguen, con la denominación “Viva Verdi” poniendo en
escena en octubre y noviembre Simon Boccanegra, Rigoletto o Nabucco,
teniendo anunciado para fin de temporada, entre otras óperas, un Don Carlo,
con Pape, Keenlyside, Harteros y Vargas, nada más y nada menos. Que a los
compositores alemanes les miman está fuera de dudas, pero a los italianos
también. Anteayer, de hecho se estrenó una nueva producción de Manon Lescaut,
de Puccini,
con dirección escénica del controvertido e inteligente Hans Neuenfels,
dirección musical de Alain Altinoglu, un maestro en alza que el próximo verano
se pondrá en el Festival de Bayreuth
al frente de Lohengrin, y una
pareja vocal que en principio iba a estar formada por los dos mejores cantantes
del momento en este repertorio, Anna Netrebko y Jonas Kaufmann, pero que al
final no contó con la soprano rusa por desavenencias con la puesta en escena,
según la versión oficial del Teatro, siendo sustituida por la joven soprano
letona Kristine Opolais. Con Netrebko, o sin ella, la expectación era
desbordante. No hay una entrada para ninguna representación y el día de la premiére había en las inmediaciones
del teatro gran cantidad de aspirantes a una oportunidad con el tetrero de
“Suche Karte”. Netrebko ya bordó con Muti el personaje de Manon Lescaut en Roma
los pasados febrero y marzo, y ha sustituido justamente a Opolais en la
Bayerische Staatsoper para cantar esta temporada Tatiana de Eugenio Oneguin. Su cancelación
está dando lugar a infinidad de comentarios, entre otras razones porque siendo,
como es, una mujer con mucho sentido común, no se comprende un rechazo tan
visceral a Neuenfels. en un trabajo del director teatral alemán bastante
contenido en su juego de metáforas, su sentido del humor y su planteamiento no
naturalista en un reino simbólico de quién sabe donde, pero en el que los
sentimientos amorosos y dramáticos están tratados a flor de piel y con sumo
respeto. Fue abucheado al final por una parte considerable de los espectadores.
Opolais es una cantante sensible pero quizás está a un
hervor del dramatismo vocal que requiere el personaje de Manon Lescaut. Tuvo
mucho mérito su actuación, pero el que arrasó fue Jonas Kaufmann como el
caballero Des Grieux. Qué tío. El tenor muniqués está que se sale, con un
sentido melódico y teatral fuera de serie, algo que enciende a los aficionados,
que gritaron y patearon —máxima manifestación de entusiasmo— en los saludos
finales, como cada día es menos frecuente en los teatros de ópera. El éxito
vocal también se extendió a Markus Eiche como Lescaut y, en el plano orquestal
al director Alain Altinoglou, y a la orquesta y coro del Teatro. El público
siguió la representación con un respeto y una concentración ejemplares -ay, las
consecuencias de una educación musical bien entendida- y al final hasta se
escuchó en la sala un “Viva Puccini” a pleno pulmón.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/16/actualidad/1416161237_471323.html
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