La polémica sacude Francia. Un investigador sostiene que el 'enfant
terrible' de las letras sólo fue el que copió los versos del libro. El autor
sería su amigo Germain Nouveau.
LUIS
ANTONIO DE VILLENA
La teoría oficial (hasta ahora) es que Rimbaud escribió dos
últimos libros de poemas -origen, en parte, de mucha poesía moderna- antes de
romper para siempre con el mundo de la literatura y hasta con la civilización
europea. Ambas le hastiaron y se marchó. Uno es 'Una temporada en el
infierno', que él mismo hizo imprimir en Bruselas en 1873, pero que no se distribuyó.
Y el otro sería 'Iluminaciones'. Libro y título que siempre fueron
polémicos, hasta que el propio y enorme mito de Rimbaud como icono de la
modernidad terminó engullendo cualquier posible polémica filológica o
editorial.
'Las Iluminaciones' nunca existió como un libro formado (las primeras
ediciones tienen muchas variantes, incluyendo hasta poemas en verso) y el
título, que no existía, fue sacado por el primer editor de unas palabras dichas
por Verlaine sobre los "poemas en prosa" que Rimbaud le había
dado en su último encuentro en Stuttgart para que se los entregara o enviara a
un poeta llamado Germain Nouveau, a un Verlaine que, por cierto, sabía
poco de ese conjunto de textos escritos en Londres en 1873 cuando él estaba en
la cárcel por haber herido en un brazo a su hasta ese momento joven amante,
Arthur Rimbaud... (Suele decir algún lector o muchos, que no ven diferencias de
estilo entre la Temporada... y las Iluminaciones, pero ello ocurre, también a
mí me ocurrió, porque leemos sin duda alguna sobre la autoría, desconocemos lo
que voy a contar y el mito Arthur Rimbaud apabulla).
Y es aquí donde debe entrar ya un poeta simbolista poco conocido en
España y aún en Francia mientras vivió, porque Nouveau (personaje raro y
maldito a su modo) apenas quería publicar. Era ciertamente un raro. Sin
embargo, sí fue bien conocido en los medios literarios donde hizo una inicial y
radical vida bohemia. Germain Nouveau (1851-1920) nació en Pourrières un
pueblo de la antigua Provenza. Estudió el bachillerato en Marsella y a fines de
1872 llegó a París buscando conocer a Verlaine y esa nueva poesía que era la
suya también. Casi el mismo camino de Rimbaud. Pero cuando Nouveau llega a
París, Verlaine y Rimbaud se han marchado ya, dejando el bien sabido reguero de
azufre. Conoce a Charles Cros. Sólo un año después Nouveau encontrará a
Rimbaud (Verlaine está preso) y se irá con él una temporada a Londres. Allí
ambos jóvenes siguen esa vida bohemia y ponen anuncios en los periódicos
(ambos) para dar clases de francés o para conversar en esa lengua. No tuvieron
suerte y nada salió. Pero en ese tiempo se escribieron los textos -muy
diferentes a 'Una temporada en el infierno', hay que poner atención- que
llegarían a ser las Iluminaciones.
A la inversa
El profesor Eddie Breuil acaba de publicar un sucinto y muy
elaborado libro 'Du Nouveau chez Rimbaud' (Honoré Champion, París, 2014), donde
con sencillez y precisión detalla en una minuciosa labor filológica y editorial
cómo la verdad parece exactamente la contraria de la que se suponía hasta hoy.
No fue Nouveau el que ayudó a Rimbaud a copiar (acaso pasar a limpio) sus
nuevos poemas, sino exactamente al revés, Rimbaud ayudó a copiar los textos
de Nouveau y por eso se equivocaba a menudo, acaso porque Nouveau dictaba o
porque no terminaba de entender un escrito que no tenía que ser suyo.
Los muchos errores de escritura cometidos por Rimbaud (y corregidos
por encima) son minuciosamente analizados. Pero no sólo. Además el
vocabulario, las expresiones, los sintagmas. Es una labor minuciosa.
Rimbaud dio esos textos a Verlaine para que se los enviara a Nouveau -como
sabemos persona ajena, descuidada-, pero Verlaine no lo hizo. Años después
llegaría a ser amigo de Nouveau, pero entonces no lo conocía.
