LOS DIAMANTES DE LA CORONA. DE FRANCISCO
ASENJO BARBIERI. LETRA DE FRANCISCO CAMPRODÓN. TEATRO DE LA ZARZUELA. 6 DE
DICIEMBRE DE 2014.
Primer cast
Reparto
CATALINA: María José Moreno
DIANA: Cristina Faus
MARQUÉS DE SANDOVAL: Darío Schmunck
CONDE DE CAMPOMAYOR: Ricardo Muñiz
REBOLLEDO: Fernando Latorre
DON SEBASTIÁN: Gerardo Bullón
ANTONIO: Joseba Pinela
CRIADO: Antonio Gómiz
UJIER: Xavi Montesinos
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Titular
del Teatro de la Zarzuela
Coro del Teatro de La Zarzuela
Director:AntonioFauró
Zarzuela en tres actos, estrenada en el Teatro del Circo de Madrid, el
15 de septiembre de 1854. Producción del Teatro de la Zarzuela (2010).
Cinco años después de su última representación, el Teatro de la
Zarzuela repone esta producción que supuso, en la temporada 2009-10, la
recuperación de una de las partituras esenciales de Francisco Asenjo Barbieri
con texto de Francisco Camprodón. Una zarzuela que no se había visto sobre
estas tablas desde hacía muchos años a pesar de que algunos de sus números —el
coro «Vuelta al trabajo», el bolero «Niña que a vender flores vais a Granada» o
el final del segundo acto «Mil parabienes al orador»— están en la memoria de
todos los amantes del género. La reposición supone, por tanto, una oportunidad
de disfrutar de la partitura completa y de la historia de aventuras de una
reina-forajida en el Portugal dieciochesco.
Esta obra debía ser dirigida por el reconocido
maestro español Rafael Frühbeck de Burgos, quien, como relata el Director del
Teatro de la Zarzuela, el diligente y acertado italiano Paolo Pinamonti, “me
confirmó que había arreglado sus compromisos para poder estar en la Zarzuela en
las últimas tres semanas de noviembre. Y así se planeó esta coproducción de los
diamantes de la corona. Los hombres hacen sus planes, pero la vida sigue su
camino. Y el gran artista Frühbeck de Burgos, nos ha dejado…
El Teatro de la Zarzuela y todos los artistas
presentes en esta producción, como pequeño homenaje, quieren dedicar todas la representaciones
a la memoria del gran Rafael y a su extraordinaria actividad artística y
musical”.
Un proyecto casi infantil por lo lúdico, luminoso y divertido, la puesta de José Carlos Plaza es una fiesta. Con unos decorados fantásticos que hacen soñar, un vestuario de princesas y bandidos y una atmósfera que recuerda por momentos, todos los deseos de aquella gran película que fue, en los tiempos míticos del cine, “La reina Cristina”, con Greta Garbo, otro afán de engañar a la propia historia, elaborando un juego de espejos donde el personaje se desdobla, sin remilgos, en lo que es y sobre todo, en lo que le hubiera gustado ser.
Un proyecto casi infantil por lo lúdico, luminoso y divertido, la puesta de José Carlos Plaza es una fiesta. Con unos decorados fantásticos que hacen soñar, un vestuario de princesas y bandidos y una atmósfera que recuerda por momentos, todos los deseos de aquella gran película que fue, en los tiempos míticos del cine, “La reina Cristina”, con Greta Garbo, otro afán de engañar a la propia historia, elaborando un juego de espejos donde el personaje se desdobla, sin remilgos, en lo que es y sobre todo, en lo que le hubiera gustado ser.
El dúo del compositor Francisco Asenjo Barbieri,
lleno de vitalidad y alegría, se amplifica en coros, arias, dúos, tercetos y sobre
todo en una masa coral divinamente afinada y afilada, que luce sin descanso las
redondillas, romances y quintetos de Francisco Camprodón.
Pensada a partir de la opéra comique de Eugène
Scribe y Jules-Henri Vernoy de Saint Georges, aparece como una deliciosa
bombonera, envuelta en un celofán de chispa y de color.
