En 1399 Catalina de
Lancaster (†1418) entregó el santuario de Santa María la Real de Nieva a la
Orden de Frailes Predicadores. Tanto la mencionada reina como su sucesora,
María de Aragón (†1445), habrían concebido esta empresa espiritual como un
instrumento especular, a través del cual exaltar su condición de reinas
cristianas y virtuosas.
Entre 1414 y 1445 se llevó
a cabo una ampliación de la iglesia y convento. Los nuevos espacios
arquitectónicos fueron decorados con un amplio y complejo conjunto escultórico,
sin parangón en el panorama nacional. Un conjunto que, a pesar de su aparente
carácter inconexo, al ser analizado en profundidad, ofrece al espectador un
mensaje más trascendental de lo que hasta ahora se creía.
Miércoles, 22 de febrero
Sala de conferencias, 19:00
Asistencia libre y gratuita
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