Breuil, que aporta datos literarios y vitales, concluye: "Rimbaud
no es el autor (de esos papeles) sino el escriba, escribiente de otro escritor
presente mientras se hacían las copias: Nouveau". En 1886 la revista
'La Vogue' publicó por primera vez 'Iluminaciones' ('Illumitations') sin permiso
ni de Verlaine ni de Rimbaud. Las ediciones se sucederían diversas y con
cambios ('Vanier', 'Mercure de France'...) hasta que en 1949 la tesis de un
crítico, Henri de Bouillane de Lacoste, parece cerrar el problema -hasta
ahí existente- según el meticuloso librito de Breuil, en falso.
Por ello habla de un conjunto de poemas "fantasmal y
forzado". Nadie (sino el editor) dio forma a un conjunto de textos
poéticos sin orden y nadie (sino el editor) les dio título. La fama, el mito ya
plenamente actuante de Rimbaud hizo el resto... Verlaine nunca dijo nada porque
nada sabía de las prosas que recibió y porque sus años finales fueron los de un
glorioso vagabundo dipsómano. Pero ¿y Nouveau?
Aquí surge lo menos conocido. Hay "malditos" y sin duda
además tipos o modos varios de ese malditismo. Nuestros tres protagonistas
encarnan estilos muy distintos de disidencia, pero como vuelve a decir Breuil (siguiendo
a los poetas Breton y Aragon que algo sospecharon) "¡Germain Nouveau
fue un maldito entre los malditos!". En efecto el joven bohemio y con
barba que estuvo con Rimbaud y que si amaba la poesía parecía no importarle
publicar, tuvo varias crisis de locura o de enajenación y pasó por varios
hospitales psiquiátricos. Al salir, se había convertido voluntariamente en
un humilde peregrino que vivió pobre y ajeno a todo lo que no fuera la búsqueda
espiritual, ocasionalmente también en poesía. Peregrinó a Roma y en 1911 a
Santiago de Compostela, pero terminó volviendo a su pueblo natal (Rimbaud
era del norte, él del sur) donde al fin -murió con 68 años, indigente-
pedía limosna a la puerta de las iglesias de la zona. Nouveau que había sido
una promesa (y más) del mejor simbolismo, se opaca a sí mismo, se olvida.
Siempre vivió como un sopista errante, ajeno a cualquier vida literaria o
social. ¿Es esa la vida de un buen burgués? Es otra forma -y no ingenua- del
malditismo. Su obra -no larga- es notable y puede casi abrirse con esas
Iluminaciones que tienen mucho que ver con las luces eléctricas y las escenas
de vida que vio en un lugar famoso en París en la década de 1870, el Bal
Mabille, iluminado y con jardines. Cuando el libro 'Iluminaciones' se
publicó (como obra de Rimbaud) Nouveau ni lo vio, probablemente.
Nada es nuevo. En Francia, la hoy famosa 'Paradoja del comediante' de Diderot
se atribuyó hasta comienzos del siglo XX a un tal Naigeon. Fue el gran
estudioso Joseph Bédier quien demostró que 'Le Paradoxe...' era de Diderot. En
un notable artículo de 1948 el poeta Louis Aragon se pregunta quién es más
grande poeta, si Baudelaire, Germain Nouveau o Rimbaud. Y tras hablar de dos de
los libros sabidos de Nouveau, Valentines y Savoir aimer termina diciendo que
su autor "no es un poeta menor, sino un gran poeta. No un epígono de
Rimbaud: su igual". Esa idea es ahora explicada y detallada en el
libro de Eddie Breuil, 'Du Noveau chez Rimbaud', juego de palabras como he
dicho que podría traducirse (si 'nouveau' empezara en minúscula) como 'De nuevo
con Rimbaud', pero que al ser un apellido (mayúscula por tanto) diría Lo de Nouveau
está con Rimbaud, atribuido a Rimbaud. Digámoslo con honor: Rimbaud sigue
siendo Rimbaud, pero Germain Nouveau sale de la inmerecida pobreza que él
mismo eligió. Recupera la altura que tuvo. Leámoslo.
Algunas
falsas atribuciones
El caso de las Iluminaciones no es extraordinario ni el más sonado
entre los de obras artísticas atribuidas en falso, en unos casos por interés
(del usurpador) y en otros por circunstancias no siempre fáciles de rastrear.
