La Fundación Mapfre exhibe una retrospectiva de 180 de sus obras
'El pulpo, Madison Square Park'
(1909), una de las imágenes más célebres de Coburn. / GEORGE EASTMAN HOUSE
El día de su octavo cumpleaños,
Alvin Langdon Coburn (Boston, 1882-Gales, 1966) recibió como regalo una cámara
fotográfica, una Kodak, y ya no hubo mejor entretenimiento para él. Hijo de una
familia acomodada, al cumplir los 15 tenía en su casa todo lo necesario para
revelar y experimentar con las fotografías. Un primo suyo, Fred Holland Day,
reconocido artista y fotógrafo, impulsó la temprana vocación de Coburn,
animándole a viajar a Londres, el centro de la creación artística en esos años.
Desde entonces, la carrera de Coburn se disparó hasta convertirse en una de las
figuras más importantes del pictorialismo de finales del XIX y de la vanguardia
de principios del siglo XX. La Fundación
Mapfre exhibe hasta el 8 de febrero una
retrospectiva de 180 obras en las que se abordan todos los
grandes temas que realizó, hasta su abandono de la fotografía y búsqueda de paz
espiritual en un convento de Rhos-on-Sea, en Gales; circunstancia que ha hecho
que sea menos conocido que otros compañeros como Steichen, Stieglitz y Strand.
Pamela Glasson Roberts, comisaria
de la exposición, ha querido destacar la modernidad de Coburn sin olvidar sus
deslumbrantes trabajos pictoricistas. La primera gran serie está dedicada a sus
magistrales retratos. Por encargo de la revista Metropolitan Magazine fotografió
a artistas tan conocidos como Auguste Rodin oHenri Matisse,
el fotógrafo Alfred Stieglitz o los escritores Mark Twain, Henri James, Ezra
Pound, Gertrude Stein y George Bernard Shaw, a quien hizo el famoso retrato a
la manera de El pensador de Rodin.
La segunda serie está dedicada a
Londres y a sus edificios más famosos, aunque siempre retratados desde
perspectivas insólitas. Era capaz de pasar días buscando la belleza en entornos
improbables hasta encontrar la conjugación perfecta de luz, expresión y tono,
en palabras de la comisaría. El puente de Londres, Trafalgar Square o la
catedral de Saint Paul son algunos de los paisajes urbanos más bellos elegidos
por Coburn.
La ciudad de Nueva York y su
espectacular crecimiento entre 1903 y 1912 ocupa otro de los apartados más
importantes del recorrido. Los puentes en construcción y un skylineen
imparable crecimiento, junto a la maquinaria industrial y escenas portuarias
son escenarios perfectos para realizar imágenes de atmósfera futurista. En esta
serie se encuentra su fotografía más famosa, El pulpo (1909),
una imagen casi abstracta tomada desde la cima del Metropolitan Tower que
representa los senderos despejados de nieve del Madison Square Park.
Gran parte de la exposición está
dedicada al paisaje europeo con lugares siempre reconocibles, aunque de
apariencia diferente. En su recorrido europeo se incluyen unas bellísimas
imágenes de Cádiz realizadas en el puerto y en la plaza de toros.
De su periodo más vanguardista se
muestra su participación en el movimiento vorticista británico, liderado por el
artista Wyndham Lewis y el escritor Ezra Pound entre 1914 y 1915. Este movimiento artístico
estaba caracterizado por el arte geométrico y semiabstracto, basado en formas
procedentes de las máquinas y la arquitectura, que le conferían muchas
similitudes con el cubismo, el futurismo y el expresionismo. Junto a Pound
diseñó un artilugio al que llamaron vostoscopio y con el que podían tomar
imágenes fragmentadas gracias a la colocación de los espejos. Los retratos
tomados sobre madera o vidrio le situaron a la cabeza de la vanguardia fotográfica.
Pero él, desconcertado por el estallido de la Gran Guerra, prefirió abandonar las experimentaciones
mundanas y retirarse a un convento.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/15/actualidad/1418641693_119056.html
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