Al Teatro de la Zarzuela el público viene habitualmente a divertirse, pero desde le
excelencia musical y la elección de un repertorio delicado, tradicional y
siempre puesto al día con galanura y elegancia.
Bastante más asequible, también en el precio y la
accesibilidad de la compra de entradas, que las pocas facilidades que a menudo
ofrecen las otras dos grandes salas madrileñas como el Auditorio Nacional o el
Teatro Real, que antes o después dejan en la calle a melómanos o a los propios
críticos musicales por estar el aforo completo y llevar a cabo una política
esotérica y tendenciosa del reparto y venta de localidades.
La Zarzuela en la actualidad, es el refugio
posibilista de una música bien hecha verdaderamente pensada “para todos los
públicos” (incluidos los periodistas como la cronista que esto escribe, que
acuden a disfrutar de las puestas de lujo que ofrece).
Ofrecen además un reparto de campanillas, como la
Catalina de María José Moreno, de afinado y suave instrumento, briosa tanto en
la pirata deslenguada y aguerrida, como en la soberana cesuda e ilustrada,
enamorada del amor.
Cristina Faus compone una Diana cristalina, con una
voz llena y redonda, que casa a la perfección, contrastando con las pirotecnias
vocales de su complemento femenino en la obra.
El Marqués de Sandoval de Darío Schmunck es
convincente y cumple, aunque todos podrían trabajar algo más la dicción, sobre
todo en la algarabía y el movimiento escénico del primer acto, que los mantiene
atentos y en guardia, muy concentrados ante tanto desplazamiento .
Y Don Sebastián en la voz de Gerardo Bullón es ajustado tanto en lo vocal como en lo teatral y corona junto con el Rebolledo de Fernando Latorre, sorprendente por su calidad fuera de lo común, unos protagonistas bastante excepcionales por su rotundidad y desempeño. Es difícil encontrar un elenco tan homogéneo, donde no destaquen los unos sobre los otros sino que conformen un todo vocal y teatral consensuado y coherente.
Y Don Sebastián en la voz de Gerardo Bullón es ajustado tanto en lo vocal como en lo teatral y corona junto con el Rebolledo de Fernando Latorre, sorprendente por su calidad fuera de lo común, unos protagonistas bastante excepcionales por su rotundidad y desempeño. Es difícil encontrar un elenco tan homogéneo, donde no destaquen los unos sobre los otros sino que conformen un todo vocal y teatral consensuado y coherente.
Además muy bien los secundarios en las voces de
Joseba Pinela, Xavi Montesinos, Antonio Gómiz, Joaquín Mancera, Pedro Jerez y
Bosco Solana, en los roles de Antonio, Monedero/un ujier, Muñoz/un escribano,
Monedero/regente 1ro y monedero/regente 2do, respectivamente.
Óliver Díaz,
en al dirección musical, en el difícil cometido de reemplazar al maestro
Frühbeck de Burgos está a la altura del desafío, igual que la ocurrente y
fresca dirección de escena de José Carlos Plaza. Magníficamente encuadrada por
la escenografía de Francisco Leal, inspirada en los trabajos de Augusto Ferri,
Francesc Soler Rovirosa, Giorgio Busato, Pierre-Luc Cicéri y Charles Percier.
La iluminación de Francisco Leal destaca con buen
gusto todo el contexto y el texto también, en la medida en que condiciona la
sensibilidad y el enfoque de todos los participantes en la obra.
En lo que se refiere a la Orquesta de la Comunidad
de Madrid, suena ligera, leve pero rotunda y segura, destacando todos los
vericuetos de una partitura pensada para gustar y divertir y el Coro del Teatro
de la Zarzuela a cargo de Antonio Fauró es un verdadero deleite de precisión
musical y dicción.
No siempre se completa el aforo del teatro en esta
producción- esto hay que remediarlo, ¡acudan a ver esta zarzuela, es un regalo! - que estará en escena del 26 de
noviembre al 24 de diciembre de este año, con dos elencos, para acercarnos a un
fin de año más esperanzado y optimista, también en el universo musical y en el
goce de un proyecto bien concebido y desarrollado con pasión y con sutileza.
Alicia Perris
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