Miguel Pérez Martín Madrid
Ferrán y Jordi Savall (derecha), en los pasillos
del Hospital Clínico San Carlos. / Álvaro García
Cinco de la tarde de un domingo en el Hospital Clínico San Carlos. No hay clases ni lecciones de Medicina, pero en el aire se respira algo que sí es magistral. Del otro lado de una puerta, en un pasillo vacío cercano al salón de actos, viene un sonido antiguo de tiorba —una especie de laúd— que retumba en las paredes. En una hora escasa, esa misma música sonará ante un auditorio lleno en el propio hospital. Los intérpretes de música antigua Jordi Savall (Igualada, Barcelona, 1941) y su hijo Ferrán (Basilea, Suiza, 1979) abren el ciclo Música en vena en los hospitales madrileños.
La iniciativa está impulsada
por la asociación homónima,
que desde 2012 promueve el acercamiento de las artes a los pacientes y personal
sanitario en Madrid. Este año es el primero que se alían con el
Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) para organizar el ciclo
que llevará a músicos de primera fila a cuatro hospitales diferentes (San
Carlos, Doce de Octubre, Gregorio Marañón y Puerta de Hierro) en una docena de
conciertos hasta el 10 de junio. De esta forma, el CNDM lleva a sus artistas a
estos hospitales públicos de forma gratuita antes de que pasen por el Auditorio
Nacional. Savall lo hizo el martes como director de la Capella Reial de
Catalunya.
Dicen que la música es un bálsamo para el alma pero, ¿pueden sanar el
cuerpo las notas de un piano? Eso es lo que tratan de responder, en esta tarde
de domingo, los pacientes del Clínico aún vestidos con los camisones blancos.
“Las vibraciones de un instrumento o una voz tienen un valor curativo. Yo mismo
padecí un tifus de pequeño, y la música me ayudó a superar la enfermedad y
vencerla”, dice Jordi Savall. Más científico se pone su hijo Ferrán: “Cualquier
estímulo que te ayude a superar una situación es válido. Hay enfermedades que
no puede curarte la música, pero sí que puede ayudarte a generar endorfinas o a
encontrar paz para afrontar la dificultad”.
Programación del ciclo Música en vena.
En el auditorio del Clínico, las dos primeras filas están reservadas
para enfermos y familiares. No pueden evitar que se les escape una sonrisa
cuando la lira da gamba de Jordi da la entrada a un Ferrán que dulcifica los
agudos de su voz para entonar una hermosa canción de cuna de Israel o una
tonada sefardí con letra de Cervantes que habla de amor y viajes en barco. El
público está absorto y, junto a una lámpara hogareña de sobremesa, Ferrán y
Jordi se unen en un concierto paternofilial de apenas 45 minutos pero que para
ambos es un placer que cada vez pueden sentir menos a menudo por culpa de su
apretada agenda. Será aún más difícil a partir de ahora: el padre fue nombrado el miércoles Premio Nacional de Música 2014 en la
categoría de Interpretación.
El concierto de esta tarde, un mano a mano familiar, es un viaje por
Oriente Medio, cantos de exilio y sufrimiento, de pueblos que se refugiaron en
la música para superar una vida que les asfixiaba. “Algunas de las músicas del
recital han ayudado a la gente a sobrevivir. Es el caso de las músicas
sefarditas con las que abrimos el concierto, o la de los esclavos, que era lo
único que les quedaba después de habérselo arrebatado todo”, dice Savall padre.
A este recital seguirán otros once. El próximo, el de la violinista
Viktoria Mullova en el Puerta de Hierro. Tras ella, pasarán por los centros la
soprano Raquel Andueza, los pianistas Judith Jáuregui y Christian Zacharias o
el barítono Leo Nucci en un ciclo que cerrará la pianista Elisabeth Leonskaja
en el Gregorio Marañón. Todos ellos hacen un parón en sus agendas para dedicar
algunos pasajes a aquellos que encuentran en la música un fármaco sanador.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/10/29/madrid/1414589744_845852.html
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