miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA GRAN GUERRA REVIVE EN 3D. UNA EXPOSICIÓN MUESTRA FOTOGRAFÍAS INÉDITAS DEL CONFLICTO BÉLICO CAPTADAS CON ESTA TÉCNICA

Fueron captadas por un capitán que abastecía al ejército francés durante la contienda


Una de las fotografías de la exposición. PIERRE-ANTOINE HENRI GIVORD
DANIEL MARTÍN Madrid

Cuando el fotoperiodista Pablo San Juan entró en un pequeño anticuario del zoco de Tánger en 1999 no sabía que se iba a llevar de allí, además de secuelas para su salud, un pequeño tesoro que hoy podemos ver en el Instituto Francés de Madrid.
Bajo el título '¡Nunca más!', el centro cultural galo nos presenta una serie de fotografías inéditas de la Primera Guerra Mundial, declarada hace ahora un siglo. La peculiaridad de las 47 instantáneas es quefueron realizadas con una cámara Verascope Richard, que mediante la superposición de dos imágenes, y a través de la ayuda de dos lentes o dos espejos, consigue un efecto 3D.
El autor de las mismas fue el capitán Pierre-Antoine Henri Givord, que durante la conocida como la Gran Guerra abastecía a las tropas galas en el frente francés. Esta condición le permitía acudir al campo de batalla antes y después de los enfrentamientos y de esta manera capturar pedazos de realidad que abarcaban desde escenas costumbristas en el frente hasta el lado más salvaje de la contienda, con cabezas cortadas y degollamientos de por medio.
Los negativos permanecieron décadas olvidados, hasta que hace 15 años San Juan las encontró por casualidad en la citada ciudad marroquí. Como si de la tumba de Tutankamón se tratara, días después de abrir las polvorientas cajas que las contenían, comenzó a sufrir alergia, fiebres y hasta llegó a perder el conocimiento. «Todos los que se acercaban al archivo antes de limpiarlo se ponían enfermos», asegura.
«Yo conocía muy bien el zoco de Tánger, una ciudad que históricamente fue un nido de espías, y había una puerta que casi siempre estaba cerrada. Un día la encontré abierta y decidí entrar. Cuando vi las fotos no sabía muy bien qué tenía entre manos, ni su valor documental, social e histórico», explica el fotógrafo.
Su amigo Jesús Rocandio, director de la Casa de la Imagen de Logroño, le instó a comprarlas. Al final las adquirió por 300.000 pesetas, que pagó junto a Rocandio y otro fotógrafo. «Tuve que mostrar poco interés para que a la hora de negociar no me impusiese un precio muy alto», bromea. A día de hoy San Juan no sabe a ciencia cierta por qué estas fotos fueron a parar a Tánger, aunque según sus pesquisas «alguno de los hijos de Givord pudo ir a trabajar allí, después de que éste le enseñase a su familia los lugares en los que él había estado en la Primera Guerra Mundial».
Givord, según explica San Juan, realizaba todas las fotografías simplemente para él mismo. «No era un profesional, capturaba lo que le llamaba la atención, lo que produce que sus imágenes tengan ese punto de dramatismo. Ahondaba en ellas porque lo que veía le conmovía y a la vez formaba parte de lo cotidiano», asegura el fotógrafo, que considera que Givord «tenía muy buen ojo» y agradece que su obra se haya conservado «en tan buenas condiciones después de tantos años» olvidada.
Ello ha propiciado que desde el pasado 11 de noviembre y hasta el próximo 12 de diciembre podamos ir a verlas al Instituto Francés, ubicado en la calle Marqués de la Ensenada 10, dentro de los actos conmemorativos por el centenario de una guerra que, a lo largo de los cuatro años que duró, dejó por el camino una media de 6.000 muertos diarios, con un balance total de más de ocho millones de muertos, una carnicería sin precedentes.
Las huellas del conflicto bélico se pueden ver en prácticamente todas las fotografías de la muestra, que han sido minuciosamente seleccionadas por Pascal Moulard, director del Instituto Francés: «Quería que se viese la destrucción, los muertos, pero que también hubiese fotos que reflejasen otras cosas».
De este modo podemos ver desde un soldado galo tomando tranquilamente una taza de café junto a un enorme socavónprovocado por una explosión, a algunas de las primeras máquinas de guerra, como los tanques Renault, que nos impiden olvidar que buena parte de nuestra tecnología nunca hubiese existido sin un conflicto armado que la impulsase.
El título, 'Plus jamais ça!' ('¡Nunca más!)' lo eligió el propio embajador francés en España, que en la inauguración reunió a varios diplomáticos de algunos de los países participantes en la contienda que, según explica Moulard, «se mostraron encantados con la exposición».
«Para nosotros es importante que unos hechos de estas características no se vuelvan a repetir», continúa el director del centro, que sonríe cuando se le recuerda que tan sólo dos décadas después de la Primera Guerra Mundial vino la Segunda, con algunos países repitiendo en el papel protagonista.


http://www.elmundo.es/madrid/2014/12/01/547b60fb22601da7088b457c.html

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