domingo, 16 de noviembre de 2014

BLACKSAD, EL GATO JUSTICIERO ESPAÑOL QUE VENDE DOS MILLONES. UN GRANADINO Y UN MADRILEÑO ASALTAN EL MERCADO DEL CÓMIC CON SU BESTIARIO 'BLACKSAD'



La quinta entrega acaba de ganar el Premio Nacional del Cómic

Los autores: Juan Díaz Canales (izda) y Juanjo Guarnido. ALBERTO MORANTE

JOSÉ MARÍA ROBLES
Qué podría hacer hoy Tintín para combatir la explotación sexual? ¿Recurriría Peter Parker a la red de araña o a la foto-denuncia para acabar con la corrupción? ¿Cómo de zapatofónica sería la respuesta de Mortadelo al blanqueo de capital? ¿Bajaría el cibercrimen gracias al escrutinio de Astroboy? Reconozcámoslo: de repente los héroes clásicos de la viñeta parecen avejentados, casi gagás, incapaces no ya de plantar cara sino de coexistir siquiera con la impunidad, la violencia y el hálito delictivo de esta otra ficción que es nuestro tiempo. Un sustrato lumpen que infesta portadas de periódicos, se presenta en prime time con logo de la Policía y asoma también de alguna manera -en su versión más estilizada, americanizante y de inspiración años 50- en la gran aportación autóctona a la historieta noir en la última década y media: la saga Blacksad (Norma Editorial).
"Éste habría de ser mi mundo. Una jungla donde el grande se come al chico, donde las personas se comportan como animales. Me había sumergido en el lado más sombrío de la vida...", vislumbraba al final del primer álbum su protagonista, el detective John Blacksad, hombre-gato concebido por el guionista madrileño Juan Díaz Canales y el ilustrador granadino Juanjo Guarnido. Nada más alegórico que un felino por los sinuosos caminos de la ley y el orden. "Los personajes zoomorfos se entienden muy bien en todas las culturas. Lo único que hicimos fue retomar los códigos de la fábula de Esopo y aplicarlo al género negro", explicaba meses atrás a el hombre que presta las palabras al justiciero de un zoo desbocado por la pasión y la venganza.
Como sucede cuando se abandona a propósito un cadáver en plena calle, la concesión del Premio Nacional del Cómic 2014 a la quinta entrega de la serie blacksadiana pretende enviar un mensaje: en este caso, distinguir a "un tebeo de calidad sin fronteras, cargado de referencias culturales y con una óptima ejecución". El Ministerio de Cultura toma así nota del millón y medio de ejemplares vendidos por el tándem en Francia -120.000 en España- y de paso bendice a una generación de autores (Raule, Ibáñez, Robledo, Toledano, etc.) que cruzó los Pirineos para vivir de su talento.
Seguramente el alter ego de Humphrey Bogart con bigotes habría dormido el sueño eterno si el sello galo Dargaud no se hubiese atrevido a publicar a los dos españolitos sin apenas experiencia que se habían conocido años atrás en el estudio de animación Lápiz Azul. El primer tomo llegó a manos de los lectores en 2001. Sin embargo, los bocetos del gato al que no le gusta la leche, veterano de guerra todo fibra y pelazo, fueron realizados mucho antes. Eran ensayos en blanco y negro que querían hermanarse con los titanes de Hugo Pratt (Corto Maltés) y Carlos Sampayo (Evaristo, Alack Sinner).
Desde París, donde se había mudado tras firmar con Disney para participar en Hércules, Guarnido animó a su socio a impulsar el proyecto con un formato ambicioso: a color y con tapa dura, algo impensable en España en ese momento. La apuesta resultó ser un triple en la quiniela. El tándem despachó 30.000 unidades de la primera edición francesa de Un lugar entre las sombras y se plantó con una inercia imbatible en el Salón del Cómic de Barcelona (Mejor Álbum y Mejor Autor Revelación). Faltaban siete años para la primera edición de Getafe Negro y cuatro para el estreno en cines de Sin City. Stieg Larsson apenas empezaba a teclear por las noches y el gran referente del hampa en el noveno arte español seguía siendo Torpedo 1936.

Un gato negro es el protagonista de la saga
Al igual que el matón de Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet, John Blacksad comenzó fisgando, olfateando, acechando y golpeando en Nueva York. La Gran Manzana y su podredumbre de posguerra fueron escenario de un thriller con caligrafía de diario íntimo: "Hay mañanas en las que cuesta más trabajo digerir el desayuno. Sobre todo si amaneces frente al cadáver de un viejo amor". Pero el investigador, ajeno a las amenazas, siempre cerca de una mujer fatal o en compañía del reportero Weekly, no ha dejado de dar zarpazos en más de 250 páginas: en un barrio deprimido cualquiera a cuenta del racismo (Arctic-Nation), en Las Vegas con el trasfondo del macarthismo y el sprint nuclear (Alma roja), en la Nueva Orleans condimentada con música, vudú, droga y cárcel (El infierno, el silencio) o en la mítica Ruta 66 a partir de un encontronazo entre beatniks, moteros y gente del circo (Amarillo).
Tres premios Eisner y un Harvey, o lo que es lo mismo, una buena ración de los más codiciados galardones del circuito, jalonan de momento la trayectoria del tipo de la gabardina, fumador, rápido de puños y tenaz, del que sus autores no piensan cansarse. "Me gusta imaginar un mundo justo, en el que hasta los poderosos paguen sus culpas; en el fondo, soy un ingenuo", reflexiona Díaz Canales por boca del perro-comisario Smirnov. Y suena tan contemporáneo...

http://www.elmundo.es/cronica/2014/11/16/54674b8022601d89578b4576.html

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