En España tuvo lugar uno de los más sangrantes, el de la riojana María de la
O Lejárraga, quien según estudios recientes sería la autora prácticamente
única de los escritos atribuidos a Gregorio Martínez Sierra, quien al parecer
no andaba muy sobrado de inspiración. La cuestión de la autoría plantea
interrogantes desde los albores mismos de la literatura conocida. Los filólogos
discuten si Homero pudo haber escrito tanto 'La Odisea' como 'La
Ilíada'. En el caso de Shakespeare, hay teorías para todos los gustos,
pero la más sabrosa propone que su nombre habría sido un alias tras el que se
habrían ocultado nombres ilustres como Christopher Marlowe, Francis Bacon
y -según las más recientes teorías- Edward de Vere, dramaturgo y decimoséptimo
conde de Oxford. Henry Willy Gauthier-Villars acostumbraba servirse de negros
para abastecer su producción literaria, hasta que uno de ellos, la bailarina de
revista y escritora Colette, que acabó casándose con él, desveló que su
marido era no sólo un adúltero profesional sino "un mentiroso impotente
ante la página en blanco". Las colaboraciones entre escritores, que rara
vez han acabado bien, nos han dejado numerosas adjudicaciones como poco
incompletas. Un Dickens ya maduro se dedicó a quemar las cartas escritas
a sus amantes y a su colega Wilkie Collins para que en el futuro no se
pudiera determinar hasta qué punto fue relevante aquella 'joint venture'. Casi
nadie recuerda ya que muchas novelas firmadas exclusivamente por Alexandre
Dumas las escribió al alimón con Auguste Maquet, entre ellas 'El conde de
Montecristo' y 'La reina Margot'. En otras disciplinas artísticas encontramos
ejemplos semejantes. En los inicios de su volcánica relación con Auguste
Rodin, la también escultora Camille Claudel trabaja para él como ayudante y
modelo. Entre 1886 y 1888, cuando ella prepara su grupo de figuras 'Sakuntala',
Rodin deja en manos de su pupila la factura de ciertas partes de sus
creaciones; la comunión de intereses (y no sólo de intereses) es tal que
resulta imposible saber de quién es cada escultura, y por esa época se sabe que
Rodin firma trabajos de Camille como si fueran propios. La dinámica dentro de
los talleres de pintura ofrece una problemática añadida al dilema de la
autoría. Fernando Marías, uno de las mayores autoridades en la figura de
El Greco, sostiene que el revés de salud que sufrió el artista en 1608
-muy posiblemente un ictus en su opinión- le inhabilitó con toda seguridad para
seguir pintando. Sus clientes de Toledo comenzaron a regatearle el precio de
sus cuadros ante la sospecha de que eran fruto colectivo de los empleados de su
taller. Gracias al libro 'Las olvidadas', de Ángeles Caso, hemos conocido el
caso de la pintora Sofonisba Anguissola, alumna de Miguel Ángel que
tiene obras expuestas en museos de todo el mundo -como el Prado-, pero
atribuidas todas a hombres: Tiziano, Antonio Moro o Sánchez Coello. Otro
tanto le pasó a Artemisia Gentileschi, cuya pintura oscura y apasionada ha
servido para engrandecer los méritos de varios artistas de su época como Caravaggio
o su propio padre, Orazio Gentileschi. En el terreno musical, un documental
reciente vuelve a la carga con la hipótesis de que Anna Magdalena Bach,
soprano y esposa del gran Johann Sebastian, habría escrito -no copiado, como
siempre se supuso- algunas de las partituras cumbre de su marido, nada menos
que las 'Suites para violonchelo', el primer preludio del Libro I de 'El clave
bien temperado' y hasta el aria de las 'Variaciones Goldberg'. Es lo que tienen
los grandes nombres: son como un imán de obras de autores con menos peso
específico. Algunos malos poemas y escritos que circulan por internet son
atribuidos a Borges o Neruda igual que quizá el (buen) Ave María
a cuatro voces se le ha adjudicado siempre a Tomás Luis de Victoria sin
ser suyo. / P. UNAMUNO
http://www.elmundo.es/cultura/2014/12/18/549340d422601d07528b457f.html
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