Un momento de 'Los diamantes de la
corona' en el teatro de La Zarzuela. / FERNANDO
MARCOS
Fue una noche de guiños afectivos.
“Niñas que a vender flores vais a Granada, no paséis por la sierra de la Alpujarra”.
Qué maravilla de bolero. En cierto modo, creó la atmósfera de una
representación marcada por las evocaciones. En ella se rindió un homenaje de
reconocimiento a Pedro Moreno por sus muchos años de trabajo como figurinista,
justamente en un espectáculo en el que el vestuario es fantástico.
También se recuerda a Rafael
Frühbeck de Burgos. Estaba anunciado para llevar a cabo la dirección musical de
esta zarzuela pero la muerte salió al encuentro, ay. Oliver Diaz le hizo
justicia con una lectura musical nítida y precisa. La orquesta de la Comunidad
de Madrid respondió como en sus mejores días. Y también estuvo brillante el
coro del teatro de La Zarzuela, tanto desde el punto de vista teatral como
musical, bajo la matizada dirección de Antonio Fauró. Fue, digámoslo de
entrada, una representación tan extraña como conmovedora. El primer acto, allá
en los subterráneos, resultó aburrido, tal vez porque al tenor le faltó empuje
y claridad en los pasajes hablados.
Pero cuando el escenario cambia y
se va a la superficie todo se transforma, y José Carlos Plaza realiza un
trabajo magistral de dirección teatral. Con intencionalidad, con una comicidad
medida y sabia, con un logradísimo rítmo escénico. Los figurines son de ensueño
y la escenografía provoca incluso una ovación nada más levantarse el telón en
el último acto. Antes ya nos había dejado sorprendidos por su iluminación, su
colorido y su sentido de la composición. Entre unas y otras cosas, el
espectador queda atrapado.
De Francisco Asenjo Barbieri. Con
María José Moreno, Cristina Faus, Dario Schmunck, Ricardo Muñiz, Gerardo Bullón
y Fernado Latorre, entre otros. Dirección musical: Oliver Diaz. Dirección de
escena: José Carlos Plaza. Escenografía: Francisco Leal. Vestuario: Pedro Moreno.
Teatro de La Zarzuela, 26 de noviembre.
El enfoque teatral marca el
espectáculo en su conjunto y arropa las intervenciones vocales. Las dos mujeres
están estupendas. María José Moreno despliega su elegancia en escena con
naturalidad y transparencia. Cristina Faus arrebata gracias a su cautivadora
clase musical y escénica. Los hombres mantienen el tipo con dignidad y
solvencia. Con todo ello el público se deja llevar y al final acaba envuelto en
una representación que, a partir de cierto momento, hipnotiza. En enero Los
diamantes de la corona visita el Teatro San Carlos de Lisboa.
Algunos de los protagonistas
principales de la historia de esta zarzuela son portugueses, con lo que la
programación en el coqueto teatro lisboeta adquiere una connotación especial.
En Madrid se representa 15 veces hasta el 14 de diciembre con dos repartos
vocales alternándose. José Carlos Plaza define la obra como una “caja de
sorpresas” y no le faltan razones. Es divertida y su montaje es verdaderamente
imaginativo. Y además tiene uno de esos boleros de los que se quedan en la
memoria, un bolero para la eternidad.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/12/02/actualidad/1417540820_371390.html
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